Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Libros
Libros

Letra Muerta: el libro desde el diálogo y la resistencia

Faride Mereb nos acerca a la apuesta del libro como experimento y su inesperado éxito desde la convulsionada Venezuela.

Expandir imagen
Letra Muerta: el libro desde el diálogo y la resistencia
Faride Mereb, diseñadora y directora de la editorial Letra Muerta. (JUSTO FELIZ/DIARIO LIBRE)

SANTO DOMINGO. Más allá del lomo, de la portada, la contraportada y las páginas impresas, un libro puede elevarse a otro espacio, uno en el que su contenido define una forma distinta de existir. Una apuesta que la diseñadora y editora venezolana Faride Mereb hizo hace tres años en medio de las convulsiones sociales y políticas de su país, y que ganó.

Letra Muerta es el nombre de la editorial que dirige y que resucita la tradición del libro como objeto, aunque prefiere llamarle “fenómeno objeto”, rescatando escritores relegados a los archivos bibliotecarios, devolviendo al presente la herencia literaria guardada y casi olvidada.

Cinco ediciones, la primera de ellas agotada, han demostrado la relevancia de la labor que realiza junto a Néstor Mendoza, Diosce Martínez, Graciela Yáñez y Carlos Alfredo Marín; y que se está convirtiendo en referencia para el mundo editorial de América Latina.

En una visita a República Dominicana para impartir un taller y varias charlas, invitada por la Librería Mamey, Mereb conversa con Diario Libre sobre su vocación de arqueóloga literaria, desde su visión de una joven de 28 años que creció amando los libros, y del arte que los convierte no solo en un medio de lectura sino también en una obra para admirar.

P. Todos tenemos un concepto formal del libro, de páginas para leer. ¿Cómo es esto de trabajar el libro como objeto, pensarlo no solo en el contenido sino en la forma?

R. Mucha gente pregunta si hacemos libros objetos, porque es la manera en que el medio percibe el tipo de libros que tienen un desarrollo formal más complejo, y con desarrollo formal me refiero a que la parte tangible, la forma. Digamos, lo que tocamos, lo que vemos, sea algo industrial, algo serializado y por esa misma rapidez se han ido perdiendo algunos detalles que se hacían antes, cuando los libros eran hechos a mano o había más tiempo para detenerse y observar algo.

Las características de estos libros es que están basados en el contenido. Toda esa parte experimental, toda esa parte de diseño de autor, viene directamente de un diálogo que se establece con la persona que escribió el libro, con lo que el texto te está diciendo.

Robert Bringhurst, que es un poeta y tipógrafo canadiense que me gusta mucho citar, dice que la tipografía existe para honrar el contenido, entonces si la misma tipografía, signos y símbolos están allí para hacer justicia a lo que una persona está tratando de decir, lo mínimo que puedo hacer es tratar de darle al lector una experiencia lo más cercana posible a lo que el autor quiso decir, pero desde la parte visual y tangible.

Entonces, el termino libro objeto no es un término con el que yo me siento identificada. No critico que la gente lo use, pero no es un término que personalmente usaría. En nuestra página nosotros decimos fenómeno objeto.

¿Fenómeno objeto?

Sí.

La palabra fenómeno da a entender algo extraordinario, maravilloso o poco común

Fenómeno es un término digamos bastante marcado en un teoría de Robert Escarpit, que tiene un libro que se llama “La revolución del libro”, donde dice que a pesar que un libro se vende y se compra no es mercancía, de que solo el contenido no es un libro y que solo las páginas sin escribir son un libro. Entonces, ¿qué es un libro? El libro es un fenómeno complejo, dice Escarpit. Para mí, fenómeno, tratando de asociarlo un poco con esta tradición en torno a libro en la sociedad, vendría siendo toda esa experiencia que deriva la producción, el estudio, la escritura del libro.

