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Alfonso Múnera: grandes manifestaciones de emigrantes van detrás de un espejismo

El historiador y diplomático también cree que la globalización ha agudizado el desempleo

SANTO DOMINGO. Historiador, embajador de Colombia en Trinidad y Tobago, profundo conocedor del Caribe y perspicaz analista de la realidad sociopolítica contemporánea, Alfonso Múnera Cavadía enfoca conflictos y realidades que afectan a América Latina y a las Antillas, pero prevé que la región podrá superar graves problemas como el cambio climático, la corrupción y el endeudamiento.

El académico y diplomático, de extenso currículo, estuvo en el país para dictar una conferencia magistral en la Cátedra de Estudios Caribeños Frank Moya Pons de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, dialogó con historiadores, docentes e intelectuales y respondió diversas preguntas de Diario Libre sobre los conflictos migratorios y la actualidad sociopolítica de Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana.

¿Qué opina de los problemas migratorios que ocurren en Europa, Estados Unidos, América y también en el Caribe?

Creo que cuando hablamos de este momento hay que hablar del pasado porque el presente no se puede explicar por sí solo. Yo creo que el Caribe es una región de emigrantes. Y no lo es ahora. Lo ha sido siempre. Con esto lo que quiero decir es que no solo vinieron grandes diásporas al Caribe de distintos lugares del mundo, sino que ha sido continua la migración de los dominicanos, la migración de los jamaicanos, de los trinitarios, de los de Barbados, en fin; porque la migración tiene generalmente una motivación económica, la gente no migra de su casa, no sale de su casa porque le gusta salir de su casa. La gente normalmente sale de su casa porque se ve forzada a salir de su casa, ya sea porque hay un problema económico, ya sea porque hay problemas políticos serios, porque se dan situaciones, llamémosla así, de crisis.

Hubo una época, cuando la construcción del canal de Panamá, que hubo muchísimos, sobre todo jamaicanos, gentes de Barbados, también de Trinidad, que fueron a construir el canal, pero fueron también a todas estas plantaciones de Centroamérica. Por eso hay descendientes de caribeños insulares en la costa de Costa Rica, de Honduras, de Panamá.

Dicho esto, ¿qué está pasando hoy? Hoy lo que tenemos es que hay unas migraciones consolidadas, hay colonias consolidadas en las metrópolis como es el caso de la República Dominicana, que ya tú tienes una ciudad de dominicanos en New York, que viven como dominicanos, que tienen más identidad de dominicanos porque estando fuera se afianzan. Como son migraciones marginadas, se afianzan en su propia identidad y esto se ha vuelto mucho más grave, como habrás visto en estos días, en el caso de Centroamérica, porque me parece a mí que la globalización ha ayudado poco de verdad a desarrollar los procesos productivos y de industrialización de los países no desarrollados. Se ha concentrado más en los capitales y les ha dado mucho juego a las transnacionales.

Entonces, tengo la impresión de que se ha agudizado el problema del desempleo, del empleo informal precario en nuestros países, pero además esto se liga con otras situaciones que son complicadas. En el caso de Honduras, sabemos de las crisis políticas que ha tenido en los últimos años, los temas de violencia. Lo que se está viviendo en Nicaragua es muy complicado, y entonces tú ves estas grandes manifestaciones de emigrantes realmente detrás de un espejismo porque van en busca del paraíso que está en los Estados Unidos, que no es tal paraíso. Es decir, los migrantes llevan una vida muy difícil en los Estados Unidos, pero encuentran trabajo y eso hace que sueñen con estar allá.

Creo que es un problema (la migración) que se puede incluso agudizar más, si no hay una política, si no hay una mayor simetría en la política económica, digamos si los países del llamado tercer mundo no encuentran formas de consolidar su propia economía, hablo del África, de Centroamérica, Asia, o algunos lugares de Asia... si no encuentran cómo consolidar sus propias estructuras económicas productivas, para lo cual entonces sería necesario una menor injerencia quizás de las transnacionales, sobre todo agroexportadoras.

¿Qué tendrían que hacer los gobiernos para revertir la situación? Parece que esto no está claro.

