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Con el cuchillo en la boca

Himilce Tejada, sin orden ni preferencias, comparte su lista de deseos para el 2022

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Con el cuchillo en la boca
Himilce Tejada siempre hace su lista de deseos para el año nuevo y los comparte con sus lectores. (LUIGGY MORALES)

Inicia el 2022, siguiendo unas navidades donde el Covid volvió a ser el protagonista dejando muchísimos planes sobre la mesa. En mi familia, tantos positivos en la ultima semana del año impidieron que la familia pudiera celebrar junta, pero eso sí, todos pasando síntomas leves.

El año nace bajo el influjo de una pandemia que tarda en irse, a pesar de las vacunas. La ciencia, los gobiernos, los escépticos, los negacionistas, no se ponen de acuerdo y el virus sigue entre nosotros, paseándose impune, aunque menos letal.

Pero iniciamos con optimismo, con ganas de echar hacia adelante. Los números del país lucen bien y mejorando. Muchos de los que perdieron sus empleos se han reinsertado de una forma u otra. La pelota está buena. Hay pan y circo, por ahora.

Tenemos mucho que hacer. Aunque la vida nos haya cambiado, perdido conocidos y gente querida, aunque estemos más que cansados, no podemos parar. Tenemos que seguir adelante.

Haz el balance. La pandemia también nos dejó cosas buenas que pueden mantenerse. Hay más colaboración en el hogar, más tiempo compartido, más conocimiento de la tecnología, nuevos hobbies. Todo eso puede mantenerse e integrarse en la dinámica y la economía familiar.

Prioriza. Lo primero que hizo el virus fue aislarnos, quitarnos sin excusas las celebraciones que dábamos por hecho y que nadie cuestionaba. El año pasado la cena del 31 fue un almuerzo y este año, en muchas casas ni hubo. En nuestro caso, un positivo por familia dio al traste una cena ya pagada. Resolvimos con unos pasteles en hoja cada uno en su casa. ¿Lo mejor? Estábamos tan agradecidos de estar vivos y sanos, que lo único que preguntamos era si había suficiente cachú. En lugar de quejarte, agradece y saca lo mejor de la experiencia.

Mantente cerca. Muchos se fueron sin un abrazo, sin una despedida apropiada. Aprendimos por las malas que la vida puede cambiar en minutos. Aun tengamos que usar mascarilla y guardar el distanciamiento, mantengamos la cercanía emocional con aquellos que amamos. No dejemos de compartir, no dejemos de abrazarnos, aunque sea por gestos. No dejemos de sembrar.

Y aunque ya pasó el cañonazo y la fecha de los reyes, siempre guardo mi lista de deseos para el año nuevo y los comparto. Sin orden ni preferencias, son muy míos y salen de mi corazón sarcástico. La intención es que ustedes compartan los suyos, sin criticar. ¡Comienzo!

¡Que caiga quien tenga que caer! Entre allanamientos y conducencias, pasamos meses pendientes de lo que trae este océano tan contaminado. Pero faltan peces y moluscos y crustáceos y mucha flora y fauna marina por presentar sus “generales” ante el juez. No me importa el partido, ni los nombres, ni los rangos.  Me ocupa lo mal hecho y el precedente que queda en la justicia, para los que vengan atrás lo piensen dos veces antes de coger lo ajeno.

¡Que acaben los feminicidios! Si en este país hay un mal endémico es la violencia, sobre todo la que ocurre contra la mujer, muchas veces dentro de su propio hogar. Hay que reeducar en valores, en roles y en empatía. Enseñar a nuestros hijos e hijas a identificar patrones y conductas que pueden degenerar en comportamientos violentos. Tenemos que cultivar la inteligencia emocional, invertir en salud mental y cerrar círculos. Construir una sociedad sin violencia toma tiempo, pero se puede.

Que la economía crezca horizontalmente. La pandemia hizo más ricos a los que ya eran muy ricos. Hay segmentos de la economía que quisieran que la pandemia durara para siempre.  Los números que se presentan desde el gobierno son excepcionales, pero la queja es que la bonanza se estanca y no baja a todos los segmentos. La mal llamada clase media va forzada en todos los frentes y paga todos los impuestos recibiendo muy poco como compensación. Ya es hora de que la tomen en cuenta.

Finalmente, que sigamos creyendo en este país. No perdamos la fe.  Sigamos trabajando por é y para él. Que apostemos a su gente, a su cultura, a su arte, a su música, a su talento. Es verdad que el pasto muchas veces luce más verde en el litoral del frente, pero siga abonando su grama.  Por este pais todavía vale la pena luchar, aunque tengamos que morir con el cuchillo en la boca y las botas puestas.

¡Feliz 2022, dominicanas y dominicanos!

TEMAS -

Comunicación corporativa y relaciones internacionales. Amo la vida, mi familia y contar historias.