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Entrevista
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Gèraldine de Santis: “Del pasado busco lo que falta por decir, lo que está entre líneas”

La autora ítalo-dominicana acaba de ganar Premio Anual de Literatura Infantil y Juvenil Aurora Tavárez Belliard con una obra que reconoce a 150 mujeres dominicanas

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  Gèraldine de Santis: “Del pasado busco lo que falta por decir,  lo que está entre líneas”
Gèraldine de Santis, escritora.

En estos días, la joven escritora Gèraldine de Santis disfruta del júbilo que le dio la obtención, hace pocas semanas, del Premio Anual de Literatura Infantil y Juvenil Aurora Tavárez Belliard por su obra Dominicanas fuera de serie. +150 mujeres que transformaron la República Dominicana.

La consecución del prestigioso galardón le confirma que en el país el género infantil y juvenil sigue considerándose literatura, algo que hace unas décadas no sucedía.

La narradora y educadora ha estado investigando sucesos de la historia, donde busca “lo que falta por decir”, y que pudo reflejar con su libro Nela, la revoltosa, su homenaje a Ciriaco Ramírez, “el verdadero líder de la Batalla de Palo Hincado, pionero de los antecedentes de la independencia”.

Sobre el laurel recientemente recibido y su profunda visión de la literatura infantil y juvenil y otros tópicos vinculados a su carrera, la autora contestó varias preguntas de Diario Libre, con la bonhomía y delicadeza propias de su personalidad.

¿Cómo ha recibido el Premio Anual de Literatura Infantil y Juvenil?

Lo he recibido con mucha ilusión, mientras estaba de vacaciones en la playa. De inmediato celebré con los amigos que me acompañaban en un atardecer mágico, como los que hay en Samaná. Había asumido que cancelarían el premio por toda la crisis del coronavirus, pero afortunadamente me equivoqué.

¿Qué implica haber obtenido el importante galardón?

A nivel profesional y como gestora de la LIJ dominicana, obtener este premio me confirma que en el país el género infantil y juvenil sigue considerándose literatura, algo que hace unas décadas no ocurría, y que tiene un lugar importante en la cultura, a pesar de que nos falta aún una difusión más sistematizada de las obras de autores e ilustradores. En lo personal, aunque no es el motor por el que nos dedicamos a este oficio, resulta muy satisfactorio recibir el premio, porque además del reconocimiento y la dotación económica, el jurado estuvo compuesto por colegas a quienes aprecio mucho, todos sumamente profesionales y cuidadosos en su rol. No tenía idea de quiénes serían para este 2020, y resulta que trabajamos en otros proyectos durante el último año.

Por otra parte, siento que me emocionaría más aún si los miembros del jurado fuesen los mismos lectores infantiles y juveniles, como sucede en otros países, pero hace falta una revolución para que eso ocurra. Un premio siempre es una alegría.

¿Cómo se presentaría ante el público que no conoce su producción?

Me presentaría como una entusiasta de la LIJ, de las historias que mueven a la infancia a reírse, conmoverse, abrir los ojos, sentirse identificados con otros seres humanos, sean personajes ficticios o reales. Le sugeriría a ese público que se anime a conocer uno a uno a los autores dominicanos de libros para niños y jóvenes, para que además de mis libros, descubran numerosos títulos que les dejarán el corazón y la mente renovados. Hay libros maravillosos en nuestro país que esperan ser leídos por gente de todas las edades.

¿De dónde nace su conexión con la narrativa?

Cuando estuve trabajando como docente hace unos años, conocí una serie de libros estadounidenses de ficción histórica y supe que en ese sistema de enseñanza se yuxtaponen el lenguaje y las ciencias sociales, de modo que la lectura de novelas para niños y jóvenes basadas en eventos históricos es un recurso muy eficiente para conectar con las emociones de los estudiantes, y no solo con la parte cognitiva, que suele ser el único objetivo curricular. Ahí entendí que quería hacer lo mismo con temas dominicanos y comencé con tópicos de la vida común como la tecnología, la inmigración, hasta llegar a otros más cronológicos, como la Reconquista y las dominicanas de nuestra historia. Esa narrativa cercana, pero a la vez con contenido culturalmente relevante tuvo su origen en mis años de profesora e investigadora, feliz coincidencia con la vocación docente que aún hoy me da muchísimas satisfacciones.

¿Qué pasa en su mente antes de escribir?

