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¡Sentido común!

Como sociedad, estamos inundados de propuestas que no pasan el cedazo del sentido común y de políticos que parecen un chiste.

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¡Sentido común!
Yo, mientras tanto, saldré como Diógenes a buscar el sentido común que se perdió en este país inagotable. (LUIGGY MORALES)

Dicen por ahí que el sentido común es el menos común de los sentidos y cada día que pasamos viviendo en esta selva–paraíso, el dicho se cumple con creces.

Nos levantamos con la expectativa del “huevo del día”, o la próxima noticia que no resiste el análisis. Todos los días a algún funcionario –electo o no– se le ocurre una idea. Que sea estúpida o no, es debatible. No bien sale la comunicación, un ejército de bots y bocinas con dueño comienzan el proceso de apoyo o ataque sin dar la oportunidad a que la idea se desarrolle. Como ciudadana que paga muchos impuestos, la creatividad de algunos funcionarios me emociona hasta las lágrimas… de vergüenza ajena

Veamos algunos ejemplos de los pasados días:

El nuevo plan de parquéate bien. Parece que los funcionarios que salieron con la especie desconocen que hay una Ley vigente que prohíbe parquearse en ciertos sitios, a ciertas horas o en doble fila. El problema es que ellos mismos, los que dan permisos para construir torres en calles donde no caben o para abrir negocios sin parqueos, son los mismos que contribuyen al caos. Antes que el parquéate bien, hay que hacer cumplir el “ande con sus papeles al día”, “las aceras no son para motores” o “en el malecón no pasan camiones”, etc. Quizás cuando se tome el toro por los cuernos en temas de transporte o planeamiento urbano, lo que incluye el cumplimiento de las leyes existentes, podamos ampliar a proyectos altamente creativos como este, pero la premisa de que hay que sonar antes que trabajar, parece estar en el librito de cada funcionario y eso sí lo cumplen al pie de la letra.

Bonos para escuelas privadas. Estábamos acostumbrados a iniciar sin libros, que faltaran uniformes era la norma, pero de alguna manera todos cabíamos en las aulas y la carga se arreglaba en el camino. Ahora, no solo no hay aulas ni libros, tampoco profesores, no se sale de un lío con el desayuno escolar, faltan butacas y sobran alumnos. La idea de “iniciar” un año escolar con tantas falencias es una utopía.

Pero eso sí, veremos el acto de inicio, las odas presidenciales, el niño que declama, las felicitaciones, pero tras el retiro de la tarima queda al desnudo la vergüenza de la mala planificación, de la pésima ejecución y de la corrupción que campea a sus anchas. 

Estoy absolutamente convencida de que esos funcionarios no manejan sus casas como manejan los ministerios que les entregan para administrar. De su bolsillo, seguro que no pagan trabajos sin cotizar, ni reciben obras sin estar terminadas, tampoco mandan a construir sin asegurarse de que previamente existe un terreno, mucho menos le contratan un desayuno a un sastre. Eso es sentido común, pero parece que el dinero “sobra” para que después falte.

Yo no sé si es buena idea lo de los bonos, lo que me parece una falta de respeto a los pagadores de impuestos de este país es que se siga aportando cada vez más recursos a un ministerio que tiene tan serios problemas de gestión y que no da los resultados esperados. Primero resuelvan donde gotea antes de volver a llenar el envase. Y eso aplica a más de un ministerio, que conste.

Cuando yo era estudiante se daban tres tandas. ¿Por qué en lugar de seguir botando dinero no se considera esta solución de forma transitoria, con dos tandas? El tiempo perdido con la tanda extendida quizás se pueda utilizar en verdaderas horas lectivas. Es cuestión de negociar con la ADP. Si hay dinero, ellos entran.

Si la idea de los bonos puede funcionar, ¿por qué no iniciamos con un piloto, seleccionando los alumnos más aventajados del sector público y los becamos en el privado para garantizarles una educación de mejor calidad y rompemos el ciclo?

Como sociedad, estamos inundados de propuestas que no pasan el cedazo del sentido común y de políticos que parecen un chiste. Y así vamos dando tumbos, confiando en que el dinero va a aparecer y que el pueblo va a olvidar el desmadre de todas las administraciones.

Y mientras la vida sigue su agitado curso, la clase media que sostiene a este país sigue asumiendo todos los golpes de la economía sin amortiguadores y sin nadie quien le escriba o la defienda.

Yo, mientras tanto, saldré como Diógenes a buscar el sentido común que se perdió en este país inagotable.

TEMAS -

Comunicación corporativa y relaciones internacionales. Amo la vida, mi familia y contar historias.