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Maritornes y baciyelmos

Muchos términos surgidos de la novela se incorporan a nuestra lengua

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Maritornes y baciyelmos (SHUTTERSTOCK)

La universal obra cervantina está poblada de personajes y de «realidades» narrativas que han traspasado los límites de la novela para campar a sus anchas por nuestra lengua y, ¿cómo no?, por los diccionarios. Si don Quijote y Sancho Panza acaparan los focos, Dulcinea del Toboso es la gran protagonista femenina del Quijote, una novela, por otra parte, cuajada de grandes personajes femeninos. En la lengua coloquial podemos usar el sustantivo dulcinea, con minúscula inicial por tratarse de un nombre común, para referirnos a una mujer muy querida, por la que se siente amor e inclinación. Aunque con menos frecuencia, también se usa para denominar una aspiración o pretensión que consideramos que solo existe como ideal o fantasía; como el que representaba el amor de Dulcinea para su enamorado don Quijote. En el extremo opuesto está Maritornes, moza de servicio en la venta donde Sancho y Quijote paran en su recorrido caballeresco. A partir de su nombre nuestra lengua ha adoptado el sustantivo maritornes para referirse coloquialmente y con cierta ironía a la mujer joven de aspecto vulgar y feo. 

Entre mis preferidas están ínsula y baciyelmo. La primera alude a un lugar pequeño o a un gobierno de poca monta, como aquel que «gana» Sancho por sus servicios como escudero. Para entender la palabra baciyelmo, con la que vamos a concluir este recorrido por el léxico cervantino y quijotesco, es imprescindible haber leído la novela. Sancho Panza se inventa esta combinación de bacía y yelmo para dar por terminada una disputa entre su amo y un barbero sobre una bacía que don Quijote cree yelmo; de ahí pasa a denominar aquello que trata de integrar pretensión y realidad. Sin duda, la esencia del Quijote

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María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.