Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales

Amor y control

Yo estoy lista para ver el mejor “come back” de la historia del béisbol. Espero que diga Tatis Jr. en la espalda.

Expandir imagen
Amor y control
Estoy lista para ver el mejor “come back” de la historia del béisbol. Espero que diga Tatis Jr. en la espalda. (FUENTE EXTERNA)

Desde que me enteré de la suspensión de Fernando Tatis Jr. por el uso de sustancias prohibidas en el béisbol de grandes ligas no he dejado de pensar en esta canción, Amor y control, una salsa clásica de Rubén Blades.

Los que me leen desde hace un tiempo conocen de mi pasión por la pelota. Me gusta el béisbol desde que tengo uso de razón y amo las buenas historias que nos deja todos los días. También me entristece enterarme de decisiones y de lesiones que terminan abruptamente la carrera de grandes prospectos y de jugadores veteranos.

Fernando Tatis Jr. subió el mismo año que otros grandes prospectos dominicanos. Parecía que el relevo y las grandes alegrías de otros peloteros del patio que ya estaban de retiro (algunos en Cooperstown) estaba garantizado.

Se entendía también que, a diferencia de tantos otros jugadores nóveles, el “Niño”, como se le apodó en RD tras jugar y ganar con su padre el campeonato invernal con las Estrellas Orientales, llegaba con otra preparación mental. Nieto e hijo de peloteros, criado entre grandes ligas y dentro de una familia estable, nunca le tocó ir a practicar descalzo y con un pan vacío en el estómago. Sin embargo, se le notaba la motivación y el hambre por competir.

Tenía todas las herramientas, decían los scouts. Nosotros, viendo desde las gradas, solo atinábamos a pensar que el chico nació con un bate de plata debajo del brazo. En poco tiempo, a base de batazos, jugadas de fantasía y un carisma innato se ganó los aplausos y el corazón de fanáticos en todo el mundo.

En meses se convirtió en la cara del béisbol y los grandes contratos comenzaron a llegar, incluyendo el de su equipo, que decidió que lo quería como jugador franquicia. En la edad que muchos no han cobrado su primer cheque, Tatis Jr. firmaba un contrato de 340 millones de dólares que le garantizaba trabajo por 14 años.    

Fue una apuesta enorme y un acuerdo exorbitante para un muchacho que al poco tiempo comenzó a comportarse como tal. Y ahí es que viene el problema.

Tatis Jr. no ha hecho nada cuestionable si se mira desde los ojos de un bicho de 20 años. Tirarse de cabeza a un río, montear con motores, tomarse par de cervezas no tiene nada de malo, siempre y cuando no tenga que dar la cara por un contrato que firmó en pleno uso de sus facultades mentales. El documento fue revisado por abogados y estoy segura de que le leyeron todas las letras pequeñas. A partir de ese momento, por respeto al juego, al equipo, a sus compañeros y a todo el vivo, debió controlar lo que comía, bebía, olía o se untaba. Es más, debía bañarse con chancletas para no resbalar, no vaya a ser cosa…

Es cierto que es demasiada presión para cualquiera, pero él es de los pocos en ese juego que podía tomarla. Ahí es que entran sus padres, sus amigos, sus coaches, su equipo.

Él conoce las reglas desde que nació, no puede alegar ignorancia. Teléfonos y médicos tiene docenas a su disposición y desde que le salió la ñáñara (rash para los bilingües) debió llamar y consultar.

Ahora, enfrenta la condena –a priori– de mucha gente. Es difícil bajar del escenario entre abucheos. Sus padres, intentando justificarlo, han presentado a los fanáticos la peor defensa posible. Lo cierto es que rompió las reglas y toca asumir consecuencias. La forma en que se hace separa a los niños de los hombres.

Lo de menos es el dinero. Cada vez que salga al terreno de juego, cada vez que celebre un batazo, de esos que tiene capacidad de dar de sobra, alguien le recordará que es un tramposo.

Su guerra ahora es mental. Dios quiera que, intentando quedar bien, lo haga peor y tire por el retrete una carrera que perfilaba memorable desde su primera temporada.

Como todos los padres, he tenido que enfrentar situaciones con mis hijas. Por el inmenso amor que les tengo he tenido que tomar decisiones que pueden parecer duras, pero que fueron necesarias para evitar males mayores. Amor y control es el nombre de la crianza.

Tatis Jr. tiene todo el futuro por delante y la oportunidad de hacerlo mejor por él mismo, por sus hermanos que vienen subiendo en el béisbol, por su equipo y los fanáticos. Sus padres deben apoyarlo, claro que sí, conminándolo a hacer lo correcto y a asumir las consecuencias de sus actos. 

Los dones con los que él nació no se pierden, si él mismo no los pierde. Yo estoy lista para ver el mejor “come back” de la historia del béisbol. Espero que diga Tatis Jr. en la espalda.

TEMAS -

Comunicación corporativa y relaciones internacionales. Amo la vida, mi familia y contar historias.