Yo dudo que los gobiernos no lo tengan claro. Lo que pasa es que funcionamos en estas estructuras globales que son realmente complicadas. Uno ve, por ejemplo, todo el debate que hay sobre el tema de Monsanto y cómo Monsanto ha ido imponiendo su producción transgénica en el mundo, pero también hay mucha asimetría en las relaciones comerciales. Los tratados de comercio no siempre son los mejores para los países desarrollados. Muchas veces producen efectos complicados. Es probable que traigan algunas ventajas en ciertas áreas, pero también suelen traer desplazamientos productivos que ocasionan crisis, dificultades en los países.

Tenemos a Cuba, Puerto Rico, Haití y la República Dominicana que viven situaciones muy distintas. ¿Qué habría de común entre estas naciones?

Alejo Carpentier, el escritor cubano, se recorrió prácticamente todas las islas (del Caribe) y una vez escribió un artículo donde él mismo se hacía la pregunta de qué era lo que realmente nos identificaba, si había algo que podíamos decir que compartíamos de verdad y llegó a la conclusión de que eso que era común era la música. Él era, además, un gran experto musicólogo. Pero yo creo que tenía mucha razón. Yo creo que la cultura es el gran cohesionador del mundo Caribe. Eso es lo que nos hace sentir tan parecidos. Lo que hace que un cubano, un colombiano caribeño y un dominicano, si se encuentran en los Estados Unidos, se sientan tan parecidos, porque creo que ahí subyacen realmente los códigos emocionales con los cuales nos comunicamos y encontramos similitud. Pero luego vivimos realidades políticas distintas.

Ahora, tenemos un elemento que le da sentido y del cual se desprende toda esta similitud de cultura, un elemento que ha permeado el crecimiento, la construcción de sociedades en el Caribe, y es sin duda el elemento negro o, como dirían hoy, afrodescendiente. Fue un elemento dominante en el Caribe y es un elemento que, por lo tanto, tiene un sustrato que nos hace también identificarnos. En alguna época en la historia de los afroamericanos se decía que habían venido completamente despojados de todo, traídos de África, prácticamente desnudos, etcétera. Eso es verdad. No venían con bienes materiales de ninguna especie, pero venían con un equipamiento espiritual, cultural. Entonces venían con una manera de preparar las comidas, venían con una manera de bailar, con una manera de hacer música, venían con una interpretación del mundo, con una manera de relacionarse con la naturaleza y la llevaron a todo el Caribe.

¿Cuál es su visión sobre la Cuba de este momento, los cambios políticos y las posibilidades de que en ese país se produzca una mayor apertura?

Yo tuve con Cuba una relación de trabajo muy estrecha, porque Cuba es parte de la Asociación de Estados del Caribe, de manera que cuando yo fui secretario general de la asociación durante cuatro años me tocó trabajar mucho con los cubanos, con todos, con los mejicanos, con los dominicanos... Y estuve, por razones de mi trabajo, mucho en Cuba. Bueno, todo sabemos que se inició un proceso muy interesante, de apertura, con los Estados Unidos, y que además Cuba volvió a las reuniones organizadas por la OEA. No volvió a la OEA, pero fue a la Cumbre de Las Américas que organizó la OEA en Panamá. Y era una apertura muy prometedora. Se habló de líneas aéreas que viajarían a Cuba, se ampliaría el comercio, se facilitaría la visita de las personas, los cubanos facilitarían aun más las visitas de los cubanos.

Todo era muy prometedor. Pero creo que con el cambio de gobierno, cambió la política también en los Estados Unidos, y el presidente (Donald) Trump volvió a una política más restrictiva. Ahora yo sí creo que son evidentes los cambios que se están dando en Cuba, a lo mejor no tan rápido como algunas personas quisieran, pero sí ha habido un proceso de mayor apertura y una búsqueda de reformas que se han ido plasmando, por ejemplo, en la nueva Constitución. El hecho de que en la nueva Constitución estén planteando el matrimonio entre personas y no entre hombre y mujer indica un cambio muy significativo en la comprensión de las relaciones de género y en su institucionalidad.

