Embarazadas con trastorno en la conducta alimentaria (Pregorexia)
Trastornos alimentarios en el embarazo
Los trastornos en la conducta alimentaria son una categoría de diagnósticos que incluyen la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastornos por atracón. Como hemos discutido antes, son las mujeres las que caen en la mayor tasa de afectación por estadísticas, principalmente en las edades reproductivas. Por eso, tanto las redes sociales como la prensa en general han adoptado un término que aún no ha sido contemplado por sociedades médicas formalmente, pero que engloba a las mujeres embarazadas con trastornos en la conducta alimentaria denominado “pregorexia”.
Todo esto relacionado a la idea poco realista de una figura esbelta, que durante el embarazo mantenga el estilo, las curvas, que le permita seguir usando sus atuendos y que en el posparto les permita posar en bikini con su recién nacido sin ninguna marca o rastro de haber estado embarazada.
El problema más importante es el que todos, con un poco de sentido común podemos predecir, el daño tanto a la madre como al bebe de su integridad física y emocional. Se ha reportado que un trastorno en la conducta alimentaria en una embarazada puede cursar con las siguientes consecuencias: aborto, prematuridad, bajo peso al nacer, necesidad imperativa de cesárea y otras dificultades obstétricas y posparto. (Bannatyne, 2018)
En las últimas décadas se busca estimar qué tan alta es la prevalencia de estos trastornos cuyas cifran fluctúan entre 0.6 al 27.8%, esa variación podría relacionarse a la falta de instrumentos de protocolo que permitan diagnosticar de forma precisa cuáles mujeres tienen cambios en la alimentación en el embarazo relacionados al cambio hormonal (ej. náuseas, vómitos, repulsión por ciertos alimentos), algún trastorno psicológico durante este periodo (divorcios, mudanzas, depresión) o realmente el desarrollo de un trastorno en la conducta alimentaria per se.
En general, se espera que la mayoría de las mujeres embarazadas cambien sus patrones dietéticos, ya sea en forma de los conocidos antojos, aumento o disminución del apetito, cambios en las preferencias por algunos alimentos, rechazo, o las conocidas náuseas y vómitos.
Debido a que se aceptan todos estos cambios por las fluctuaciones hormonales, cambios en la percepción sensorial o necesidades nutricionales del bebé, podría confundirse un “comer por dos” con trastornos por atracón, reducción en el apetito con anorexia o los malestares de vómitos persistentes con la bulimia.
Esta situación es un llamado de atención a los especialistas relacionados (gineco-obstetras, nutriólogos, endocrinólogos) a estar pendientes a identificar adecuadamente en consulta la categoría a la cual pertenecen nuestras pacientes de quienes recibimos constantemente el requerimiento del soporte dietético y manejo de síntomas o trastornos metabólicos.
El embarazo es una etapa vulnerable para toda mujer, que requiere en muchos casos de un soporte multidisciplinario para su adecuado manejo.