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Franklin Gutiérrez: “Quien ama la literatura la lleva en los huesos y en las arterias”

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 Franklin Gutiérrez: “Quien ama la literatura la lleva en los huesos y en las arterias”
Franklin Gutiérrez. Foto: fuente externa

Reconocido escritor de la diáspora dominicana, anclado en los Estados Unidos, Franklin Gutiérrez, ganador del Premio Nacional de Ensayo 1999, acaba de publicar su segunda novela, en la que se adentra en los complejos vericuetos de migración, tan en boga en estos tiempos, y explora otros sugestivos tópicos inherentes a la condición humana.

En su reciente visita a la República Dominicana, donde ha comenzado a circular su nueva obra, fue posible conversar con este profesor de literatura caribeña y latinoamericana en City University of New York y autor de 22 libros de diferentes géneros, entre los que se cuentan títulos como Diccionario de la literatura dominicana, De Cementerios, Varones y Tumbas, Diasporando, El canal de la delicia y Las tumbas de Trujillo.

Con El rostro sombrío del sueño americano, usted incursiona por segunda vez en la novela. ¿Qué lo ha motivado a enfocar el tema de la inmigración en esta obra?

La emigración está presente en El canal de la delicia, mi primera novela. Pero en El rostro sombrío del sueño americano, la segunda, adquiere mayor cuerpo y fortaleza, porque los emigrantes que en ella concurren no son solamente dominicanos. Los hay también judíos, colombianos, mexicanos, puertorriqueños, chilenos, españoles, etc., apiñados todos en un espacio físico común: un hogar de ancianos, desde donde cada cual cuenta los momentos críticos y las frustraciones de vivir un en un país con el que no se siente emocionalmente identificado. Quien mejor puede explicar mi motivación para centrarme en el tema de la emigración en El rostro sombrío del sueño americano es, posiblemente, Armando Guerra, el protagonista central: “Tengo una profesión tradicional, un salario decente, una familiar organizada, una vivienda amplia y confortable y tres mascotas; pero ¿qué hacer con mis pesadillas inconclusas, con mis esperanzas truncadas, con mis anocheceres requemados, con mis ristras de pesares que a nadie le importa, con mis raíces y pensamientos dejados atrás? Ese vacío no lo llena nada ni nadie”. Además, es difícil e injusto substraerse de realidades tan punzantes como las que deben vencer los emigrantes en un país que, como Estados Unidos vende, a un precio doloroso, la idea de que sueño americano es la meta mayor a la que debe aspirar un ser humano.

Al parecer el tópico migratorio es recurrente entre los escritores de la diáspora. Son conocidas las obras de Junot Díaz, de Julia Álvarez y de otros autores nuestros que han migrado. ¿A qué cree que se debe esta tendencia?

Esa recurrencia temática es insoslayable, pero no es exclusiva de la diáspora dominicana, sino de la diáspora literaria en general. Desde que el ser humano pasó de sedentario a nómada ha emigrado alrededor del mundo y, con él, todas sus expresiones artísticas. Junot Díaz y Julia Álvarez constituyen un excelente ejemplo de cuanto debe urgirles a las autoridades dominicanas oficiales y privadas relacionadas con el libro situar las obras de los autores nacionales en otras geografías, en mercados distintos al nacional. Tenemos escritores importantes en Estados Unidos, España, Alemania, México, Puerto Rico, Chile, etc.; sin embargo, ¿cuántos lectores de esos países o paisanos suyos establecidos allí consumen su producción. Autores dominicanos de la diáspora, un libro bibliográfico de la autoría de quien suscribe y Sarah Aponte da constancia de la existencia de unos 230 escritores nacionales residentes en el extranjero, y una lectura acuciosa de su producción conjunta revelara la presencia del tema migratorio, pues quien es obligado a dejar su Patria porque esta no le proporciona condiciones de vida decente, siempre la llevara arrinconada en su pensamiento.

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Infografía

Otro de los temas que subyacen en su novela es el de la muerte, que usted ha explorado en libros de investigación. ¿Por qué le llama tanto la atención este asunto?

Mis libros de investigación relacionados con muertos (De Cementerios, Varones y Tumbas y Las tumbas de los Trujillo) versan sobre antropología funeraria, no sobre la muerte como cese de la existencia terrenal. Pronto publicaré un libro con el tema de su pregunta, que titularé Eternidad de la muerte, con el que pretendo alertar a sus posibles lectores de cuán importante es aceptar la eternidad de la muerte, en vez de aferrarse a la inexistente eternidad de la vida. Las religiones nos han enseñado que podemos reencarnar en otros seres vivientes, o que seremos resucitados cuando ocurra la segunda venida de Cristo a la tierra. Me preocupa que, siendo la vida una madeja de complejidades a veces indescifrable, el ser humano siga creyendo en fábulas librescas, y gaste tanto tiempo luchando contra lo imposible. La eternidad solo habita en los cementerios.

Siendo un reconocido y galardonado ensayista, ¿qué lo ha inclinado hacia la novela? ¿Cuáles son sus motivaciones?

Primero, la narrativa me sirve de entremés relajante entre un trabajo ensayístico o bibliográfico agotador y otro. Segundo, me proporciona un espacio donde a la imaginación le es permitido quebrantar la rigidez expositiva del escrito académico, y andar libremente. Eso no significa que la ficción no requiera grandes esfuerzos y prolongadas investigaciones. Más bien, se trata de internarme en un género que me permite mentirillas castigadas por el ensayo. El ensayo me fuerza al cumplimiento de la objetividad, la narrativa se conforma con que le deje ventanas abiertas a la verosimilitud.

¿Qué lo desafía a la hora de novelar? ¿Se traza objetivos?

En realidad, nada me desafía. Soy yo quien desafía los temas para ver si puedo con ellos. O quien desafía a los personajes para intimidarlos y evitar que me venzan. Los objetivos sí hay que trazarlos, es importante saber hacia dónde vamos y cómo delinear la ruta para llegar sin grandes tropiezos a la meta perseguida.

En esta época signada por la explosión de las nuevas tecnologías y las redes sociales, con frecuencia se expresa el temor de que la literatura pueda desaparecer. ¿Cree que realmente pueda suceder?

Jamás ocurrirá semejante barbaridad. Quien ama la literatura la lleva en los huesos y las arterias, fluyendo como corrientes sanguíneas indetenibles. Podría desaparecer el libro físico, que tampoco sucederá, pero la literatura nos es inherente y siempre nos acompañará.

¿Se plantea seguir escribiendo novelas y si es así qué que otros temas lo convocan?

Aún no lo sé. Por lo general las novelas me surgen de situaciones inesperadas, o cuando rememorando el pasado me percato de que he acumulado muchos hechos que merecen ser contados Ojalá que El rostro sombrío del sueño americano no sea la última.

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