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Devoción altagraciana, anclada en la historia de las luchas territoriales

Reportaje El centro del peregrinaje se encuentra en Higüey, en la basílica que lleva el nombre de la santa, pues el culto empezó justamente en Este, en la isla de Santo Domingo. En la actualidad los devotos acuden masivamente para agradecer y pedir favores cada 21 de enero

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Devoción altagraciana, anclada en la historia de las luchas territoriales
Peregrinos de todo el país acuden a la basílica de Higüey.

SANTO DOMINGO. Miles de creyentes se congregarán en la basílica de Higüey para rendir culto a la Virgen de La Altagracia, “madre protectora del pueblo dominicano”, dándole continuidad a una tradición nacida en el siglo XVII.

No es casual que el centro del peregrinaje se encuentre en Higüey, en el templo que lleva el nombre de la santa, pues el culto empezó justamente en Este, en la isla de Santo Domingo.

La devoción a la Virgen de La Altagracia se origina en el enorme favor que esta le habría concedido a los combatientes españoles que defendían el territorio colonial ante el avance de los franceses, según registra la historia dominicana.

Al respecto, el historiador Vetilio Alfau Durán escribió: “El 21 de enero del año 1691 se libró en Sabana Real o de La Limonada, la célebre batalla que inmortalizó al maestre de Campo Don Francisco de Segura y Castilla, así como al ilustre santiagués don Antonio Miniel, bajo cuyo mando combatieron los lanceros del Seibo y de Higüey, a cuyo arrojo y bizarría se debió el espléndido triunfo alcanzado por las armas españolas”.

Agrega que “refiere la tradición que los orientales invocaron la divina protección de la Santísima Virgen de La Altagracia en lo más comprometido de la acción; y por cuyo motivo resolvieron celebrar todos los años como día de acción de gracias a Nuestra Señora la fecha aniversario de esa célebre batalla, primer soplo de vida de la nacionalidad dominicana”.

Igualmente señala: “Como testimonio de ese espléndido triunfo, los higüeyanos y seibanos depositaron junto al Altar de la Santísima Virgen el machete que, manejado por anónimo soldado, cercenó la engreída testa del gobernador francés Mr. De Cuussy, que comandaba las fuerzas enemigas.

Cuenta que el arma desapareció definitivamente del sitio donde fuera depositada cuando dominaban los haitianos.

Hermanos Trejo

La historia revela que 12 de mayo de 1502 la imagen de la virgen fue llevada a una parroquia en la villa de Salvaleón de Higüey, en la época en la que se habían establecido en la zona los hermanos Alonso y Antonio Trejo, quienes habrían traído la efigie a la isla tropical, procedente de Plasencia, una localidad de Extremadura, España.

Habría sido en la comunidad de Siruela, donde la Virgen María se le apareció a un agricultor sobre un árbol, por lo cual se le nombró la Alta Gracia (venida de los cielos).

En 1650, el canónigo Luís Gerónimo de Alcocer escribió acerca de la llegada de la imagen a la colonia, y según él, el ícono que proporciona “innumerables misericordias” fue efectivamente traído por los Trejo, “los primeros pobladores cristianos de esta isla, personas nobles como consta de una cédula del Rey Don Felipe Primero, año de 1506, en que encomienda al Gobernador de esta isla que los acomode”.

A partir del año 1691, se fue extendiendo por toda la isla de Santo Domingo el fervor de los cristianos por la virgen, pues empezaron a difundirse los numerosos milagros que se les atribuían y se inició así la tradición del pueblo dominicano de visitar el templo cada 21 de enero para rendirle veneración y hacerle solicitudes.

El día de la virgen

La advocación mariana católica, relativa a la “madre protectora y espiritual del pueblo dominicano”, es una de las conmemoraciones religiosas más significativas en el país.

La fecha está marcada como no laborable, y el centro de las veneraciones a la virgen es Higüey y su Basílica Catedral Nuestra Señora de La Altagracia, donde acuden miles de personas y se realiza una misa concelebrada, a la que suelen asistir el presidente de la República y funcionarios de su gobierno.

Los creyentes acuden a los templos para agradecerle a la virgen favores y hacerle peticiones, con la esperanza de que se les resuelvan problemas familiares, afectivos, económicos, de salud y de otro tipo.

En la fecha se realiza una procesión por las calles de Higüey y durante todo el día se hacen vigilias con oraciones y alabanzas.

El 15 de agosto de 1922 se produjo la coronación canónica de la Virgen de La Altagracia. No obstante, la basílica fue inaugurada el 21 de enero de 1972, en los 12 años de Joaquín Balaguer. Posteriormente, el 12 de octubre de 1992 la imagen fue bendecida por el papa Juan Pablo II.

Maternidad divina

De acuerdo al portal digital de la basílica, la imagen de María es un lienzo que representa de manera admirable su maternidad divina, rodeado de un marco de oro y plata, incrustado de piedras preciosas, entre las que se destacan esmeraldas bordeadas de brillantes, que el papa Pío X regaló al arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, y que este donó a la virgen.

En el santuario, agrega, se encuentran otros objetos de valor de la época colonial y un elegante trono de plata con incrustaciones y campanillas de oro del año 1811, usado para sacar el cuadro en procesiones.

La joya de mayor valor histórico y religioso es la corona de oro y piedras preciosas rematadas en una cruz de diamantes sostenida por dos ángeles de plata dorada, de siete quilates, donada por el pueblo a la virgen para su coronación, celebrada el 15 de agosto de 1922.

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