Expandir imagen
Infografía
Edición de “Espacios para decir lo mismo”, de Hanni Ossott. (FUENTE EXTERNA/LETRA MUERTA)

¿Por qué apuestas a este fenómeno en este marco de discusión, que ya lleva muchos años, de que lo digital desplaza al libro impreso, que los más jóvenes no leen en papel, no compran libros?

Primero, a pesar de lo que mucha gente considera, no estoy cerrada para nada a los libros digitales y a las nuevas tecnologías. Incluso, hago libros digitales y post para clientes y mi esposo trabaja con realidad aumentada, webs, en realidad aumentada para niños. Yo estoy abierta a todas las nuevas posibilidades.

Sí opino, con bastante firmeza, es que estamos en un periodo de transición donde quizás estos medios todavía no están tan avanzados para llenar nuestras expectativas en el sentido en que el libro impreso sí puede hacer.

Todas esas tecnologías digitales están basadas en los mismos principios de libro impreso y no son impresos. Un PDF no es un libro digital, pero un ebook no llega a ser lo que podemos esperar de un libro. En este momento es difícil decir algo concreto, quizás en un futuro se puede hablar con más certeza o hacerse un estudio sobre los libros digitales, lo que sí me parece es que cada vez tiene más importancia el libro impreso. Quizás lo que he visto es que los tirajes son menores, pero gracias a eso la gente aprecia más. Me parece que los libros están llegando a las manos indicadas, quien quiere leer un libro lo va a buscar, sea como sea.

Y, bueno, otro detalle es que a mi parecer ahora hay géneros que no se prestan para dispositivos digitales. Por ejemplo, en Kindle he leído ensayos. La mayoría de gente que conozco usa el Kindle para leer narrativa, pero un género como poesía me parece bastante difícil. Primero por los silencios, el quiebre de las palabras, y a uno como lector, como usuario, cuando tienes contacto con el dispositivo puedes agrandar la letra, la tipografía, y hay un quiebre de versos que no es el correcto. ¿Cómo sabes que eso fue lo que quiso decir el autor? El mismo trabajo del editor es dar una segundo opinión de lo que dijo el autor y uno a través de la tipografía y la diagramación tiene bastante cuidado para cuidar las palabras.

Me parece que aun estamos en un proceso coyuntural.

De hecho, tu editorial ha editado solo poesía.

Bueno, sí, y entrevista literaria.

El primer libro de Letra Muerta fue de una periodista venezolana, Miyó Vestrini. Con ella iniciaste tu proyecto editorial. ¿Es un buen pie para iniciar un proyecto editorial el rescate de escritores y obras que tienen años y décadas sin editarse?

Me gustaría decir que fue a propósito, pero no lo fue. Mi formación es en artes. Yo estudié diseño y luego estudié Licenciatura en Arte. He estudiado diseño social, pero siempre en paralelo a estos estudios relacionados a la imagen he hecho estudios de literatura, pero lo atípico es que no tengo producción literaria, lo hago como para comprender mejor a los autores y en ese mismo proceso descubro la poesía de Miyó Vestrini y encuentro que no hay ningún libro disponible en ninguna librería, ni hay casi nada en internet. Hay citas apócrifas circulando por ahí, hay gente que no sabe quién es, ni los mismos estudiantes de Letras sabían quién era ella y eso me causó curiosidad.

Empecé a investigar en la Biblioteca Nacional, a hacer entrevistas. Me parece que en este tipo de casos, cuando no hay referencias bibliográficas, las fuentes testimoniales son claves. Y al cabo de cinco o seis años conseguí unos poemas inéditos. ¿Cómo sabía que eran inéditos? Porque de tanto leer una autora, lees algo y sabes que son las imágenes y recursos de esa autora, y que esto no ha sido publicado. Consultando con la familia, resultó ser inédito. En medio de mi ignorancia y mi, digamos, extrema confianza, decidí que quería publicar esos poemas.

