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Más antiguas que el mar, más de todos

Reflexiones sobre la diversidad lingüística y cultural en el IX Congreso Internacional de la Lengua Española y la fascinante riqueza del lenguaje en la ciudad de Cádiz

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Más antiguas que el mar, más de todos
Nuestra lengua está poblada de palabras, las diferentes y las compartidas. (SHUTTERSTOCK)

Reunirnos para hablar de nuestra lengua, poblada de palabras, las diferentes y las compartidas, todas nuestras, no se acaba cuando se deja atrás Cádiz, esta vez (otras veces Zacatecas, Valladolid, Rosario, Cartagena de Indias, Valparaíso, Panamá, Puerto Rico y la Córdoba argentina). Ya de vuelta toca leer, reflexionar, recuperar apuntes y contactos y hojear los libros que indefectiblemente cargamos en la maleta.

Hoy comparto muchas palabras comunes encontradas en una pequeña edición conmemorativa de la celebración del IX Congreso Internacional de la Lengua Española. Se trata del Diccionario de voces gaditanas publicado en 1857 por Adolfo de Castro y Rossi. Los gaditanos llaman bojío, o bujío, a una casa rústica. De Castro recuerda que «en Cádiz se dice “No sabemos en qué bojío se ha metido fulano”, para dar a entender que se ignora dónde pasa la mayor parte del tiempo y que se sospecha que no es para cosa buena». En Cádiz también dicen cocote y cocotazo. El changüí gaditano y el dominicano consisten en un «razonamiento de muy buenas palabras para engañar». Los gaditanos, como los dominicanos,  se enfuñan cuando ponen «el seblante hosco o con ceño». Las antiguas motas también se llamaban así en Cádiz. Un mazacote, definido por Adlfo de Castro como «junta de cosas hecha sin gusto y por tanto deforme, desordenada y desagradable», lo es en ambas orillas. La pijotería y los pijoteros, por desgracia, también los compartimos; nuestro lexicógrafo gaditano los define con mucho gusto como aquellos que se muestran ridículos «por miseria o mezquindad».

Luis García Montero, poeta, director del Instituto Cervantes, nos ha recordado que «más flexibles que el mar son las palabras». Y más abundantes, más antiguas, más inabarcables, más hermosas, más de todos.


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María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.