En inglés se dice ‘I check out’, es decir, me “desconecto”, me “salgo” de la cotidianidad para entrar en la escritura. Elimino el volumen del celular y lo alejo del escritorio, cierro las ventanas de mi estudio, preparo café y agua, y generalmente pongo música de fondo; algún soundtrack de Ennio Morricone, Philip Glass, Ludovico Einaudi...y cuando estoy lista, entro en el mundo que voy a escribir. Reviso, leyendo dónde me quedé la última vez, respiro para retomar ese ritmo, esa voz. Sin ánimo de ofender, porque conozco lo delicado de esa realidad, es como entrar en un estado de autismo inducido, como bucear en aguas profundas... hay que alejarse de la superficie, ir hacia adentro... aunque lograrlo es todo un reto. Nuestra ciudad es muy ruidosa, los vecinos bastante más y en la avenida los vehículos y las construcciones aledañas se empeñan en distraerme. No me dejo, al menos, casi nunca. Cuando salgo del estado de trance, siento como si acabara de nacer. Me cuesta recordar qué cosas tengo pendientes de la vida “real”, que para mí es menos interesante que la que estoy inventando en ese momento. He dejado de dar explicaciones a quienes no comprenden del todo mi estilo de vida... solo los creadores comprometidos pueden realmente identificarse con abrir una ventana hacia el infinito y querer quedarse a vivir ahí.

También investiga sobre el pasado. ¿Qué la motiva a hurgar en lo sucedido?

Hay silencios y omisiones que siempre me han perturbado. Al menos de niña, cuando crecía en la escuela, recuerdo haber tenido curiosidad sobre aspectos que no aparecían en los libros de ciencias sociales; sí, el texto decía que sucedieron guerras, revoluciones... pero me preguntaba, ¿dónde estaban los niños como yo? ¿Y sus madres, sus padres, sus tíos?... ¿Estaban todos en la guerra o se habían puesto a salvo? ...Esos esclavos de los que hablaban, ¿qué sentían? ¿qué tenían para contar? Es decir, en mi mente, se tejía toda una manta de posibilidades que no estaban explícitas en la lectura asignada. Me preocupaba la parte concreta, social de lo que leía. Si les preguntaba a los maestros, se encogían de hombros; no sabían qué responderme, o me daban un sermón religioso que no me cuadraba del todo. Los más empáticos, generalmente las maestras, más o menos guiaban mis dudas, pero los esquemas de la escuela tradicional no ayudaban a explorar estas ambigüedades.

En definitiva, que del pasado busco lo que falta por decir, lo que está entre líneas. Así sucedió, por ejemplo, con mi libro Nela, la revoltosa, que es un homenaje a Ciriaco Ramírez, el verdadero líder de la Batalla de Palo Hincado, pionero de los antecedentes de la independencia, quien fue echado a un lado por el grupo de los hateros de Juan Sánchez Ramírez y enviado a Puerto Rico en calidad de preso político. Solo unos pocos historiadores rescatan su legado, pero aún hoy persisten fuertes incomprensiones de ese periodo que nos atrasó más de tres décadas en cuanto a autodeterminación política. Esas omisiones son las que busco para traerlas a la luz a través de la ficción y aclararlas, especialmente a los muchachos en la escuela media, que aún están interesados en la parte “aventurera” de la historia.

Últimamente, me he dado cuenta de que también me llaman mucho la atención ciertos personajes que tienen en común su extranjería, su amor por el Caribe y su compromiso laboral o social...personas de la vida real con características increíbles.

¿Qué huellas pretende dejar en la literatura?

Sabemos que en los clásicos de la literatura infantil la sociedad anterior a los mediados del siglo XX buscaba otorgar códigos moralizantes, didácticos, a lo leído antes de acercarlo a la infancia, independientemente de que ese no haya sido el punto del escritor, sino todo lo contrario. Con frecuencia, el verdadero sentido de un libro infantil era crear, desde la subversión del creador, desde la alteración del plano de la realidad, un mundo en el que autor y lector ironizaran sobre el mundo de los adultos, volviéndolo de adentro hacia afuera, por decirlo de algún modo, y que tras haber abierto esa ventana a la fantasía, se llevaran sus propias conclusiones. Se necesitaron décadas para entender la LIJ como espacio de evasión y disfrute.

En la actualidad vemos una nueva subversión en la LIJ que reta la antigua idea de que el protagonista vuelve a la normalidad y que todos «vivieron todos felices y comieron perdices», para dejar la posibilidad abierta de que no necesariamente hay un regreso a lo establecido, que no existen los finales felices obligatorios y que los rebeldes pueden quedarse rebeldes y buscar la manera de seguir adelante, lo que es una respuesta posmoderna a la LIJ, que está cada vez más permeada de las preocupaciones contemporáneas de sus autores -afortunadamente para los jóvenes, que pueden verse reflejados, y por ende, reivindicados frente a los padres, a los maestros, a las autoridades, que han pasado a ser guías, más que figuras distantes como era en la época del romanticismo-. Me gusta mucho lo que está pasando con la LIJ a nivel nacional y regional.

En lo personal, me basta con colaborar para que la ficción histórica juvenil crezca a niveles aceptables dentro de los hogares y escuelas dominicanas. Todavía se cree que la LIJ es literatura menor, que es simple de escribir y que sus lectores son mitad personas. Nada más alejado de la verdad. Espero que mi contribución siga los pasos de otros creadores criollos como Virginia Read Escobal, Farah Hallal, César Sánchez Beras, que han colocado temas complejos y difíciles como el luto, la guerra, los cambios, entre otros, al nivel de comprensión de una persona en crecimiento, que en sí misma, -tenga la edad que tenga- está completa. Quiero dejar el pellejo, como decimos en República Dominicana, dejar el alma en esta vocación que tanto amo... si conecta con los adultos, mejor aún, aunque no es mi meta necesariamente. Mi meta es crear ese mundo donde los jóvenes puedan entrar y crecer.

