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Coronavirus en RD
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Así es la cuarentena de cinco conocidos escritores dominicanos

José Mármol, Ángela Hernández, Jeannette Miller, Luis R. Santos y José Enrique Delmonte cuentan cómo viven la cuarentena

¿Qué hacen varios autores, protagonistas de primera línea de la literatura dominicana en estos tiempos dominados por la pandemia del coronavirus?

José Mármol, Ángela Hernández, Jeannette Miller, Luis R. Santos y José Enrique Delmonte cuentan cómo viven la cuarentena decretada por el Gobierno dominicano para frenar el avance de la pandemia causada por el COVID-19.

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José Mármol (poeta y ensayista)
Durante esta cuarentena, estoy destinado al trabajo desde casa (teletrabajo). Esa labor implica una rutina de varias teleconferencias, redacción de comunicaciones, supervisión remota de trabajos de equipos, etc.

Como escritor, y dada la amenaza que la propagación del coronavirus representa para la convivencia y el desempeño habitual de nuestros estilos de vida posmodernos en todo el mundo, pensé en la necesidad de alzar un clamor por la solidaridad con los que estamos confinados en nuestros hogares, por aquellos que están aislados en viviendas y en centros de salud, por aquellos cuyos familiares se encuentran en cuidados intensivos, por quienes, como héroes, tienen que arriesgarse para mantener rubros de producción y servicios en la sociedad, por los médicos y enfermeros, militares y policías, y por todas sus familias, que los esperan ansiosos cada día, en fin, para que encontraran en la poesía un aliciente, un hálito de esperanza, una forma emocional y estética de reafirmación de la vida, aun en tiempos aciagos. De ahí que, por motivación de mi esposa Soraya, decidiera emprender un movimiento que llamé “Decir poesía en cuarentena”, con motivo del Día Mundial de la Poesía, el pasado día 21, que invita a creadores y amantes de la literatura y el arte a colgar cada día en sus redes sociales la lectura, desde el calor de su hogar, de un poema, un pensamiento, un trozo de cuento o novela, para que la literatura sirva de puente, en el ciberespacio, en el imprescindible e impostergable reforzamiento de la esperanza en el futuro de la humanidad. En cuestión de horas, la chispa prendió un bosque de entusiasmo, y ya hoy han colaborado poetas y lectores de España, Estados Unidos, Portugal, Hispanoamérica y el Caribe hispánico. Ha sido una hermosa reacción de la gente, en sentido general, en un momento de catástrofe sanitaria de una sociedad que, por arrogancia de la revolución tecnológica y el progreso material, se creía inmune a una pandemia. Espero que, como aspiró Hölderlin, pese a toda esta tribulación, la poesía nos estimule, para que, como Jorge Semprún, entendamos que el llamado de vivir ahora es resistir, resistir, resistir. Superada la crisis, volverán la cercanía y los abrazos.

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Jeannette Miller

Jeannette Miller (poeta, narradora, crítica de artes plásticas)

Me puse en cuarentena antes de que lo hicieran oficial. No salgo ni a la puerta. Vi que no le hacían caso al virus y me propuse cuidarme yo misma. No me ha sido muy difícil porque en realidad no salgo mucho.

Mis hijos me resuelven las compras, veo más televisión y un solo noticiero al día. Trato de hablar con Dios y pedirle misericordia para todos.

Me comunico por whatsapp para lo estrictamente necesario. Leo libros que tenía pendientes, especialmente de espiritualidad y escribo algunas cosas. Estoy en paz y pido a Dios me guíe en cómo puedo ayudar a los demás.

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Angela Hernández Núñez (poeta, narradora, ensayista)

En cuarentena ánimo e imaginación en movimiento.

Resolví iniciar una primavera interior. Me dije: Por mí y por todos, manda el momento ecuanimidad, imaginación, buen ánimo. Me dije: No estoy sola, me acompañan mis seres amados, aún estén a distancia. No hay motivo de tedio: la amistad sube el tono.

Mi ambiente está poblado de mensajes, música, algunas plantas florecidas, el canto del ruiseñor (feliz por el silencio), libros, el callado vecindario, sol o lluvia, el poema que espera ser escrito, la meditación, el aire purificado...

Me fue fácil fijar una rutina. Al levantarme, diez o quince minutos de tai chi o yoga. Después de desayunar, reviso los periódicos en línea (Diario Libre, Acento, Hoy, BBC Mundo y El País). Doy seguimiento a noticias científicas, sociales y políticas en torno a la pandemia, busco las fuentes que me parecen más confiables. Trabajo de cuatro a cinco horas en poemas nuevos y un libro de epigramas. A ratos, leo una novela, escucho música. En la noche, veo una película. Vuelvo a leer antes de dormir. A diario me comunico con mi familia. Intercambio notas con mis amigas y amigos de varios países. Nos contamos las nuevas.

Decidí que no solo iba a cocinar, sino a usar alquimia culinaria (sopas estelares, ensaladas arcoíris, infusiones de tres aromas, etc.). Friego trastos, barro, limpio. Practico jardinería en mi patio de pocos metros. Echo pan a las palomas y comida a dos gatos ajenos, que no abandonan la galería, tal vez a su modo estén en cuarentena. A la seis de la tarde, camino una hora alrededor de la casa. Contemplo la luna y las hojas de las palmeras, que parecen haber adquirido voz en la penumbra. Observo con curiosidad que las guayabas y carambolas siguen madurando en la noche (¿solo por estos días?).

Albergo la esperanza de que cuando pase la crisis, después de haber sentido tan a fondo que todos somos humanos, vulnerables y frágiles, por tanto, fulgurantes también, comprobemos lo escrito por Maurice Maeterlinck: "El silencio es el sol que madura los frutos del alma".

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Luis R.Santos (narrador)

Soy un ciudadano que sale muy poco a la calle. Odio las calles de Santo Domingo; por lo tanto, me siento muy a gusto en casa. Estoy leyendo más de lo habitual; entre los libros de turno están Lluvia Fina, de Luis Landero, y el Colgajo de Philippe Lançon. Cocino, pero no friego, es poco poético, y he empezado a escribir una novela política. Me acuesto tarde y me levanto cuando el cuerpo me lo pida. Casi no le doy seguimiento a la tanta cháchara que envían por las redes sobre la pandemia. Puedo durar diez años en cuarentena; por supuesto, el vino no puede faltar ni un solo día.

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José Enrique Delmonte (poeta y ensayista)

La cumplo totalmente. En realidad, aprovecho el tiempo con asuntos pendientes y créeme que me produce cierta ansiedad, ya que no tengo la excusa de que "no tengo tiempo". Espero avanzar en los proyectos que tengo pendientes. No hay descanso...

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