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El Ateneo Insular celebró encuentro literario en honor del poeta místico Leopoldo Minaya

La actividad, celebrada en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, inició con un coloquio entre los escritores

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El Ateneo Insular celebró encuentro literario en honor del poeta místico Leopoldo Minaya
Encuentro de escritores del Ateneo Insular honra al poeta poeta místico Leopoldo Minaya. (FUENTE EXTERNA)

El Movimiento Interiorista del Ateneo Insular tributó un homenaje al poeta místico Leopoldo Minaya. La actividad, celebrada en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, inició con un coloquio entre los escritores a partir de la introducción realizada por don Bruno Rosario Candelier: «Hay tres palabras en el plano de la creación que los escritores manejan, aun cuando no sepan lo que significan, que son intuición, inspiración y revelación». A seguidas, con las preguntas del maestro, Rosario Candelier indujo a los asistentes a la reflexión: «¿Cuál es la diferencia?».   

Explicó que la intuición es el poder de la conciencia para captar la dimensión profunda de las cosas, de la realidad». Afirmó que «la intuición la tenemos todos los seres humanos y, por consiguiente, en virtud de la intuición, potencialmente, todos los seres humanos podrían ser creadores». Sin embargo, dijo que «no todos desarrollan el poder de creación porque hay circunstancias negativas que no favorecen el desarrollo de la creatividad». No obstante, agregó que «hay circunstancias positivas que activan el poder de la creación».   

En el caso de la inspiración expuso que, «en principio, también todo el mundo la tiene», y que esta no es más que «el soplo que tienen la cosas»: «Todo lo que existe emite señales, ondas electromagnéticas a través de las cuales las cosas revelan lo que son, y nuestra sensibilidad tiene la capacidad para captar esas ondas, aunque no las captemos todas». Dijo que cuando alguien expresa: «Me siento inspirado», «es porque le están llegando esas ondas electromagnéticas de la realidad, fluidos de las cosas materiales o efluvios de las cosas no materiales».  

En el susodicho coloquio introductorio Carmen Pérez Valerio preguntó al maestro: «¿La inspiración produce un sentimiento?». Respondió don Bruno Rosario Candelier que «Puede producirlo, pero no siempre». Pérez Valerio agregó que «la intuición produce un conocimiento y la inspiración no llega a un conocimiento, llega a una sensación»: «La intuición la capta tu intelecto, esa es la diferencia —explicó Rosario Candelier—, mientras que la inspiración te llega de fuera, no porque tu intelecto la capta, sino porque es un soplo que tú has recibido de la realidad. O sea, tú puedes recibir inspiración sin tú buscarla».  

Ante el asombro de algunos de los presentes de que la intuición también puede ser buscada, el maestro señaló: «No siempre que escribimos logramos un producto de la intuición.  Vamos a la etimología. En el latín se dice intueri: «in» quiere decir ‘dentro’, ‘meterse dentro’. Intuición es la capacidad para penetrar con el intelecto dentro de las cosas, y al tú penetrar dentro de la cosa, puedes captar su esencia, su valor y su sentido». Agregó que «fue Henri Bergson quien creó la teoría de que los escritores deben instalarse en el interior de la cosa, según consignó en su libro Metafísica».        

Elidenia Velázquez expuso que «para desarrollar o sentir la intuición o la inspiración, pero más la inspiración, debe estar afinada con la sensibilidad, es decir, si no se es sensible, tantísimo, no se puede tener inspiración».     

Miguel Ángel Durán afirmó: «Cae dentro de lo milagroso y lo espiritual, y no explicado por la ciencia, por qué uno, precisamente, intuye que algo estético le llama. Entonces, de ahí viene, como concatenado también, ¿por qué usted crea? Ese sentir no está dado a los ordinarios; está dado a un ser especial, precisamente porque ese nivel de intuir tiene que ver con todos los sentidos exteriores e interiores». Consintió Rosario Candelier y añadió que esto es porque «la intuición no tiene que ver con la formación intelectual, es independiente»: «Alguien puede ser un gran intuitivo sin tener cultura literaria, por ejemplo; un analfabeto puede tener una grandísima intuición, porque la intuición no depende de los conocimientos, es un poder innato del intelecto».   

Sobre la revelación  

Al introducir la definición de «revelación», don Bruno Rosario Candelier indicó que «esta es la parte más difícil», pues «la revelación no se consigue porque se busque»: «La revelación es una donación de lo Alto; un poder sobrenatural elige una persona para que sea canal, receptor de un mensaje que viene desde afuera, de lo sobrenatural». Y a continuación invitó al poeta homenajeado a que testimoniara sobre la revelación divina que se evidencia en su obra literaria.   

