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Néstor Medrano: “Wesolowski es un personaje novelesco porque se enmarcó en la tradición de la novela vaticanista”

El periodista y escritor lleva a la literatura el sonado caso del nuncio apostólico convertido en pederasta

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Néstor Medrano: “Wesolowski es un personaje novelesco porque se enmarcó en la tradición de la novela vaticanista”
El periodista y escritor Néstor Medrano. Foto: fuente externa

Néstor Medrano, periodista y escritor, seducido por la narrativa y la realidad alucinante, ha dado a la estampa una nueva novela, y no de un tema cualquiera. Ha buceado en las profundidades de sucesos que escandalizaron a la sociedad dominicana y que se han repetido y repetido en otras latitudes: la pederastia practicada en las mismas entrañas de la iglesia católica. Nada más y nada menos.

De su narración, protagonizada por el nuncio apostólico Józef Wesoloswki en tierras caribeñas y otros tópicos, el experimentado autor conversó con Diario Libre.

¿Ha vuelto a la narrativa con Sotanas en el lodo? ¿Qué lo ha motivado a convertir a Wesolowski en un personaje novelesco?
La presencia del nuncio Józef Wesoloswki en República Dominicana (2008-2013) como enviado de Su Santidad, constituyó para los feligreses del pueblo católico una salpicadura refrescante. Inmediatamente la cúpula eclesiástica lo recibió en un gran acto que tuvo lugar en la Catedral Primada de América, donde Wesolowski dijo sentirse en su casa. Tuve la oportunidad de estar ahí cubriendo como periodista. Ahí inicia la presencia del arzobispo polaco como personaje de novela. Luego del escándalo en que se descubrieron sus andanzas de caza niños con edades entre los 8 y 16 años, se supo que el tipo era un depredador sexual y entre las imputaciones destacaba violación a menores de edad, posesión de material pornográfico infantil. Lo más impactante fue el hecho de detectar que nos enfrentamos a un hecho que destacaba que desde Santo Domingo partió la fe católica hacia todos los países descubiertos y conquistados por los españoles y europeos, lo que activó la entrada preocupada del papa Francisco en la novela. Su preocupación, el escándalo tuvo lugar en Santo Domingo y él compartía el sentimiento de ser latinoamericano.
Otra de las particularidades, desentrañadas en grandes reseñas de periódicos y medios de prensa, es que Wesolowski tenía un amante que para mal de madres era nada más y nada menos que diácono, que además también le buscaba a los menores y adicionalmente, perseguía sus propias presas. Era un pederasta consumado que fue finalmente condenado (y llevado) primero a una cárcel del nuevo modelo penitenciario en San Pedro de Macorís y posteriormente a la infame cárcel de La Victoria.
Y una tercera historia que se narra en los entresijos de la novela es la referente al sacerdote, extrañamente también polaco llamado Wojciech Gil, mejor conocido como el padre Alberto de Juncalito. También un gran depredador infantil, corrupto y libertino que causó un enorme escándalo en todo el Cibao y que finalmente fue apresado en su país.
Luego la crítica subterránea del texto sobre una traición a la fe católica de un pueblo históricamente cristiano que fue traicionado por la cúpula de la Iglesia. El caso nunca fue judicializado en el país y el destino de Wesolowski se dio después, murió de un infarto fulminante mientras esperaba juicio en El Vaticano.
Wesolowski es un personaje novelesco porque se enmarcó en la tradición de la novela vaticanista si se quiere, donde ocurren cosas insólitas de manera aceptada por una tradición de mucha corrupción de la cual no escapó en este caso nuestro país.

¿Cómo se preparó respecto a este controversial tema antes de comenzar a escribir?
Lo primero fue cuidar la documentación. El relato habla de un hecho cierto, pero había que indagar cosas, por ejemplo, si no existían mecanismos de seguridad para vigilar las andanzas de un nuncio, que es ante todo el representante diplomático de la Santa Sede, los niveles de seguridad de la Iglesia Católica, que tiene sus propios estamentos para interrogar y realizar pesquisas y sobre todo guardar las emociones ante un caso de tanta envergadura mundial.

La novela tiene personajes reales y en ella aparecen por ejemplo el papa Francisco, sobre quien existe una vastísima documentación, con temas coyunturales y estructurales conocidos y quien juega un rol perfecto en la trama de la novela.

Tal y como dice Mario Vargas Llosa la novela es una gran mentira, pero debe ser verosímil. Sotanas en el lodo tiene la realidad ficticia de la novela y aunque los hechos que narra en su trama ocurrieron ciertamente, se trata de otra realidad propia del hecho literario.

