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El hiperrealismo “sucio” en la novela Sinfonía de las cacerolas

La narración de Luis R. Santos recrea acontecimientos ocurridos en los gobiernos peledeístas

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El hiperrealismo “sucio” en la novela Sinfonía de las cacerolas
Luis R. Santos mientras autografiaba ejemplares de su novela Sinfonía de las cacerolas. Foto: fuente externa

El escritor Luis R. Santos ha publicado recientemente Sinfonía de las cacerolas, una osada novela sobre un tramo decisivo de la historia reciente que reconstruye acontecimientos ocurridos en los pasados gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana.

Las audaces perspectivas y recursos con que el experimentado autor articula los tópicos y personajes inscriben su obra en el hiperrealismo, una corriente literaria sustentada en un realismo exacerbado.

En otras novelas ya conocidas, Santos ha cultivado el realismo “sucio”, pero en esta narrativa extrema sus enfoques, descripciones y juicios, y en ciertos episodios la obra se torna caricaturesca cuando se relatan determinadas conductas y episodios protagonizados por personajes estelares, como Dani Nadime o Flor Cerdeño.

Dentro de su estrategia narrativa, Santos eligió para contar a una voz incisiva e insultante en ocasiones, y los hechos ocurridos en el teatro de la política se cuentan desde la visión del narrador omnisciente (que todo lo sabe, todo lo ve y todo lo intuye).

Aunque en su mayoría los nombres de los principales personajes no son exactamente iguales a sus correspondientes en la realidad, es muy fácil saber a quiénes encarnan Dani Nadime, Leónidas Hernández y Flor Cerdeño y quiénes son los personajes que representan a muchas otras figuras notables de los gobiernos peledeístas y del ambiente sociopolítico y mediático.

Algunos personajes y entidades mencionados por sus propios nombres (o casi) son Joao Santana y Mónica Moura, los famosos publicistas y estrategas brasileños, Odebrecht, Barrick Gold, PLD y PRM, doña Cindy, González Castillo, José R. Piedralta, Berto R. Barbablanca, Micky V. Malnacido, Elbautista Féliz, Bien Bidó Nadime, Quirino, Víctor de la Púa, Tamocles Montés, Lucho Jiménez, Eulalio Cabral, Julio del Foso, Juan Bosch, José Luis Taveras, Alicia Ortega, Espinal y Enmanuel Esquea Guerrero, entre otros.

Bajo el título El padrino de Río Caño, se hace un relato, con repercusiones escatológicas, que satiriza un hecho acaecido en el ámbito de la ficción protagonizado por el presidente Nadime, en la intimidad de su hogar, en que se reflejan los efectos en su cuerpo de las tensiones políticas y existenciales, tras haber cenado con varios platos, parangonados por el narrador con una porción de “tiburón podrido”, expresión extraída del registro de las locuciones más sonadas del político de carne y hueso.

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La realidad como materia literaria

Quien lea la obra encontrará la recreación de episodios ampliamente divulgados relativos a las sórdidas “batallas” políticas y tejemanejes por el liderazgo de los dos expresidentes peledeístas y a ciertas actuaciones de la ex primera dama y exvicepresidenta de la República, dominatriz de la puesta en escena del publicitado beso de la campaña pasada y de importantes esferas del gobierno.

Incluso, se puede percibir con claridad el tratamiento cronológico de los acontecimientos profusamente divulgados por medios de comunicación y redes sociales, que dan cuerpo a la narrativa.

Santos, autor de Princesa de Capotillo y otras novelas conocidas, utiliza fragmentos de noticias y declaraciones públicas de los propios líderes y relacionados convertidos en personajes, para enfatizar el hiperrealismo de su narración de temática política.

Para enriquecer los niveles ficcionales, el veterano novelista compone diálogos claramente imaginados, en el contexto de lo posible, como ciertas conversaciones entre Dani Nadime y Leónidas Hernández o entre Leónidas Hernández y su esposa Flor Cerdeño, también aspirante presidencial.

La novela comienza relatando el nacimiento, en el 1951, en la paupérrima comunidad de Río Caño, de Dani Nadime, la criatura que saldría de la pobreza y se convertiría muchos años después en el presidente de la República y en casi “Dios”.

Pero rápidamente la voz narradora empieza a contar las patéticas disputas por la primacía política que determinaron la pérdida del poder del Partido de la Liberación Dominicana en las elecciones del 2020.

Entre los pocos personajes de ficción de Sinfonía de las cacerolas sobresale la asesora Casandra, una especie de voz de la conciencia que le hace acerbas críticas y reclamos al presidente Dani Nadime por sus intentonas reeleccionistas y sus manipulaciones de los casos de corrupción.

