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“Cuando hice El Misterio Galíndez, aquí no había Ley de Cine, como ahora”

Gerardo Herrero, cineasta español, tiene en su haber películas como Malena es un nombre de tango, El hijo de la novia, Territorio Comanche, El secreto de sus ojos, El misterio Galíndez y otras

SANTO DOMINGO. La película Las siete muertes, del español Gerardo Herrero inauguró anoche el Festival Internacional de Cine de Fine Arts 2017, en Downtown Center. Antes DL conversó con el destacado director.

-Con “Malena es un nombre de tango” (1996) tuvo el tango en las manos. Con “El hijo de la novia” (2001) unió en escena a Ricardo Darín, Héctor Alterio y Norma Leandro. ¿Por qué Argentina?

Mi relación con América Latina empieza con Perú. Hago un viaje a los ‘veintipocos’ años por América Latina y entre otros lugares entro en contacto en Perú con el cineasta peruano Federico Lombardi, con el cual hice varias películas -La boca del lobo, Caídos del cielo, etc.- y a partir de ahí nace esa relación. En el caso de Argentina concretamente veo una película de Adolfo Aristaraín, que se llama Tiempo de revancha (1981) y y decido ir a Buenos Aires y hablar con Adolfo para proponerle hacer una película. Me entrevistan en la tele y hablé de que me gustaba mucho la literatura argentina y me contacta un famoso escritor y le digo que quiero conocer a Adolfo y me lo contacta. Empieza mi relación con él y Martín (Hache) (1997) es mi primera película con Argentina. A partir de ahí mi relación con Argentina va aumentando. Luego veo una película de (Juan José) Campanella en el festival de Valladolid, ahí le conozco, le digo que quiero hacer una película con él y al cabo de los años me llama con el guión de El hijo de la novia. Esa es la versión corta. Y el escritor importante que me llamó fue Ernesto Sábato.

-En “Territorio Comanche” (1997) Imanol Arias asume el rol de un corresponsal de guerra.

Me interesan mucho los reporteros de guerra. Hay una novela de Manuel Leguineche que pasaba en África y me encantaría haberla hecho película hace años. Siempre me encanta esa mirada fría y despiadada de la relación con la guerra. Y no puede ser de otra manera. Conociéndolos a raíz de Territorio Comanche hice muchos amigos, fotógrafos, periodistas, algunos que han ido muriendo a lo largo de los años, que Arturo Pérez-Reverte me presentó.

-¿Es fácil trabajar con Arturo Pérez-Reverte?

Para mí fue fácil. Me llevo muy bien con Arturo. Sé que él tiene su fama, pero no conmigo. Conmigo tiene muy buena relación. Yo les doy mucho margen de trabajo am los escritores. En el caso de Territorio Comanche, con Arturo fue fluida, porque le pedí que me enseñara cómo funcionaba el trabajo del reprotero antes de empezar, y llevé a Carmelo Gómez e Imanol Arias a ver antes de que acabara la guerra. Justo llegamos un día muy especial a Sarajevo: fue el día que los serbios se estaban marchando de la capital y estaban quemando sus casas y para no dejárselas a los bosnios, quemaron todas sus casas. Eso lo vivimos. Quería que los actores vieran cómo en lo cotidiano se movía un reportero de guerra.

-En “El misterio Galíndez” (2003), trabajó con varios actores cubanos. ¿Por qué no trabajó con artistas dominicanos?

No había una Ley de Cine como hay ahora, ni había posibilidades de encontrar dinero en República Dominicana para filmar aquí en aquel momento. Había hecho Guantanamera (1995, Tomás Gutiérrez Alea), en Cuba y tenía buenos contactos con el ICAIC y con muchos actores cubanos. De hecho vine a conocer Santo Domingo, pero no había Ley de Cine ni estructura de producción.

-¿Se atrevería a hacer una nueva película sobre Galíndes aquí?

Las circunstancias en España no son iguales, ahora allá hay mucho menos dinero y es más complicado. habría que ver porque Galíndes me costó mucho esfuerzo y mucho trabajo poderla levantar. No sé si sería capaz de levantar una película tan grande. No me veo capaz de meterme en una película de época, cara. Recuerda que Galíndez pasaba en muchos países. Estados Unidos lo rodamos en Toronto, no en Nueva York. Tuvimos que poner las torres digitalmente, porque cuando hicimos la película ya habían caído las torres.

-Cuénteme de Las siete muertes.

Es una novela de otro escritor argentino, Guillermo Martínez, uno de mis mejores amigos. Hace unos años produje una película basada en un libro suyo con Alex de la Iglesia, llamada Los crímenes de Oxford. Este es un escritor matemático, que tiene la misma pasión que yo por el tenis. La novela se llama La lenta muerte de Lucía B., buen título literario, pero para nada de cine. Es un thriller sobre la lucha de un escritor con una joven secretaria que le pasa los libros, y es el amor-odio desde los dos puntos de vista.

De hecho hay una secuencia muy importante que está contada dos veces muy parecida, que hay que darse cuenta, pero que los dos la interpretan de una manera pequeña distinta en cada situación, para ver las diferencias cómo ve cada uno esta situación. Que además es una escena vital porque influye en todo el estallido que viene detrás. Me he dado cuenta que hay gente que no se da cuenta que son dos escenas distintas. Si las miras tiene hasta en interpretación, en intención, en algún plano no exactamente igual, son diferentes.

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