¿Se trazó determinados objetivos cuando se propuso novelar el tema?
Me succionó la curiosidad. Como periodista el tema me impactó y la búsqueda me cubrió por más de dos años. El objetivo fue desterrar el prejuicio y resultó más que una crítica una reflexión. En el caso se urdieron estrategias de encubrimiento, complicidades directas e indirectas, hubo una purga secreta en algunos estamentos eclesiásticos y en el proceso de algunas entrevistas a protagonistas reales supe que no todo fue malo. El cardenal Gutiérrez, bien identificado en la novela, por ejemplo, no aceptó los hechos deleznables del nuncio y fue quien denunció la infernal trama de pederastia al papá Francisco, para lo cual visitó El Vaticano y Roma.

¿Le impuso la realidad ciertos límites a la hora de ficcionar?
No. Cuando nos determinamos a escribir una novela uno razona en términos de ficción, en la novela como dijo Mario Vargas Llosa a propósito de su última obra narrativa "Tiempo Recio", cuando es basada en hechos reales hay una realidad que se forja sobre la realidad misma, que es la realidad de la propia novela, donde personajes ficticios interactúan con personajes que existieron.
La realidad no puede imponer limitaciones cuando se narra. Hay situaciones que oscilaron sobre Wesolowski, en los ritmos emocionales, de igual modo espectros que inundan la vida en la cárcel de La Victoria al diácono.
Hay ficción pura sin límites en el ambiente que se vive y se denuncia en los asesores de Su Santidad cuando les toca encarar la situación luego de la muerte de Wesolowski.

¿Cuánto hay de periodismo y cuánto de literatura en esta obra?

El periodismo es subterráneo y late en cada letra de la novela. No podemos abandonarlo nunca, pero es una novela con su estrategia narrativa, sus puntos de vista, el abordaje de los personajes, la caracterización de esos personajes, es decir la matización, se trata de la visual que permite que el lector vea a los personajes y el escenario en que se mueven.

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¿Le ha resultado complicado compaginar dos carreras a la vez? Es decir, el periodismo y la literatura.
Llegué al periodismo como pretexto para forjar el hecho literario. Incluso, cuando hice la solicitud para ingresar en uno de los periódicos de mayor tradición del país, escribí que quería practicar un periodismo como lo definía Gabriel García Márquez, "el oficio más hermoso del mundo", tomar en cuenta los hechos que afectan a los seres humanos, el elemento humano como materia esencial. En términos prácticos el periodismo es un oficio muy absorbente, que demanda de mucha dedicación, exige mucho tiempo. En mi caso cree una rutina en la que el tiempo no me importa, puedo escribir los sábados o los domingos, o en un tramo de la noche y la madrugada. Esto es vocacional al 100 por 100. Se complica más por la multiplicidad de cosas que debe hacer un periodista para sobrevivir.

¿El ambiente intelectual dominicano le estimula o lo desalienta en su recorrido literario?
He tenido algún conflicto con eso del ambiente intelectual, porque me llevan a pensar en lo que por mucho tiempo fue temas de diatriba y de exclusiones y para poner un ejemplo (Domingo) Moreno Jimenes fue víctima de esta tragedia, muchos poetas de nombradía le hicieron pasar muchos inconvenientes en los tiempos en que fue pontífice del Postumismo. Pero es una historia muy compleja tratada por el poeta José Rafael Lantigua en su biografía.
Ahora, hay una atmósfera forjada por grandes escritores que están ahí, dando ejemplo con su trabajo y una gran cosecha de autores nuevos que van hilvanando un ambiente a puño y sangre. En sentido global nunca me desaliento, pues hay un camino virgen siempre listo para ser explorado y en esa batalla estoy inmerso.

¿Tiene en proyecto seguir escribiendo novelas sobre temas ampliamente tratados por el periodismo?
Por supuesto que sí.

¿Dónde pueden adquirir los lectores ejemplares de Sotanas en el lodo?
Están en Cuesta Libros, en Editorial Santuario y yo mismo distribuyo la novela.

¿Cómo llegó a la literatura?
Llegué a la literatura a través de los cómics. Me filtré cuando era muy niño en los cuadernos Petete, donde contaba historias, las ilustraba con bolígrafos y lápices de colores y articulaba historias, a veces eran vaqueras, otras de aliento cristiano con héroes como Moisés. Sansón y Jesús.
Recuerdo que en una ocasión, impactado por la película Los diez mandamientos que vi en el cine El Portal, un filme abusivo de cuatro horas de duración, caló tanto en mi mentalidad infantil que tomé un cuaderno al día siguiente e hice una especie de versión libre y dibujé una escena en la que Moisés se enfrentaba a unos ladrones de la tribu del padre de quien sería su esposa y una de mis hermanas no dejó de reír hasta las lágrimas cuando a uno de los delincuentes le dibujé una pistola en el asalto y me dijo: ¿y ya había pistolas en esos tiempos?
Luego descubrí el periodismo escrito y supe que a Sangre fría, de Truman Capote, había sido escrita por un periodista y como García Marquez, al descubrir a Kafka, salvando las diferencias, por supuesto, me pregunté: ¿y esto se puede hacer?
Hasta el día de hoy soy un eterno aprendiz literario.

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