Un tanto difícil a nivel económico e investigativo, el tema de los derechos también me costaron. Todo lo fui aprendiendo en la marcha. Cuando voy a publicar el libro me pregunto quién soy yo en el mundo literario para estar publicando los poemas de una de las voces más fundamentales de la poesía venezolana, con 23 años y no viniendo del mundo de las letras.

Dije, bueno, voy a poner el nombre de una editorial, porque se va a ver que es un grupo de personas, que es una organización, y se ve con un proyecto más sólido. Pues con una amiga de letras de la Central (Universidad Central de Venezuela) que hizo la corrección del libro y yo. Y nace Ediciones Letra Muerta.

Expandir imagen
Infografía
“Poemas”, Ida Gramcko. Finalista en Latin American Design 2017, en la categoría Editorial. (FUENTE EXTERNA/LETRA MUERTA)

¿En qué momento decidiste que no sería un libro cualquiera, el libro común de portada y páginas? ¿Cómo decides hacer de este libro experimental, fenómeno?

A mí me pareció que después de tanto trabajo, hacer un libro de bolsillo común sería injusto con la autora y desde siempre mi interés por estudiar diseño y arte fue por el hecho de que amo los libros. Desde niña me gustaban los libros, me interesaba como se hacían, tenía mi biblioteca, fui asistente de la bibliotecaria en mi colegio y tenía un tiempo investigando los medios impresos en Venezuela y siempre había seguido el trabajo de Álvaro Sotillo y la imprenta Exlibris, que es una imprenta de tradición.

Exlibris está dirigida por Javier Aizpurua, que trabajó durante 18 años en Editorial Arte, donde se imprimió el primer libro venezolano que ganó la Letra de Oro en Alemania (de la Fundación Stiftung Buchkunst, en Leipzig), diseñado por Álvaro Sotillo. En el año 1985, funda Exlibris donde se han impreso otros dos libros que han ganado la Letra de Oro en Alemania, en teoría, la cuna de la imprenta. Somos el único país en Latinoamérica que tiene letras de oro por libros más bellos del mundo. Eso me llenaba mucho de orgullo, entonces ese libro también es parte de una influencia dejada, de una tradición gráfica en el país.

El plegado francés, digamos que se hizo por primera vez en Venezuela en las manos de Javier Aizpurua y es una característica en la obra de Sotillo y siendo admiradora y estudiosa de su obra y teniendo un libro de pequeño formato en un papel económico como lo es el bond. Bueno, nada en Venezuela es económico. Un papel noble, digamos, el bond. Me dije que iba a ser un libro muy delgado, de un treintaidosavo, como la mitad de tu cuaderno. ¿Cómo hago yo para darle más cuerpo a este libro? Y por ahí fueron mis investigaciones. Me reúno con Álvaro Sotillo y su esposa, Gabriela Fontanilla, que también es diseñadora. Me dieron varias indicaciones, me guiaron y tuve la oportunidad de coincidir con Javier Aizpurua en la Feria de Altamira (Venezuela), a finales de 2014, luego de la serie de protestas fuertes contra este gobierno, porque todo esto nace en medio de la crisis.

Coincido con Javier Aizpurua y le comento de mi proyecto, que puedo decir, ahora es mi socio. Tenemos trabajando tres años juntos, soy parte del equipo de Exlibris desde principios de 2015 y ya vamos para el sexto libro.

¿Cómo me describirías ese primer libro de Letra Muerta?

El libro consta de dos tomos y una sobrecubierta. La sobrecubierta y los dos tomos lo que hacen es mostrar un proceso temporal. Por un lado, tenemos un tomo cuya tapa son manuscritos y otro tomo cuya tapa son tipos digitales. Tú ves allí el paso del tiempo, la digitalización de sus manuscritos. El tomo de los manuscritos tiene fotografías inéditas, recorte hemerográficos, mecanografiados con correcciones de la autora y ahí hay, primero de parte del lector, una cercanía con lo mismo que experimente a la hora de investigar, que son papeles sueltos, desordenados, y entre esos papeles está la razón de porqué el libro se llama “Una buena máquina”, porque está una prueba de mecanografía de la autora, probando una máquina de escribir.

