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¿Puedo desnutrirme hospitalizado?

Resulta alarmante que desde hace más de cuatro décadas se expone la gran tasa de desnutrición hospitalaria sin conseguir resultados tan positivos como deberíamos

Asumimos que bajo el estricto control que involucra estar hospitalizado, todos nuestros requerimientos deben estar adecuadamente cubiertos, deberíamos comer y sentirnos mejor una vez nos encontramos en el lugar idóneo de especial cuidado.

Pero resulta alarmante que desde hace más de cuatro décadas se expone la gran tasa de desnutrición hospitalaria sin conseguir resultados tan positivos como deberíamos. En nuestro país, no escapamos a esta realidad, pues en el año 2005 la taza de desnutrición en pacientes hospitalizados oscilaba en 67 % y esto ha empeorado (Barranco, 2005).

¿Por qué podríamos sufrir desnutrición en el hospital?

Estrés metabólico. Si estamos hospitalizados, es probablemente secundario a alguna enfermedad que no pudo ser manejada de forma ambulatoria y cuyo alto riesgo supone de estricto manejo. Esta condición, regularmente produce un “mayor gasto energético”, requiriendo mayor aporte de nutrientes, recibiendo al contrario, menos de lo requerido.

Pobre apetito. Las condiciones inherentes a sentirnos enfermos, el ambiente hospitalario, la situación emocional, nos predisponen a pobre deseo de ingerir alimentos, y por tanto, mayor predisposición a desnutrirnos.

Ayuno abusivo. La cantidad de laboratorios (pruebas de sangre) indicadas, los estudios radiológicos, los procedimientos invasivos, son elementos que predisponen a periodos largos de ayuno (sin comer) que de forma seriada, culminan en que salgamos peor nutridos que al ingreso.

Estas son algunas razones, sin dejar de mencionar las múltiples condiciones clínicas (ej. falta de aire, ausencia de dentadura, efectos secundarios de algunos medicamentos, etc.), que impiden una adecuada alimentación.

¿Cómo podríamos mejorar este riesgo en cada hospitalización?

Considerar una alimentación que pueda satisfacer el déficit de forma temprana, ya sea utilizando suplementos nutricionales de forma combinada, o atendiendo a estratificar el riesgo de desnutrición de acuerdo al tiempo estimado intrahospitalario y la consideración de vías de alimentación alternativas (como sondas nasogástricas (conocido como Levin, por su diseñador Abraham Louis Levin) u otras formas de nutrición artificial (ej. parenteral) que podrían satisfacer las demandas tempranas de cada paciente.

La intención de traer tan importante problema de salud, es concientizar a médicos y pacientes sobre esta situación, pues la desnutrición predispone a peor pronóstico de la enfermedad, pobre cicatrización de las heridas y mayor tiempo de hospitalización.


TEMAS -

Dra. Erika Pérez-Lara Doctora en Medicina. Especialidad en Nutriología Clínica en INTEC. Master en Nutrición y Alimentación en Universidad de Barcelona (UB).