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Lo mágico, real e imaginario en la novela “Idolatría”

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Lo mágico, real e imaginario en la novela “Idolatría”
Jimmy Sierrra, escritor.

Gabriel García Márquez exponía al crítico literario Plinio Apuleyo Mendoza, en "El Olor de la Guayaba", las claves de su emblemática "Cien Años de Soledad" y las premisas reales de una obra cargada de magias y misterios.

El legendario coronel Aureliano Buendía encarna la figura del militar y político colombiano Rafael Uribe Uribe, que se embarcaba en constantes aventuras y contiendas que siempre perdía.

Juan Rulfo también planteaba en la entrevista española “Cuadernos de Ágora” los parámetros de sus obras más conocidas, acabada expresión del realismo mágico, matizadas bajo el influjo de la violencia, el surrealismo y la magia.

Decía que íntimos recuerdos de su niñez en su natal Apulco y en Guadalajara, donde pasaría a la muerte violenta de su padre, recrean el escenario de su Comala imaginaria y otros aspectos vivenciales de "Pedro Páramo" y "El Llano en Llamas".

En la novela "Idolatría", Jimmy Sierra conjuga, como buen narrador, vertientes mágico-religiosas e imaginarias con enjundioso rejuego entre la realidad y la ficción; es decir, lo real y lo imaginario.

En ella gravitan pasajes intersticiales en los que el autor se auxilia de la metáfora como vínculo mágico de la narración, respecto a la tangibilidad de los hechos. "Idolatría" muestra su formación universal, edulcorando sus percepciones e inflexión respecto al discurrir de los hechos, la política y su concepción del mundo.

Es, pues, diría que una especie de catarsis impregnada en los rastros francos de su memoria y de sus recuerdos.

En la estructuración del mensaje, Sierra presenta variadas figuras y elementos lingüísticos (ironía, sinécdoque, metonimia, hipérbole, alegoría, metáfora) que les sirven de marco para plantear variados episodios de nuestra historia que formula en la difusa frontera entre la realidad y la ficción.

Olivorio Mateo o Papá Liborio resume la religiosidad mesiánica y la rebelión contestataria frente a la invasión de su terreno, su espacio.

En términos históricos, esta legendaria figura emerge de la siquis de una población ignara y alucinada sobre perspectivas mesiánicas, que decían adivinar y curar enfermos, y que luego adquiriría dimensiones de mito con profundo arraigo al levantarse en armas contra el orden establecido y especialmente frente a sus ejecutores, los invasores estadounidenses en el periodo 1916-1924.

¿Y Gatagás? Un símbolo, la metáfora de la divinidad que habita en la conciencia cognitiva del hombre en un estadio primitivo. Su descripción es la del dominicano común "mulato, de unos cinco pies cuatro pulgadas y tendría unos treinta y cinco años y cabellos rizados que se levantaban como la lluvia al revés" (ver página 67).

Vale resaltar la genialidad del autor en la concatenación del espiral del discurso de episodios icónicos de la literatura universal, confluyendo dichos acontecimientos narrados en el marco de variados contenidos semánticos (el místico número 13, Gatagás el Divino, etc.) y la influencia sobre el autor de clásicos de la literatura universal, especialmente Dante Alighieri.

Cabe destacar en el contexto comunicativo la enunciación, en el marco semiótico y semántico, de elementos cónsonos con nuestra cultura e idiosincrasia. Jamás se sustrae de elementos que nos son propios (tradiciones expresadas en leyendas y mitos, cantos, cuentos y juegos que marcaron nuestra más lejana infancia).

Lo que hace Jimmy Sierra en "Idolatría" es, digámoslo con franqueza, trasmitir a través de la narración sus vivencias en acontecimientos importantes de la historia, sobre todo contemporánea, en las que jugaría el doble rol de testigo presencial y en ocasiones protagónico.

A través del tiempo, Sierra ha sido cronista formidable cuyas narraciones nos conectan con variados episodios de nuestro acontecer.

En la bruma del lejano recuerdo de su niñez y adolescencia se esconde el horizonte oscuro de la dictadura trujillista en su estadio más violento y descarnado, de su caída y el confuso proceso en que entramos a lo que debió ser, o pretendíamos que fuera, un nuevo entorno libertario.

El sol de la democracia alumbró el panorama, pero el brillo fue efímero. Luego, sedición, guerrilla, opresión y la violencia del poder como respuesta.

En su obra "La Vuelta al Día en 80 Mundos", Julio Cortázar sostiene que "todo cuento es como se lo cuenta, la conciencia de que fondo y forma no son dos cosas es lo que hace al buen narrador oral, que no se diferencia así del buen escritor, aunque los perjuicios y editores estén a favor de este último".

Mientras, para el cronista español Chapu Apaolaza: "La clave de una narración es dejar que la realidad hable por sí sola". ¿No es acaso esto característico en esta novela Sierra?

*Alexis Almonte es un veterano periodista dominicana.

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