Jacinto Gimbernard y su viaje por la vida cargado de reconocimientos Futuro promisorio para la música

SANTO DOMINGO. El paso por la vida del maestro Jacinto Gimbernard Pellerano está registrado en las páginas de la historia del país.

Gracias a la gestión del también maestro Julio De Windt, Gimbernard accedió a recibir en su apartamento a reporteros de DL en donde además compartieron junto a Miriam, una de las hijas que procreó junto a la hoy fenecida pianista Miriam Ariza.

Gimbernard ingresó a la Orquesta Sinfónica Nacional como violinista cuando tenía tan solo 13 años de edad. Era un niño prodigio. Al rememorar la experiencia cuando fue acogido en la institución musical que hoy dirige el maestro José Antonio Molina, aseguró desde que pisó la sala de ensayos recibió el rechazo de viejos robles quienes pensaron no tenía la capacidad para estar allí.

Años más tarde, recuerda, los que tenían ese criterio tuvieron que tragarse sus comentarios, pues un funcionario de la embajada norteamericana acreditada en el país lo convenció para que se trasladara a Estados Unidos. Allí audicionó y fue contratado de la Sinfónica de Dallas donde se convirtió en el primer violín de la misma, así como en la de Cincinnati y Konzertmeister de la Sinfónica de Hannover, Alemania.

“No había sucedido que un jovencito con 13 años entrará a la Orquesta Sinfónica Nacional. Fue un precedente..., mi agresividad como violinista se impuso y los errores que yo cometía eran los que me promovían porque siempre fui un revolucionario. Nunca tuve miedo, no me recostaba de nadie para entrar en el compás indicado”, reseñó al mostrar una que otras fotos de su exitoso pasado en la escena.

De su viaje por la música, la literatura y la diplomacia se siente muy feliz del reconocimiento que logró aquí y en el exterior. “Le dí la vuelta al mundo en la gira más larga que se ha hecho con una la Sinfónica de Cincinnati de Estados Unidos. Su talento recibió el reconocimiento por su talento y versatilidad. Su cotización creció y a partir de ese momento su vida en la música clásica le trajo nuevos colores a su existencia.

Su pasión por la música clásica no lo alejó de la escritura. Una de sus más de 10 obras, Historia de Santo Domingo editada en 1966, se convirtió en libro de texto para la enseñanza.

A pocos meses de cumplir sus 86 años, el laureado maestro de la música e intelectual comentó que su tránsito por la música siempre lo retó.

En Estados Unidos duró más de dos años. Luego retorna al país y ocupa su posición como concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional, institución que llegó a dirigir desde 1980 a 1984.

Un capítulo importante de la vida del artista es el que asumió como embajador de la República Dominicana en Francia, posición que ocupó luego de ser agregado cultural en Inglaterra. Su experiencia por el mundo la plasmó en su libro Narraciones de vuelta al mundo que publicó el Banco Central.

Su entrañable amigo, el maestro Julio De Windt define el desempeño de Gimbernard como estelar. “De gran calidad humana y extaordinario músico. Fue quien inauguró el Palacio de Bellas Artes en la década de los años 1950. En el extranjero elevó el nombre de nuestro país”, dijo.

Gimbernard ve un futuro promisorio para la música clásica y reconoce la labor que desempeña la Fundación Sinfonía que dirige doña Margarita Copello de Rodríguez y el equipo que le acompaña. “Ahora se está anunciando el Festival Musical de Santo Domingo que comenzará el 18 de este mes. Esa labor es realmente extraordinaria y se ha despertado un gran entusiasmo de la mano de esa labor; ahora tiene como director al talentoso maestro José Antonio Molina, quien ha tenido siempre nuestro reconocimiento por su formidable desempeño”.

Severo Rivera