Pero igualmente yo creo que esa Constitución trae una serie de cambios. Cambia, por ejemplo, el nombre de la definición de una república comunista por una república socialista, amplía los niveles de la propiedad privada, todavía muy controlada y todo, pero una mayor apertura hacia la propiedad privada pequeña y yo, como persona del Caribe, lo que deseo es que esos cambios se profundicen y que Cuba pueda integrarse mejor a la comunidad internacional y creo que todo lo que se haga en función de que esa integración se produzca lo más rápido posible me parece que sería lo mejor.

¿Cuál es su opinión sobre la situación económica de Puerto Rico?

...Ha pasado algo que nos hace reflexionar a todos. Puerto Rico era hace unos años el ejemplo a mostrar. Era un país con un gran desarrollo, con un nivel de vida muy alto. En fin, con unas circunstancias de vida que lo volvían un país muy singular. Además, esa relación directa con los Estados Unidos era muy importante, porque generaba ingresos, les daba facilidades a los puertorriqueños para ir a estudiar a los Estados Unidos... pero, bueno, ustedes vieron que, sorpresivamente para muchos que no seguían de cerca la situación, Puerto Rico entró en una especie de bancarrota, una crisis económica profunda, y se habla de todo, que hubo muy malos manejos del dinero. En fin, lo que fuera. Y a esto le vino encima un huracán, María, y la isla quedó en una gran proporción devastada, y está en una situación muy delicada, de la que yo estoy seguro que saldrá adelante, pero si uno va a Puerto Rico hoy uno siente, más allá de la crisis económica, una especie de malestar nacional; una especie de depresión nacional por lo que ha vivido y está viviendo; una especie de pesimismo sobre cuál podría ser el mejor futuro para Puerto Rico. Pienso que van a salir adelante. Son gentes muy trabajadoras, pero, bueno, ahí está esa situación ahora complicada.

Y en torno al Haití de hoy, ¿qué opina?

Sobre Haití saben más los dominicanos que yo. Sabes que yo estuve en Haití también varias veces en ocasión de la asociación. Es más, hicimos una cumbre de jefes de Estado en Haití y es un país que a mí me fascina, porque lo que siempre noté en Haití, que me producía fascinación, es que en medio de esa terrible pobreza y, además, agudizada por el terremoto que destruyó a Puerto Príncipe... Yo estuve un mes después del terremoto y me tocó ver el horror que fue esto. Pero a pesar de todo eso es un pueblo que sigue siendo tan altivo y al mismo tiempo tan, yo no sé si utilizar la palabra alegre, o tan lleno de colores. Por ejemplo, cuando tú vienes del Caribe inglés, cuando tú vienes de Jamaica, de Trinidad, donde la gente tiende a vestirse de colores oscuros, y llegas a Haití y ves esa explosión de colores, cómo se viste la gente. Eso a mí me encanta, porque da la sensación de que un pueblo que ha sufrido tanto ha creado unas estrategias de vida que lo mantienen, que le dan fuerza.

Es muy interesante este hecho del color en Haití, en su pintura, en la manera en que arreglen las casas, en la vestimenta. Es como una voluntad de no dejarse vencer, como una búsqueda de luz, de luminosidad... Y entonces tú llegas y sales una mañana en Haití... es como una impresión que yo tengo: salir una mañana a caminar y ver esas mujeres grandes, que se toman las aceras para vender limón, para vender tomates, para vender lo que sea, y entonces uno entra en una gran feria: una cosa tan y tan viva que no ves en ninguna otra parte del Caribe. Es curioso. En medio de todas las dificultades y todas las cosas horribles que se pueden ver de la pobreza haitiana, esa es la impresión que a mí me domina de Haití.

¿Existen posibilidades reales de que Haití logre el desarrollo en los próximos 20 o 30 años?

Yo creo que ellos tienen muchas posibilidades. Tienen zonas muy lindas para desarrollar el turismo, por ejemplo. Pero todo está también en lograr la estabilidad política, que ese es otro problema muy serio en Haití, la estabilidad política, porque cuando uno cree que lo han logrado, de pronto, ¡pa!, estalla otra cosa y otra vez arrancan desde el principio. Pero si lograran esa estabilidad y crear un cierto orden político estable, yo creo que Haití tendría muchas posibilidades de progresar. Muchas.

