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El arte urbano es borrado en RD

SANTO DOMINGO. El arte urbano en las calles del gran Santo Domingo y gran parte de República Dominicana tuvo una “explosión” en 2014, cuando diversas iniciativas se unieron con el objetivo de embellecer la ciudad. Como si de un batallón se tratase, salieron sin más armas que spray, pincel y pintura. Y lo lograron. Los transeúntes se detenían a admirar la historia de las pinturas que se ‘inmortalizaron’ en las principales avenidas de la ciudad, bajo los puentes y elevados, en barrios y en algunas zonas residenciales.

Muchas de esas pinturas permanecen, pero otras se encuentran en estado de deterioro, y otras tantas que han sido borradas.

El pasado 28 de mayo, Diario Libre publicó que la obra de arte público del maestro venezolano Carlos Cruz Diez, nombrada “Cilindros Cromointerferentes” instalada en los silos de los Molinos Dominicanos y destruida en 2003, aún espera por la aprobación de los organismos pertinentes para que sea restaurada, ya que cuenta con el “visto favorable” de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados. El arte de desaparecer las obras públicas de los artistas no es algo nuevo. Las obras que se muestran en esta página tienen algo en común: todas ellas han sido borradas.

Falta de apoyo

A Evaristo Angurria, reconocido muralista y diseñador gráfico, le borraron a “Doña Patria” en 2015, ubicado en una puerta corrediza de la calle El Conde. Él afirmó que en el país hay una tasa muy baja de vandalismo. “La gente no suele dañar las pinturas que están en la calle. El peligro real está en la falta de conocimiento dentro de las instituciones”, sostiene.

Sobre su obra, Angurria refiere que no le dolió tanto como las creaciones de grandes artistas que han dejado desaparecer. Por las ideologías, al dominicano de ascendencia argentina Atahualpa Arroyo le desaparecieron una pintura con sólo 10 horas de terminada. Arroyo, con el permiso de las autoridades decidió pintar en 2015 “El perro cojuelo”, como un homenaje al carnaval de Nagua. Un pastor objetó la pieza diciendo que estaban promoviendo “cosas diabólicas”.

Gabriel Doñé, conocido como Shak, junto al proyecto dominico-haitiano Azüei, realizó una serie de piezas en las paredes de Dajabón en octubre de 2017, pero casi todas fueron borradas en diciembre bajo la justificación de que “un haitiano lo pintó”.

El muralista Eddaviel vio borrarse su popular pieza “Afro” en 2015, porque tumbaron la pared para colocar vallas publicitarias.

En ese tenor, el artista visual Freddy Javier, presidente del Colegio Dominicano de Artistas Visuales (CODAV) en reiteradas ocasiones ha denunciado el poco valor al legado de los artistas. “El Estado ha sido muy indiferente con las obras que se han hecho”, se lamentó. En el Ministerio de Cultura se “creó” una Oficina de Arte Público que no ha realizado ninguna función de protección ni ha destinado recursos para el fomento del arte urbano.

“Doña Patria”

Evaristo Angurria, quien ha pintado en Cuba, Puerto Rico y Massachusetts, deploró que un artista de fama mundial como Carlos Cruz Diez que hiciera uno de los mayores aportes al arte público sufriera una desconsideración de ese nivel. “Cruz Diez hace una obra de esa categoría y llega otro regente de la institución y dice –bórrame eso- ahí murió la obra, lamentablemente”. Otro ejemplo que citó fue el mural de cuatro pisos del fenecido artista, escritor y actor Ángel Haché, realizado en los años 80 en la fachada de la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA): “La rectoría decidió borrarlo este año. Es esa falta de conciencia ni siquiera de la gente, sino de los que están llamados a protegerla”, expresó.

Otra situación que evocó el artista ocurrió recientemente en la remodelación del edificio de la Cámara de Diputados, donde una serie de relieves que estaban dentro de la curul fueron destruidos para remodelar el lugar.

Precisamente en la Cámara de Diputados, en 2007 se inauguraron obras de valor histórico y cultural. Se develaron pinturas-murales de gran formato de los maestros de las artes plásticas, Cándido Bidó, Dionisio Blanco, Jacinto Domínguez, Antonio Guadalupe, Elsa Núñez, Ramón Oviedo, Rosa Tavárez y Alberto Ulloa y se le puso valor a las obras de los maestros Fernando Peña Defilló, Daniel Henríquez y Silvano Lora.