Hablemos un poco de Dominicanas fuera de serie. 150 mujeres que transformaron la República Dominicana. ¿Cómo gestó el proyecto? ¿Qué tanto le costó hacerlo?

El proyecto tuvo una duración de un año y medio, más o menos, entre la investigación, la escritura, la búsqueda de patrocinadores, impresión y lanzamiento. Además del costo material de la impresión de dos mil ejemplares de 225 voluminosas páginas con ilustraciones, la iniciativa respondía a la necesidad de hacer algo al respecto frente a la ola irrefrenable de feminicidios en el país. De alguna manera, entendía que acercando a los más jóvenes a historias sobre dominicanas que aportaron a la historia, más personas y familias se concientizarían sobre la importancia de eliminar la violencia hacia niñas y mujeres. Así, el corazón del proyecto fue donar cien ejemplares del libro a cincuenta centros escolares, veinticinco en la capital y veinticinco en el interior. Afortunadamente, muchas personas apoyaron la iniciativa y donaron para que pudiéramos hacer esas entregas, logrando superar el objetivo. Varias instituciones colaboraron para completar los costos: Grupo SID, Banreservas, Fundación Propagas, Fundación Blandino y Fundación Puntacana. Más adelante, se unió la Dirección General de Aduanas para apoyar ciclos de charlas y entregas en diez escuelas de su programa de responsabilidad social. Finalmente, planificamos un componente de donar el 15% de las ventas a alguna Fundación que trabaje con víctimas de violencia de género, pero en la etapa en la que comenzaríamos, llegó la pandemia del Coronavirus y aplazó esos planes. Esperemos reanudarlos una vez sea posible.

Y en relación con esta obra ganadora del premio anual, ¿cuáles eran sus objetivos temáticos y estéticos? ¿Qué ha buscado con ella?

En una visión local, los objetivos temáticos eran concertar en una misma obra para jóvenes a las pioneras dominicanas de distintas disciplinas. Es importante resaltar esa parte, porque aquí no se habla de popularidad o de fama, sino de las primeras iniciadoras en sus respectivas áreas. En la parte estética, quería provocar una reflexión sobre nuestra forma de ver a las mujeres en el país a través del encuentro de los niños con cada protagonista. La idea era emocionar, sorprender y abrir los ojos a los lectores sobre qué significa ser dominicanas únicas, valiosas y valientes, características que comparten las protagonistas y gran parte de nosotras. En realidad, a pesar de ser un libro extenso, nos quedamos cortas, pues hay demasiadas representantes de lo que es ser fuera de serie en nuestro país y en la diáspora, pero imagínate, había que terminar el libro.

En cuanto a la aprte internacional, quise formar parte del movimiento de LIJ sobre mujeres destacadas de la historia, un fenómeno editorial global que surgió hace unos cinco años y que tiene representantes en muchos países: «Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes» (Italia), ‘She persisted’ (Estados Unidos), Serie «Pequeña y Grande» (España), «Había una vez... mexicanas que hicieron historia» (México), entre otros.

¿Cómo nutre su espíritu?

Para mí el mar es una necesidad. Verlo, olerlo, nadar en él. También la lectura, que es la contraparte de mi oficio, entrar en una conversación con otras mentes, otras visiones. No creo en los dogmas ni en las verdades absolutas, dejo espacio para las interpretaciones, para el derecho al error, los cambios de postura, la evolución personal. Suelo cocinar o hacer trabajos manuales cuando llego a una encrucijada de la que se me dificulta salir. Salgo a dar una caminata al Mirador o veo buen cine para despejarme ante una situación difícil.

Finalmente, elijo concienzudamente a quiénes mantener cerca, porque soy muy empática y las energías de algunas personas me influyen anímicamente. Las risas y abrazos de mis sobrinas, ahijados y amigos, son mi mejor medicina, igual que los ojos de mis pequeños lectores cuando hacemos actividades de lectura. Finalmente, el yoga y la meditación me permiten mantenerme centrada.

¿Una expresión que la refleje?

Mis amigos son mi país. (Emily Dickinson).

¿Qué otros proyectos literarios la ocupan? ¿Qué la reta en esta etapa?

Tengo un par de novelas juveniles en desarrollo y un álbum ilustrado, además de mi trabajo voluntario como presidenta de Ibby Dominicana. El reto más inmediato es seguir creando y manteniendo el entusiasmo durante esta difícil etapa en que una pandemia ha trastornado los planes de media humanidad. Afortunadamente, estoy acostumbrada a los cambios en la trama, a la reescritura, así que espero encontrar otras vías por las que seguir mis planes.

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