¿Y República Dominicana? ¿Qué lectura puede hacer de su momento actual?

Aquí todo el mundo habla de Danilo y Leonel. Uno pone un noticiero, Danilo y Leonel. Se embarca en un taxi, Danilo y Leonel. Yo nunca he visto a un pueblo que le encante hablar tanto de política como República Dominicana. Es interesantísimo. ¡Pero todo el mundo! No es el hombre culto de la universidad. ¡No, no! Tú llegas aquí a la calle y llegas a una cafetería y la señora te empieza a hablar de política. Eso es muy interesante en Dominicana, esa pasión por la política que hay aquí, que es muy interesante porque no se traduce en violencia ni en nada.

Es el placer de discutir sobre las orientaciones del gobierno, sobre la política en general, y yo sí te digo una cosa, al margen, no me meto a evaluar si está bien o está mal aquí y ni en ninguna parte, pero siento que ha habido mucho progreso en República Dominicana. Yo sé que mucha gente se queja, sé que como en la mayoría de los países latinoamericanos hay mucha desigualdad, mucha concentración de la riqueza. Todo eso es verdad, pero yo siento que República Dominicana progresa mucho comparado con otros lugares en general del Caribe.

Y tengo como una buena impresión de lo que pasa aquí, pero claro, debo decirlo no es sino una impresión bastante superficial, porque es la impresión de una persona que viene, está unos días y se va. No es la impresión de un conocedor profundo de la realidad dominicana, excepto lo que los libros te dicen, las estadísticas, pero ¿sabes? A mí me gusta mucho hoy más que discutir estadísticas, me gusta mucho ver a los países por el comportamiento de las personas, sentir lo que las personas sienten. Me parece que es un mejor indicador. Yo, por ejemplo, en República Dominicana veo algo que me gusta mucho. Digo, pues, habrá muchas cosas malas, y a nosotros nos encanta hablar mal de nuestros países. Nos encanta. Tú te sientas con colombiano y te sale con un rosario de quejas terrible. Pero, por ejemplo, yo voy a un sitio allá en el Malecón, Adrian (Tropical), se llama. A mí me encanta. Yo voy a ese sitio y está siempre lleno de dominicanos, ¡lleno!, y entonces voy a un restaurante y está lleno de dominicanos y entonces digo aquí esto es un indicador de que hay una clase media, baja media, media, media alta, que tiene capacidad de consumo.

Y una cosa que me gusta mucho, que a lo mejor se vuelve polémico, y es que yo veo mucho, y se lo decía a un amigo, cosa que también veo mucho en Cartagena, las relaciones interétnicas. Yo veo mucho eso, muchachos y muchachas de distintos colores juntos, compartiendo tranquilamente sin problemas, y eso me parece un síntoma muy sano, pese a toda la discusión que hay aquí con el tema haitiano y todas estas cosas.

No digo que los problemas se hayan acabado. No se han acabado en ninguna parte, y siguen, pero con todo esto te estoy diciendo en realidad que yo soy profundamente optimista de la capacidad de los caribeños, de nosotros, para resolver nuestros problemas, que enfrentamos problemas graves... el impacto del cambio climático es un problema gravísimo sobre todo de nuestros países que dependen cada vez más del turismo, el impacto de la corrupción transnacional y local empieza a ser un problema muy grave. Es un problema muy grave en todos nuestros países, tenemos problemas de deuda complicados en muchos de los países caribeños. En fin, tenemos muchas dificultades, pero me parece que somos pueblos jóvenes, animosos, llenos de vida, donde estamos construyendo sociedades nuevas y donde creo que vamos a ser capaces de superar todas estas dificultades, entre otras cosas, porque como dije no hay que olvidar nunca el punto de partida. Venimos de sociedades de plantaciones esclavistas, venimos del horror, porque de ahí venimos: del horror, de millones de personas que fueron arrancadas de su continente (África).

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