“Lo grave de este asunto, y te lo digo yo que pinto en la calle al igual que otros artistas amigos, es que no conozco a nadie que haya recibido ningún tipo de apoyo de la Oficina de Arte Público, que se creó luego de la polémica con la obra desaparecida de Ángel Haché”, señaló.

Proyectos de arte callejero

Transitando, Santa Bárbara, MuralizandoRD, Arte Sano Projects, son algunas de las iniciativas que han embellecido la ciudad. Angurria en el país ha pintado en Nagua, Samaná, Puerto Plata, Santiago, La Vega y Pantoja, gracias a alguno de esos proyectos creativos.

Arte Sano Projects” ha traído a los 15 muralistas más ‘rankeados’ en el mundo que han pintado en las tres ediciones realizadas en Río San Juan, Nagua y San Pedro de Macorís, respectivamente, y casi la mitad de las obras la han borrado. Ellos quedaron decepcionados. Dijeron que de ninguna manera vienen a República Dominicana”, contó el creador de la serie “La mujer con rolos”, donde destaca la cotidianidad dominicana.

Y así sucesivamente, él y otros artistas van enumerando situaciones en las que no se da la importancia que requieren las obras, mientras que a otras las desaparecen. “Las autoridades están llamadas a comprender la importancia de las obras”, concluye.

Recientemente, Angurria junto Dovente y Shak se unieron a la iniciativa “This is Living?” que muestra una escultura de una ola del mar convertida en plástico donde un joven pretende surfear, como un llamado de atención al daño que provoca el plástico en nuestros océanos. La instalación está expuesta en el ‘Linconazo’ de la avenida Abraham Lincoln.

Por las ideologías

Atahualpa Arroyo, creador del proyecto de arte público “#3tamaroots” contó a Diario Libre la anécdota del mural “El perro cojuelo”, borrado en Nagua en medio de un proyecto de arte urbano en las costas del país en 2015, luego de que un pastor lo considerara como “diabólico”.

“Yo estaba muy feliz pintando mi obra, cuando un niño se me acercó y me dijo: -A ti te van a borrar esa vaina diabólica- y yo le dije: -qué pasa amiguito, ¿cómo así? Seguí pintando... el día que terminé me fui para un parque cercano y me dice una señora que el pastor de la iglesia vio mi pieza y que él no la apoya. De inmediato le respondí: Es que yo no le pinté esa pieza al pastor. Le realicé esa pieza al pueblo de Nagua. Ella siguió y me replicó: -Te dije que la mandarán a borrar- Al otro día me levanté a pintar otra pieza en otro lado y me aborda una chica con que mi pieza la eliminaron. Me fui corriendo a ver y ahí estaba la pared pintada de blanco.

Nadie me dio explicaciones. Nadie hizo nada. En la noche, en una emisora de Nagua, los locutores empezaron a decir que nosotros éramos enviados de Satanás y que andábamos pintando dragones en el pueblo e invitándolos a entrar”.

Arroyo indicó que la curiosa situación hasta ayudó al proyecto porque lo hizo más notorio. En realidad, su pieza “El perro cojuelo” (un perro con una máscara del Diablo Cojuelo) era un tributo total a los taínos, compuesta por una careta de Nagua. “Yo creo que era el único que estaba pintando algo simbólico a Nagua en ese momento. Era un estudio del carnaval de cada pueblo de República Dominicana; de qué significa y cómo llegó ahí. Pero ellos se lo encontraron agresivo”, relata.

Sobre la duración de las creaciones en lugares de todos, Atahualpa Arroyo refiere que siempre se está listo para que las borren. “El Gobierno nunca protege eso. A menos que sea un mural pagado o de una entidad privada que sea comprometida”, añade.

Y reitera: “Realmente las obras están pintadas para perderse. Uno espera que duren lo más posible. Uno intenta hacer un trabajo lo menos agresivo y nocivo para que perdure”.

“La chica del afro”

En una definición general, el muralismo es un movimiento artístico iniciado en México a principios del siglo XX, que consiste en pintar en una pared completa algo que refleje algo, imágenes e historias de variados temas y pensamientos.

El reconocido muralista Eddison Montero (Eddaviel) tuvo una experiencia igual a los anteriores. Hasta ahora “La chica del Afro”, pintada en el kilómetro 9 de la Autopista Duarte ha sido el único mural que le han borrado. El mismo fue eliminado para poner vallas comerciales. “Fue uno de mis primeros murales y el primero de mi serie “Afro” en ser realizado en las calles, antes de este pinté mi primera chica afro en un muro interior, realizado en la Fábrica Contemporánea, el cual aún pueden visitar, cuenta Eddaviel.

