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El libro no ha muerto

Este breve escrito es una oda al libro, al trabajo creativo e intelectual

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El libro no ha muerto
El que lee viaja, vuela, sueña, nace, muere y aprende. (LUIGGY MORALES)

En las últimas semanas he tenido el privilegio de asistir a la puesta en circulación de cuatro nuevas obras, tres de la autoría de José Rafael Lantigua y una de Eduardo García Michel.  Las cuatro publicaciones son de diferentes estilos literarios y ambos eventos estuvieron llenos a capacidad.

Que ambos autores, intelectuales y profesionales reconocidos en sus áreas de experiencia sean también prestantes mocanos, ya es un extra que en lo particular me llena de orgullo.

En estos días se celebra la Feria Internacional del Libro.  Con luces y sombras es una actividad que coloca al libro y a la cultura en el centro del interés nacional.  Miles de personas se desplazan en el área de exposiciones y docenas de libros se ponen a circular.  Hay autores y trabajos para todos los gustos.

Esto me basta para expresar lo que indica el título: el libro físico, ese que se huele, se repasa, se anota, se guarda y no se presta, no ha muerto, ni va a morir, por más que satanicen las ferias y tachen de excéntricos a los autores.  Los audiolibros, los e-books amplían su alcance para otros públicos y se celebra.

La gente necesita de los libros – y, por ende, de los autores – para trascender, para viajar con su imaginación, para reír, llorar, emocionarse, entrar en la mente de otra persona.  Para aprender a conversar, a disentir, a argumentar, a respetar.  El que lee viaja, vuela, sueña, nace, muere y aprende.

Escribir no es un oficio fácil, aun para el que tiene el talento.  Un talento con el que se puede nacer, pero que también se puede adquirir y pulir con la práctica, el ejercicio, la experiencia y la persistencia.

Sea poesía o narrativa en cualquiera de sus variantes, por citar algunos géneros, es un oficio y un ejercicio que supone creatividad, documentación, investigación, sensibilidad, espíritu crítico y de nuevo, persistencia.  Son miles más los libros y las cuartillas que no ven jamás la luz por el obsesivo deseo del autor de ir más lejos o perfeccionar hasta dañarlo.

Para colmo, las musas no siempre están de humor, no todo el material está disponible y las fuentes no son confiables. Es duro, muy duro.  El autor trabaja solo, a veces incomprendido, con la única compañía de su conciencia.

Al momento de presentar la obra – cualquiera sea el género, la extensión o la forma de difusión – aparece la duda, el recato, la modestia y la vergüenza.  Aunque hable de otro, o utilice un seudónimo, el autor siempre aporta de su ADN (sangre, sudor, lágrimas) y quién sabe si algo más.  De alguna manera intuye que está desnudo ante un tercero con derecho a una opinión o a una crítica muchas veces mordaz e injusta, válida o no, constructiva o no, pero crítica al fin.

Horas y horas de trabajo que pueden leerse en minutos y destruirse en segundos.  Es un riesgo que se corre, pero que vale la pena, solo para apreciar cómo una obra literaria impacta, cuestiona, seduce, enseña y llena la cabeza, el corazón o la imaginación del lector.  Un buen libro puede cambiar la historia y miles de vidas.  No todos los autores tienen ese privilegio, muchos murieron antes de conocer el destino de su obra, pero siempre es un privilegio escribir…y que te lean.

Que este breve escrito sea una oda al libro, al trabajo creativo e intelectual.  Un soplo de ánimo a los autores, los editores, los impresores, los libreros y a los mismos críticos, que tienen un trabajo que hacer dentro de esta cadena de valor.  Una oda a la feria del libro, que, aunque tiene tantas oportunidades de mejora en la forma, en el fondo es uno de los actos más trascendentes de cualquier gobierno, sin importar el partido.  Ojalá se realizaran ferias del libro en cada rincón de este país.

Mis felicitaciones a los que se atreven a escribir y a publicar, no importa el costo.  Gracias a ellos y a tantos lectores empedernidos, el libro no ha muerto, ni va a morir.  ¡Qué viva el libro!

TEMAS -

Comunicación corporativa y relaciones internacionales. Amo la vida, mi familia y contar historias.