El primer tomo se divide en tres partes. Tiene una introducción de Lisa Maggi la mejor amiga de Miyó, el prólogo que lo escribí yo y las tres secciones. La primera son poemas escritos en la misma época con título, ordenados y titulados por la autora, la segunda son prosas poéticas que no llegaron a convertirse en poemas. Porqué digo en convertirse, porque en el proceso de investigación descubrí que el proceso escritural de Miyó estaba basado en escribir muchas páginas, de convertir eso en prosa y después colocarla en versos. Había hasta trece versiones de un mismo poema.

Hice una réplica de los manuscritos de libros raros y archivos de la Biblioteca Nacional de Venezuela. Era una resma así (indica con las manos el grosor abultado del archivo) y a color, porque por medio de los colores, que te dicen la época y con cuál máquina.

La segunda parte es prosa. Y la tercera parte son poemas de varias épocas, porque perteneció a varios grupos literarios, pero como no podía establecer un orden concreto porque eran papeles desordenados, lo que hice fue tratar de ser más fiel y después que hice un orden me reuní con especialistas en el área y todos coincidieron que si tenía tantos años haciendo esto creo que la que tiene el criterio de establecer el orden era yo.

Les fue muy bien con ese primer libro, porque ya llevan cinco, inclusive el de un escritor contemporáneo. ¿Cómo fue la recepción de ese primer libro y luego cómo vino todo lo demás?

Bueno, fue muy raro. Cuando publique ese libro pensé aquí dejé mis ahorros y puedo morir en paz, si me pasa un camión por encima sé que quedó algo que hice. Pero a los seis meses el libro estaba agotado.

¿Y de cuántos fue la tirada?

De 500 ejemplares. Un buen tiraje para ser poesía.

Y un libro experimental

Bueno se agotó y a mí me pareció muy importante, como lo que yo invertí era todo lo que tenía me dije no este dinero no lo puedo tocar, es algo importante. Con ese dinero compré papel para otro libro. No sabía si iba a imprimir otro libro. Y como seguí investigando, indagué la parte periodística. Los inicios del periodismo literario, entrevista literaria. Si lees las entrevistas de Miyó, al filo de la media noche, segundo libro “Al filo”, parecen prosas poéticas. Es increíble la manera en que ella abordaba el autor.

Ahí hay entrevistas que le dicen ping pong. Ella hacia cada siguiente pregunta a partir de la respuesta del entrevistado. Y dentro de la entrevista hay tres voces, no dos. Está la entrevistadora, Miyó, que habla en voz alta, el entrevistado y el pensamiento de Miyó. Eso fue un reto a nivel tipográfico.

Ese segundo libro digo con él pago la deuda que tenía con el primero, porque compré el papel. También le fue muy bien. Ese libro ganó el premio latinoamericano de diseño, me invitaron a participar en Ars Libris en España, en Art Books en Colombia. Pasaron muchas cosas. Y de ahí salió el tercer libro (risas).

Expandir imagen
Infografía
“Me gustaría pensar que considerarán el trabajo que hacemos bueno independientemente de la situación” (JUSTO FELIZ/DIARIO LIBRE)

Te dijiste: okey, me voy a dedicar a esto de los libros...

Ya somos cinco personas, además de las que trabajan freelance, la revista digital, tenemos una librería en línea...

Venden t-shirts, bolsos... También veo que tienen una colaboración con otro espacio...

Fundación para la Cultura Urbana.

De verdad que ese momento de fe en esa primera investigación ha crecido bastante. ¿Cómo se han hecho con la crisis del papel en Venezuela?

Es la pregunta más recurrente. Me gustaría pensar que considerarán el trabajo que hacemos bueno independientemente de la situación y me gustaría creer que lo es porque he visto nuestros libros compartir espacios en otros países con otros libros y sin que se sepa de qué país son, son libros que son considerados buenos.

