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Colao

Colao me hizo reír por momentos a carcajadas. De pronto caigo en cuenta de que puede comenzar a hablarse de una nueva línea de comedias en República Dominicana, continuadora de Quién manda, Quiero ser fiel y recientemente Todas las mujeres son iguales, con la que también reí gustoso.

Colao es una entretenida comedia romántica, road trip, bien realizada, con vocación de poder verse aquí y en otras geografías, gracias a su sincera sencillez local, que la hace comprensible a nivel internacional.

La ópera prima del director Frank Perozo, tiene la misma calidez humana y llaneza del esencialmente actor, quien con humildad ha sabido apoyarse en la fotografía de Juan Carlos Gómez para retratar ese contrapunteo entre el campo y la ciudad, entre el campesino y el citadino, todo a partir de una metáfora válida, el café.

Nashla Bogaert ha sido mejor retratada que nunca, delineando con la ternura de un pincel de Rubens cada curvatura de su cuerpo, la lozanía de su piel... sin que para ello hayan tenido que llegar a un desnudo. Su actuación es magnífica, y aporta los matices necesarios en el momento que se exige. Coqueta, sobria, sonriente, familiar, profesional...

La misma contraposición del campo y la ciudad está dada en los personajes de Nashla y Manny Pérez, quien aporta una actuación que reafirma su experiencia sólida frente a la cámara, hasta en las más breves escenas.

¿Qué más sobresale? El guion, bien estructurado. La música, que cumple el rol de acompañar sin hacerse sentir protagónica. El equilibrado nivel de las actuaciones. Ana María Arias corrobora que es una excelente actriz, de fuerza hilarante.

Pudieron no repetir las mismas escenas del paisaje y el monte de café en Jarabacoa. Las apariciones de Nene La Amenazzy y Arcángel son muy breves y quienes vayan buscando poco más que eso, pueden sentirse defraudados.

El Verfremdungseffekt de Bertold Brecht o la Astranenie, de Viktor Shklovsky, se convierten en Colao en un leit motiv, al usar en varias ocasiones la técnica de detener la acción que se narra, por parte de los personajes que encarnan Raymond Pozo y Miguel Céspedes, para dar su opinión al público, o para despistarlo, o para ayudarle a comprender por dónde va la cosa, hasta en el mismísimo final.

Caribbean Cinemas, Altice y Bou grup se anotan un aporte que refuerza la Ley de Cine. Una película bien coloreada, muy limpia, bien editada, bien fotografiada y divertida. Sin más pretensiones.

alfonsoquinones@gmail.com

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