Ese mural fue levantado durante el “Graffity Meeting del 2014” y estuvo expuesto hasta finales del 2015. Eddaviel siente que los transeúntes han respetado sus obras. De hecho, en los diversos proyectos en los que ha trabajado se les ha dado seguimiento a algunos para ser retocados. “Actualmente estoy coordinando la restauración de un mural realizado en el 2014”, dice.

Los murales suyos que han sido protegidos por entidades estatales se encuentran en espacios comprometidos con la preservación, como el Ayuntamiento de Barahona, La Biblioteca Infantil y Juvenil de República Dominicana, entre otras, pero, indica, “hay otros que han sido realizados en las calles en los que la única protección que tienen es el respeto del transeúnte y que yo, por iniciativa propia, paso a restaurarlo en algún momento si se deteriora.

Para Eddaviel, que se pierdan los murales que ha realizado con tanto empeño es causa de desmotivación. No obstante, sigue adelante. Refiere que cuando pinta en las calles de manera libre está preparado mentalmente para ello. “De cierta forma, estamos haciendo un arte efímero que disfruto al máximo y que tiene un objetivo de comunicar una idea al caminante; si cumple su objetivo pues perfecto, así que al siguiente muro...”

El artista valora la idea de llenar de arte la ciudad. Manifiesta sentirse fantástico por el trabajo que se ha estado realizando, ya que cambia la cara de la ciudad, transforma espacios y comunica ideas que pueden cambiar visiones del mundo y motivar a cambios futuros en nuestra educación. “Los artistas hemos estado demostrando a través de cada pieza nuestro crecimiento. Ver a artistas como Poteleche, quien explora la dominicanidad desde la cotidianidad y el humor, además de Medio Peso, que al igual que yo buscan dar a conocer nuestra cultura desde nuestra historia, folclore, creencias y leyendas populares, es genial y llena de motivación”, concluye Eddaviel.

Shak

Gabriel Doñé, conocido como Shak, es otro de los artistas relevantes del street art o arte callejero. Él realza la cultura afrodescendiente en sus obras. Shak ejecutó una pieza en conjunto con grafiteros haitianos y dominicanos como parte del proyecto Azüei en la zona de Dajabón en octubre de 2017, donde cada niño se quedaba ensimismado apreciando el arte de los muchachos. Dos meses después lo borraron por cuestiones ideológicas.

Expertos hablan

En una anterior visita a Diario Libre, Gamal Michelén, presidente de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte (ADCA), advirtió que “el arte es un poderoso instrumento para manifestar la memoria de un pueblo. Cuando depredamos nuestro patrimonio artístico estamos perdiendo parte de la identidad”.

Con la ola de comentarios que produjo el acto de desprestigio hacia la obra de Ángel Haché en enero de 2018, el artista visual Freddy Javier, presidente del Colegio Dominicano de Artistas Visuales (CODAV), pidió en aquella ocasión a diversas instituciones que deben proteger a los artistas nacionales.

En el caso de estos jóvenes artistas que realizan arte callejero y de las obras que están en instancias gubernamentales y privadas de importantes creadores criollos, reiteró lo mismo: “Se está jugando al olvido, al borrón y cuenta nueva. El Estado ha sido muy indiferente con las obras que se han hecho. No ha tenido ningún tipo de lineamiento con las piezas que se han realizado”.

La falta de atención en las artes se refleja desde hace mucho tiempo. Javier recordó cómo décadas atrás las escuelas disponían de una educación cultural distinta. Se formaba en Bellas Artes y había escuelas de música por doquier. “El arte está relegado a un último plano”, insistió.

Freddy Javier no solo se refiere a las pinturas, también a las esculturas. Habló que cómo muchas esculturas han sido profanadas por desaprensivos para la obtención de metales y cómo otras han sido cambiadas por un material malo, impidiendo que perduren, así como otras están desprotegidas completamente.

El artista visual tiene conocimiento, al igual que los creativos entrevistados, de la Oficina de Arte Público del Ministerio de Cultura. Al igual que ellos, desconoce su verdadera función. “Allí no se está ejecutando ningún plan”, criticó.

Freddy Javier manifiesta: “No sé adónde vamos a parar en esas condiciones. Si no se atiende a los artistas, no se va a aprender a valorar su obra”.

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