En la obra se pueden leer algunas frases reflejos de “verdades” asumidas en ciertos momentos de la política criolla tales como “Nada se parece tanto a la palabra de Dios como la firma de un presidente dominicano”; “Mientras yo respire, a ese que no aspire” y “un penco de candidato”.

La estética de la novela

El tejido escritural de la novela se ha trenzado con los hilos de la hiperrealidad y la sátira. Para mantener la contextura, el narrador apela a palabras y expresiones “mondas y lirondas” del argot popular, a la burla y al uso de metáforas descarnadas. Esas mixturas son determinantes para que se mantenga la vitalidad de una estética corrosiva y ácida, de tendencia partidista.

Un ejemplo es el siguiente párrafo sobre una reunión, para tratar el caso Odebrecht, entre Dani Nadime y el procurador Yanalán Rodríguez, uno de los personales más castigados por el látigo verbal del narrador.

“En la primera reunión no llegaron a ninguna conclusión, porque el caso tenía más espinas que un cactus y más veneno que una cobra Mamba Negra. Sin embargo, sabían que era imposible no lanzar a unos cuantos cristianos a la jaula de los leones hambrientos. Sabían que tenían que embarrar a unos cuantos de su entorno, y no con una crema humectante con olor a gardenias, sino a m...” (p.126).

Otra muestra de parecidos matices es el subsiguiente: “Desde aquella misma noche, la prensa súbdita del gobierno empezó a tirar chorros de excrementos sobre el expresidente Hernández, al que acusaban de haber regalado uno de los patrimonios más relevantes de la nación dominicana. Y al paso de los días la imagen del presidente del PLD se achicaba, se encogía como un trapo de tela de mala calidad” (p.94).

En ciertos pasajes se revela la cultura letrada de la voz dominante y su imbatible mirada sarcástica... “Dani Nadime siguió su rutina cotidiana; las horas transcurrían y una quietud casi inaguantable empezó a trastrocarle el estado de ánimo. Volvió a preguntar si la asesora se había marchado. No, todavía estaba allí, como el dinosaurio de Monterroso, le respondieron” (p.140).

Narrativa de la corrupción

Sinfonía de las cacerolas es la primera novela dominicana centrada en el peliagudo tema de la corrupción en la contemporaneidad que ve la luz, con repercusión pública.

Además, tiene la particularidad de que está inspirada en personas reconocidas de la esfera pública, fácilmente identificables en la nutrida galería de personajes de la narración.

En el acto de puesta en circulación de su obra, efectuado el pasado 27 de marzo, Santos expresó: “Sinfonía de las cacerolas es sobre todo un ajuste de cuentas con el poder, con ese poder que nos hundió hasta el cuello de la ignominia”.

Y agregó: “Esta obra que hoy presentamos quiere dar fe de un tiempo lúgubre de nuestra contemporaneidad; para que quede el testimonio, para que cuando alguien, cincuenta años después, se encuentre con este libro tenga una idea clara de lo que aconteció durante la nefasta era de Dani Nadime y compartes; para que los nietos y bisnietos de estos jerarcas de la perversidad sepan que sus fortunas no fueron hechas al amparo del trabajo digno sino a través del saqueo a los fondos de todos los dominicanos. Para que no se las den de grandes señores, de honorables. Porque han sido juzgados y condenados, al menos, en una instancia moral”.

Días antes, el escritor Avelino Stanley, quien presentó la novela, en la Biblioteca Pedro Henríquez Ureña, exhortaba a los escritores a instaurar en el país la narrativa de la corrupción para crear conciencia sobre este mal que afecta las arcas nacionales y frena el desarrollo del pueblo dominicano.

Al respecto, en su actividad, Santos dijo: “Avelino Stanley acaba de presentar ante el país su libro de cuentos El fabricador de presidentes, que se enmarca en la misma línea de mi novela y que él ha dado por llamar a estos nuevos textos “narrativa de la corrupción”.

En efecto, el 20 de marzo, Stanley puso a circular su libro de cuentos El fabricador de presidentes, que también convierte en materias literarias diversos temas relativos a la podredumbre en el manejo de las instancias públicas y de la vida cotidiana en la postmodernidad y en etapas pasadas.

Los antecedentes de este tipo obras en el país se remontan a la publicación de Los que falsificaron la firma de Dios, del fenecido escritor Viriato Sención, narración inspirada en el expresidente Joaquín Balaguer y sus gobiernos. En torno a este texto se generó una ruidosa controversia debido a que la administración reformista se negó a entregarle a Sención el Premio Nacional de Novela, ganado en el 1992.

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