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Historiadores expusieron en Azua sobre el pasado sureño

Academia Dominicana de la Historia hizo un seminario acerca de la subregión del valle

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Historiadores expusieron en Azua  sobre el pasado  sureño
Mu Kien Sang Ben y Virgilio López Azuán mientras entregaban el diploma de reconocimiento al historiador azuano Eddie Noboa. Les acompañaban Edwin Espinal, Bernardo Sención y María Antonia Pérez. (KARINA VALENTÍN/ADH)

Con el apoyo de la Universidad Tecnológica del Sur (Utesur), la Academia Dominicana de la Historia realizó en Azua el seminario de historia local “Subregión del valle: historia, economía y sociedad en los siglos XIX y XX”.

En el evento, Utesur y la academia le rindieron homenaje al historiador azuano Eddie Noboa, quien asistió al acto en compañía de sus familiares.

El historiador Edwin Espinal, coordinador de los seminarios de históricos locales de la academia, expuso sobre el tema ¿A machete o a tiro limpio? De armas blancas y de fuego en las batallas sureñas de la guerra de Independencia”.

Espinal Hernández expresó que el coraje de los lanceros seibanos no fue el único factor que sostuvo la defensa de Azua el 19 de marzo de 1844 y que tampoco las armas blancas tuvieron en Santiago, el 30 de marzo de 1844, el sobredimensionado rol que se les atribuye, pues la artillería y la infantería fueron las que definieron aquellos encuentros bélicos.

Observó que los primeros choques con los haitianos, si bien se saldaron en victorias, se llevaron a cabo en condiciones en extremo desventajosas desde el punto de vista de la cantidad e idoneidad del armamento utilizado, el cual, sin embargo, fue beneficiosamente manejado.

“El empeño en contar con armas de fuego pone de manifiesto su rol en las acciones bélicas independentistas y reniega del carácter omnipresente de las armas blancas”, agregó.

Subrayó que el uso de manera principal de fusiles en los combates escenificados y la insistente necesidad de su presencia en los cantones dominicanos dejan por sentado que las armas blancas no fueron las que por sí solas determinaron el triunfo dominicano y que la glorificación que hacen del machete ciertos autores se atiene más a su condición de instrumento indispensable de las masas rurales, protagonistas claves de la guerra y como tales exaltadas indirectamente en los partes y comunicaciones sobre las batallas, al indicarse que las victorias nacionales se debían, ante todo, a sus aceros.

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Infografía
El historiador Edwin Espinal, durante su exposición. (KARINA VALENTÍN/ADH)

En tanto, el historiador Raymundo González, en una conferencia leída por Espinal y titulada “La montería y el ejido de Azua de Compostela en el siglo XVIII. Una aproximación histórica”, expresó que en el caso de las tierras ejidales de Azua, durante la primera mitad del siglo XVIII, fueron objeto de presiones por parte de los dueños del hato de Santa Bárbara quienes pretendían que dichas tierras pertenecían a su propiedad.

Añadió: “En la cuarta década de esta centuria la importancia económica de los hatos de la región estaba en la cúspide, ya que en este periodo crecía con rapidez el comercio de ganado en pie con la colonia francesa vecina. Por esta razón no era de extrañar que los intereses económicos ligados al comercio ganadero con los franceses vulneraran el derecho consuetudinario de los vecinos de Azua, quienes para las fechas de este pleito vivían en gran parte de la montería”.

Dijo que a partir del expediente seguido en la alcaldía y luego en la Real Audiencia, e puede establecer lo que fue la lucha de los habitantes de Azua, quienes defendían sus monterías para la sobrevivencia, contra los propietarios de hatos cercanos (como el de Santa Bárbara), aliados más adelante a las autoridades del Cabildo, quienes estaban interesados en apropiarse el ejido de la villa para ampliar sus hatos y negocios de ganado con la vecina colonia francesa.

Afirmó que durante el largo pleito que se extendió por más de una década y terminó con el despojo de los monteros vecinos de Azua, todavía esta villa era reconocida como el centro de poder en la región suroeste, ya que había sido la más occidental de la colonia, tras las devastaciones de inicios del siglo XVII, y su jurisdicción alcanzaba a los valles de San Juan y el de Neiba.

De su lado, Mu Kien Sang Ben, presidenta de la Academia, se refirió a su libro “Buenaventura Báez : el caudillo del sur (1844-1878)”, y afirmó que el azuano fracasó en todos sus proyectos políticos.

Otras exposiciones

En el evento, efectuado en el salón de actos de Utesur, también expusieron Bernardo Sención Pérez, quien se refirió a la “Evolución histórica de la provincia de Azua”; Apolinar Medrano, acerca de los “Monumentos tangibles e intangibles de la provincia de Azua” y Juan Félix Taveras Merán, en torno a las “Manifestaciones culturales de San Juan: la cofradía del Espíritu Santo”.

Igualmente, Virgilio López Azuán, rector de la Utesur, disertó en relación a las “Costumbres, mitos y creencias en la subregión del valle” y María Antonia Pérez y Lucy Arraya se refirieron a otros aspectos sobre Azua y el sur.

En su exposición, Sención Pérez habló sobre los aspectos geográficos, históricos y económicos de Azua.

“El progreso de la ciudad de Azua tomó mayor auge con el descubrimiento de las minas de oro y cobre en el año 1508 y la instalación de los ingenios de azúcar. Los ingenios llegaron a tener la más alta reputación por la fertilidad con que crecía en sus terrenos la caña de azúcar”, indicó.

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Infografía
El historiador azuano Apolinar Medrano. (KARINA VALENTÍN/ADH)
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