Pero definitivamente es muy difícil en Venezuela. Casi no se produce nada, todo es importado y lo que pudiese ser un papel de por si costoso en otro país, nosotros le tenemos que sumar el costo de importación en un dólar paralelo, porque el oficial nada más el gobierno tiene acceso. Digamos que el panorama editorial se ha visto bastante convulso, porque los libros que edita el gobierno son libros que hace años tenían un tiraje de 35 mil ejemplares y ahora tienen, según dicen en su colofón, de 5 mil, quien sabe si en verdad son 5 mil, y son de autores que les conviene, con una calidad bastante baja. Lo que queda para el resto de nosotros es hacer unos libros que le hacen frente a esto, resistencia a esto, aun con un costo de 200 por ciento, porque ellos tienen acceso al dólar de 10, y nosotros al de 100.

Cuesta muchísimo. El libro más reciente que hicimos toda la cubierta tiene una tela alemana. La gente me dice que cómo consigo esa tela alemana, esa tela alemana está agotada pero quedaba un poco en el depósito, y como el tiraje era tan bajo me la vendieron. Hay que ingeniárselas.

¿Usualmente el tiraje de libros en Letra Muerta es de 500 ejemplares?

Nosotros empezamos con 500 ejemplares en el primero y en el segundo. A partir del tercero decidimos que los libreros experimentales y de la colección Archivo, como le llamamos, serían de 150 ejemplares. Se hacen 150 ejemplares de un color para otros países y 150 ejemplares para Venezuela. La diferencia, además del color, es el precio. Colocamos un precio que se financia con las ventas afuera, para poder tener un costo accesible en Venezuela y los libros se financia con las ventas afuera. Por eso es tan importante invitaciones como estas.

¿Cómo llegaste de invitada a República Dominicana? ¿Qué esperas de esta experiencia?

Participé en el 2014 y 2015 en la Feria Iberoamericana de Arte, en la segunda vez que participo es con el libro “Una buena máquina”, allí tuve la oportunidad de conocer a Gerardo Zavarce, curador e historiador que actualmente reside acá (República Dominicana) y que me contacta para ver si enviaba algunos libros a la librería Mamey. Luego empezamos a intercambiar correos. Estaba también desde hace un tiempo con el interés por la Escuela de Altos de Chavón. Creo que tomó alrededor de seis meses de conversaciones y dos meses de realmente tratar de concretar para venir y solo tengo palabras de agradecimiento porque para mí cualquier lugar que me inviten para hablar de lo que hacemos en Venezuela siempre es halagador.

¿Conoces algo del mundo editorial dominicano?

Estoy preguntando desde que llegué y nadie me da una respuesta concreta (risas). Me han ofrecido un material sobre la historia de la imprenta en República Dominicana. Tengo una investigación sobre el libro en Venezuela y me interesa lo qué pasaba en paralelo en otras partes del Caribe.

Como última pregunta te haré la que creo suelen hacerte de primero. ¿Por qué Letra Muerta?

¿El nombre?

Letra Muerta es un término legal. Es cuando algo pierde vigencia, pierda validez, cuando un documento pierde validez. Digamos que un contrato que nunca fue firmado o la fecha de un acuerdo que nunca se cumplió y eso deja de tener vigencia y pasa a ser archivado. Como la mayoría de los textos que me han interesado han sido textos que fueron ignorados o no fueron reeditados o fueron editados en primer lugar y estaban archivados rescatar eso del archivo y poder publicarlos es como hacer uso antagónico del término.

Y algo que me gusta mucho es que el término letra muerta tiene la palabra letra y como soy amante de la tipografía, de hecho quiero especializarme en el área de tipografía para texto, me parece que tiene una doble connotación, por un lado la parte archivística y por otro la parte tipográfica.

TEMAS -
  • Libros