Kalamata, el restaurador de muebles
Jordi Molina quiere conservar parte de la historia con su arte
Eddy Vittini
El taller de Jordi Molina es como una máquina del tiempo que te transporta a diferentes épocas, cuando los muebles en madera eran obras de arte en si mismas. El olor a madera y las resinas se impregna en el cerebro con un aroma a antiguo. Verlo trabajar es ver a un artista apasionado por su oficio. Con gran habilidad de artesano devuelve el esplendor a muebles y objetos de madera castigados por el tiempo, muchos de ellos pasan de generación en generación esperando otra oportunidad.
Jordi Molina Figueras Girona, español nacido en Cataluña de 49 años, es un restaurador de madera que lleva por seudónimo Toti Kalamata. Su historia con la restauración de madera inició a los 16 años de edad, cuando en una escuela taller una amiga le mostró un caballo de madera restaurado y desde entonces sintió una fuerte afición por la restauración.
En el año 1993 se propone ir a Italia para estudiar restauración hasta el año 1995 en el Istituto per l’Arte de il Restauro, donde también toma algunos cursos sobre asesoramiento de alimentos y bebidas, para trabajar y costearse sus clases de restauración.
Su historia con República Dominicana inicia en noviembre del 2012 cuando llega al país inspirado por los cuentos de piratas y por el clima caribeño.
Tiene en mente dos proyectos. Uno es dar formación sobre restauración de madera a quien se lo pida, ya que entiende que es un oficio muy escaso en el país y no hay personas que trabajen restauración de madera antigua de forma correcta, a su entender por falta de conocimiento. El otro proyecto es poder tener la oportunidad de restaurar objetos patrimoniales dominicanos.
Para el proceso de restauración de la madera Jordi utiliza diversos materiales como goma laca lemon, que es un material purificado que se obtiene de la secreción resinosa de la hembra del insecto Laccifer lacca, que habita en lugares del sudeste asiático como Indonesia o Sri Lanka y se adquiere en forma de escamas color naranja-rojizo que son disueltas en alcohol etílico (96°c).
La sandáraca que es otra resina amarillenta que se obtiene del enebro, del arar y de otras cupresáceas. La resina es un exudado natural del árbol, pero se estimula su producción realizando incisiones en las cortezas.
El barniz que es una capa protectora transparente que ofrece un acabado con tonos que imitan los colores de las distintas maderas. A diferencia de las ceras y aceites, los barnices crean una auténtica capa protectora impermeable, protegiendo la madera de los agentes externos y las pequeñas erosiones.
Jordi nos cuenta que en su oficio hay que ser muy discreto, no le gusta hacer público los muebles que restaura para clientes particulares.
Ha trabajado en la restauración de las puertas del Museo del chocolate en la calle Isabel la Católica, diferentes restauraciones de muebles casas privadas en Punta Cana, muebles del lobby del hotel Embajador, restauración de los marcos en el museo Uffizii en Florencia y muebles modernistas del arquitecto novecentista español Rafael Masó.
Antes de dejar su taller expresa con una mirada serena que le encantaría enseñarle a dominicanos el oficio de restaurar madera y de esta forma devolverle algo a esta isla que le ha brindado tanto.
Si quiere conocer más sobre el trabajo de Jordi Molina visite Totikalamata.com
Eddy VittiniFotógrafo y músico dominicano.
Continuar con Google