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Entrevista
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Jeannette Miller: “Me he conmovido ante situaciones que creía enterradas”

La autora, que acaba de publicar su novela Color de piel, cree que el acto de escribir es una experiencia de soledad

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Jeannette Miller: “Me he conmovido ante situaciones que creía enterradas”
Jeannette Miller, escritora dominicana.

La dominicana Jeannette Miller, figura cimera de la generación literaria de los años sesenta, ha publicado recientemente la novela Color de piel, en la que hace un profundo ejercicio introspectivo y se sumerge en las memorias histórica y emocional para recrear episodios que marcaron su existencia, la de los suyos y la vida reciente del país.

Discreta como es, la narradora, poeta, crítica de arte e historiadora no ha salido a promocionar el libro, publicado por Santuario, pero su obra se está leyendo con atención, por la relevancia de la autora y sus personalísimas miradas sobre esas duras etapas reflejadas en su narrativa, que seguramente están removiendo emociones, sobre todo de lectores de esos difíciles tiempos pasados.

La escritora accedió a responder preguntas de Diario Libre acerca de sus creaciones y de su prolongada carrera, que le ha acreditado como una de las principales voces de la literatura nacional.

Durante la cuarentena de la pandemia, ha estado circulando su nueva obra, Color de piel. ¿Qué ha significado la escritura y publicación de esta novela?

Era algo que tenía pendiente, que tenía que hacer, principalmente para mis hijos. No soy dada a hablar de las cosas que me han sucedido ni a quejarme. Por eso muchos aspectos de mi vida no eran conocidos por mis hijos y quise que los conocieran.

En la narración, hace un recorrido por la historia reciente del país hasta nuestros días. ¿Hizo ese trazado como parte del plan de trabajo o fue surgiendo?

Había iniciado esa novela hace muchos años y no me animaba a publicarla por el carácter personal de varios de los acontecimientos que presenta; no por mí, sino por los familiares que alude. Después de terminada la novela le quité muchas páginas y algunos capítulos.

En relación al trazado no fue difícil porque resulta un texto lineal y los acontecimientos se dan apegados a una cronología histórica real, por lo que la inserción de cada individuo estaba ligada a la época a la que pertenecía, y a los acontecimientos que sucedieron entonces. Naturalmente que cuando diseñas un personaje no terminas con él hasta que cierras el libro, en este sentido, cada vez que leía el texto aparecían anécdotas que enriquecían el personaje, y que naturalmente eran inventadas. De ahí, que los hechos reales actúan como punto de partida del argumento pero gran parte del libro es ficción. Por eso es una novela y no una memoria.

¿Cómo fue su experiencia en la exploración de la memoria emocional para escribir la obra?

Podría decir que mi experiencia fue igual a cuando he escrito otras narraciones. Investigué y sopesé mucho la veracidad de los hechos históricos que apoyaban mis interpretaciones. Cada título de capítulo está encabezado con una fecha y una localidad, y esto lo hice para garantizar la ubicación del lector en la época que trataba. Sin embargo, al leer la obra después de publicada, me he conmovido ante situaciones que creía enterradas.

¿Quiso revelarse tanto en esta obra o simplemente fue catártica?

No “quise” ninguna de las dos cosas. Pero viendo el proceso desde lejos, creo que resultó catártica, principalmente en la parte que concierne a Isabelle.

¿Ha sido una escritora lúdica o sufrida?

No podría juzgarme a mí misma, aunque preferiría ser lúdica. El término sufrida no va conmigo.

Se dice que todo escritor escribe siempre de sí mismo. ¿Es cierto?

Definitivamente creo que sí. Lo primero es que partes de un punto de vista, de un juicio que ya está proyectando tu visión del mundo y de la vida. Por otro lado, aún en el tratamiento del personaje más distinto a ti, se filtran aspectos imperceptibles que forman parte de tus vivencias , y esto sucede muchas veces de manera inconsciente.

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Jeannette Miller en el 1972.

Es una autora polifacética. ¿Cómo hace el tránsito entre distintos géneros?

Para mí es algo natural, cada género demanda un tipo de trabajo distinto. Y pasar de uno a otro es, para mí, una especie de descanso. Conocer el aspecto técnico de los distintos tipos de escritura me ha ayudado mucho. He sido profesora de Lengua Española toda mi vida y conservo el hábito de corregir, tachar, eliminar. Observar si los tipos y niveles de lengua corresponden a lo que te propones, etc. Puedo ser muy crítica conmigo misma.

Se dio a conocer a través de la poesía. ¿Qué le ha pasado en los últimos años en que no hemos visto publicados nuevos poemas suyos?

Siempre escribo poemas. En el 2017 la Dirección de Publicaciones del Banco Central de la República Dominicana publicó una antología de mi poesía de 502 páginas que abarca desde 1962 hasta 2016 con el título Testigo de la luz, los poemas al final del libro son de los últimos años. Igualmente acabo de publicar un libro de poemas con el título Oraciones, que estaba supuesto a circular en la Feria del Libro Católico y que pronto estará a disposición del público.

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Jeannette Miller y Miguel Alfonseca, destacado poeta de los años sesenta.

En su experiencia de vida, ¿qué es lo más importante para dejar huellas en la literatura?

La calidad de lo que escribes.

Pero habría que preguntarse si un escritor de 2020, espera dejar huellas en un mundo que enfrenta una extinción de la mayoría de lo que ha sido válido hasta hoy.

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¿Cómo protege su escritura del mundanal ruido?

Para mí el acto de escribir es una experiencia de soledad. No formo parte de grupos ni capillas, ni comparto lo que escribo. Cuando termino un libro ya ese escrito tiene su propia vida y recorrerá el camino que le toque. Lo que verdaderamente me interesa es que cuando alguien lea lo que he escrito, experimente ese encuentro crítico con el texto, ejerciendo así un acto de libertad.

¿Está escribiendo alguna obra en estos momentos?

Tengo cinco libros pendientes: dos de historia del arte, uno de ensayos, uno de cuentos, todos terminados, y una novela en boceto con el título Sudaca, un término peyorativo utilizado para referirse a los naturales de la América de habla hispana.

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Hace unos meses la Academia Dominicana de la Historia anunció que usted ingresará en esa reputada entidad como miembro de número. ¿Qué le pareció su elección?

Me sorprendió por la importancia que reviste. La Academia Dominicana de la Historia es un organismo de gran prestigio, ganado por el trabajo constante que realiza en investigaciones, publicaciones y actividades que contribuyen a encontrar los ejes de nuestra identidad como país y como pueblo. Por otro lado, muy agradecida a quienes formaron parte de la propuesta y a quienes la aprobaron.

Muy dinámico, con excelentes escritores jóvenes y mujeres brillantes, de las cuales tú eres un ejemplo de primera. En este sentido es importante destacar la gran cantidad de mujeres escritoras que han surgido: poetas, cuentistas, novelistas... que todavía no se les toman en cuenta o no ocupan el espacio que merecen. Desgraciadamente, todavía los hombres escriben sobre los hombres, herederos de un hábito de siglos donde la importantización parte de un concepto discriminatorio.

¿Alguna recomendación para quienes pretenden escribir literatura?

Leer, leer, leer... Escribir, escribir, escribir... Y cuando el texto esté listo, guardarlo en una cajita con llave para releerlo en frío un tiempo después, como si fueras tu peor enemigo.

¿Cómo ha podido descollar sin pretender estar en la palestra?

Creo, firmemente, que es un regalo de Dios.

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