Leopoldo Minaya, al tomar la palabra, expresó agradecimiento por el honor y la cortesía y la atención hacia a su producción literaria. Entre otras enseñanzas, dijo que «Dios está permanentemente revelado para todos»: «Dios es la verdad absoluta, y toda verdad es verdad en cuanto ya está revelada, al margen de que no podemos o no queremos ver u oír». Agregó que «la verdad es la sublimación del bien» y que «hay revelaciones generales y revelaciones especiales, y esas revelaciones generales están ya en la naturaleza y cualquier persona las puede captar».   

Apunto: «Pero hay revelaciones muy especiales que se necesita, digamos, una cualificación. Dios elige a la persona por esa cualificación previa, por un sinnúmero de atributos que pueden ser disímiles: que tenga una gran intuición, que tenga una gran recepción, que tenga un alma grande […]; eso no es limitativo: puede ser por cualquier otra razón». Expresó, además: «Mi ponencia concluye con que no se ha cerrado el ciclo»: «Los textos sagrados de la Biblia, el Corán y otras religiones, tienen solo un valor simbólico, metafórico y aproximativo; por tanto, los textos equiparables de cualquier época y autor tienen ese mismo rango simbólico, metafórico y aproximativo, según el tiempo de aparición y según cada cultura: nuevos poetas, nuevos profetas responden al canon».   

«Mi trabajo del día de hoy se basa en el ensayo de don Bruno Rosario Candelier sobre mi poema “La voz del Ángel”. Se me requirió que hablara de la revelación en función de una experiencia mística que he tenido»: «Mi poema “La voz del ángel” empieza de la siguiente manera: «Entonces habló el ángel». Inicia con un adverbio demostrativo. ¿Qué es lo que se puede demostrar? Lo que está ya previamente planteado. Por lo tanto, este poema se revela como un poema fragmentario. Hay una parte del poema que no fue escrita. Y podemos especular: la primera especulación sería que este poema forma parte de un libro titulado Los cantos sagrados, y que antes de este poema hay cuatro poemas colocados; y que los cinco poemas conforman un único poema; y que los cuatro poemas anteriores van preparando anímicamente, emocionalmente, al lector para desembocar en ese rapto, que es “La voz del ángel”».    

Visión de Bruno Rosario Candelier sobre la revelación en Leopoldo Minaya   

Con el tema «La cópula mística o la revelación de la transcendencia en “La voz del Ángel”, de Leopoldo Minaya», disertó don Bruno Rosario Candelier: «La revelación de la trascendencia es un singular fenómeno espiritual que capta la conciencia de profetas, iluminados, contemplativos, santos y teopoetas mediante visiones, voces, aromas, imágenes y presencias sagradas provenientes de los mundos sutiles en un hecho sobrenatural que arrebata, ya que se trata de una extraña ocurrencia que altera y sobrepasa la condición normal de la conciencia humana». Afirmó que «la revelación mística es fruto de una inspiración divina generalmente inefable a través de imágenes y símbolos de la sabiduría sagrada proveniente de los predios celestiales (Nous), y que capta una conciencia en estado expandido, como la de contemplativos, iluminados, profetas, santos y teopoetas».   

«Los ángeles son intermediarios entre Dios y los hombres —consignó—, y un ángel, por instrucción del Altísimo, eligió a Leopoldo Minaya como amanuense de la sabiduría divina y, en tal virtud, al poeta interiorista le fue revelado un mensaje sagrado del Nous celestial mediante un ruah o soplo divino, como lo revela en su lirica: «Entonces habló el ángel/ (y miré/ y me vi/ y me vi hombre/ y sentí lástima de mí):// “Dios es uno,/ Dios es múltiple; / Dios es el Uno Múltiple;/ Él comprende y envuelve/ cada expansión».  

Argumentó el maestro que «el poeta oye la voz del ángel, escucha su mensaje y, mediante el poder de percepción de sus sentidos interiores, capta y memoriza el dictado divino, que revela en los siguientes versos: «E inquirí,/ y se me dijo:/ “Aguarda; aromatiza el incienso; adhiere la pez rubia”.// Entonces habló el ángel/ (y miré/ y me vi/ y me vi hombre/ y sentí vergüenza de mí mismo/ e intenté taparme/ con mi capa):// “El Uno es la dualidad/ espaciotemporal,/ el haz y el envés/  —concreción y abstracción—,/ y las tres dimensiones presenciales,/ y la cuarta dimensión y el resto/ de las dimensiones”».  

Explicó que llama cópula mística a «una especial comunión sagrada que tienen contemplativos, santos y místicos cuando experimentan el proceso de deificación del alma humana con la Divinidad y que entraña una relación erótico-espiritual en el fuero interior del alma o de la conciencia, singular vivencia del espíritu, que alcanzan algunos santos y contemplativos, que tiene tres niveles de manifestación: coparticipación del cuerpo, implicación emocional del alma y la compenetración interior del espíritu». Subrayó que «el singular poema de Leopoldo Minaya, “La voz del ángel”, ejemplo luminoso de una revelación sagrada y paradigma de la lírica teopoética del Interiorismo, es fruto de una experiencia mística de nuestro poeta al recibir esa espacial apelación de lo Alto». 

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