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Ícomos
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¿Por qué causa asombro la villa de doña Emilia Jimenes Pereyra?

La llamativa residencia, levantada con piezas importadas de Francia, a finales del siglo XIX, fue declarada en peligro por el Icomos.

Ante los ojos de vecinos y visitantes la imponente villa de doña Emilia Jimenes Pereyra muestra su decadencia, pese al evidente valor histórico y arquitectónico del inmueble, levantado a finales del siglo XIX.

Pero sigue causando asombro y admiración la residencia, ubicada en el corazón de la ciudad del Noroeste y registrada por el Comité Dominicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) en su listado del 2019 como uno de los monumentos y sitios del patrimonio cultural en peligro.

Pese al abandono en que se encuentra desde hace décadas, la mansión se mantiene recordando su esplendoroso pasado en la calle Juan Pablo Duarte esquina calle Federico de Jesús García de la ciudad del morro, frente al conocido reloj público y al antiguo Club del Comercio.

Muchos peatones y turistas se detienen a preguntar a quién perteneció el inmueble y deciden hacerse fotos y videos ante la desvencijada estructura, propiedad del Estado dominicano.

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La gran casona, erigida con piezas traídas de Francia y trasladadas a Montecristi en 1895, fue el admirado y confortable hogar de doña Emilia, conocida y rica filántropa.

Y a propósito de la recordada propietaria del inmueble, la investigadora montecristeña Olga Lobetty Gómez de Morel escribió el libro “Emilia Jimenes Pereyra, una mujer extraordinaria”, publicado por Santuario en el 2015, que aporta muchos detalles de la vida de la política, partera y animadora cultural, perteneciente a uno de los más acaudalados círculos financieros de la época.

Emilia Altagracia, nacida en el 1854 y fallecida en 1945, era hermana de Juan Isidro Jimenes, quien fue presidente de la República tras la muerte del dictador Ulises Heureaux, desde el 15 de noviembre del 1899 al 2 de mayo de 1902. El líder del Partido Azul fue derrocado por el general Horacio Vázquez y nuevamente elegido presidente en 1914. Gobernó hasta el 7 de mayo de 1916, cuando fue obligado a dimitir luego de que se produjera la primera ocupación militar estadounidense.

A los 22 años, Emilia se casó con Rafael Rodríguez Camargo, vinculado a la gesta de la Restauración, quien se destacó como empresario e instaló el ferrocarril, en Montecristi.

Ella realizaba peñas culturales y festejos en sus lujosos salones. Tuvo entre sus amigos y relacionados a prohombres de la época como al puertorriqueño Eugenio María de Hostos, al cubano José Martí y al dominicano Máximo Gómez.

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Una de las galerías de la residencia.

Valor patrimonial

La casa es considerada un patrimonio monumental. Fue erigida cuando Montecristi vivía en un ambiente de prosperidad y atraía a personas de Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata y otras comunidades y a muchos extranjeros, sobre todo ingleses, franceses, españoles, chinos, estadounidenses, sudamericanos e isleños de las demás Antillas.

Un factor importante en el progreso de Montecristi fue la Casa Jimenes y Cía, que tuvo sucursales en Haití, Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. La compañía era propiedad de Juan Isidro Jimenes, de doña Emilia y del esposo de esta, Rodríguez Camargo. Los hermanos eran hijos de Manuel Jimenes, quien fue mandatario de la joven nación, en 1849.

Rodríguez Camargo era hijo de Ramón Rodríguez (El Gallego) y de María Rosa Camargo. Su familia fue una de las más pudientes del país, y él falleció en el 1890, a causa de un accidente ocurrido en el mismo ferrocarril que construyó.

“Dicen que se zafó un vagón y que él iba con los pies entre dos vagones, con intenciones de pasar de uno a otro; la triste realidad fue que los vagones se separaron y Rafael cayó al pavimento. El ferrocarril le pasó por encima, pintando la carretera de rojo”, relata Lobetty Gómez de Morel.

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Uno de los salones de la casona.

Características y estilo

La mansión se alza sobre un sótano, donde había dormitorios y cocina para los empleados. Posee paredes y pisos de madera y puertas ornamentadas con arco de medio punto. “...consta de dos niveles, con galerías perimetrales y balcones tanto frontal, como laterales; de estilo neoclásico, ecléctica, perteneciente al segundo periodo de la república francesa”, describe Lobetty Gómez de Morel.

La autora agrega que el inmueble presentaba hermosos detalles en las columnas, puertas, dinteles, aleros y cornisas y que las fachadas del segundo piso estaban revestidas de láminas de aluminio decorativas, semejantes a escamas de peces. También destaca que tiene un techo Mansard y que mostraba en su interior escalera y pasamanos en caoba.

La investigadora señala que el inmueble poseía amplios salones para realizar cada actividad, tales como sala de recibo, salón de baile y festejos, salón de fumar, con finas escupideras de porcelana, y una habitación para las veladas nocturnas, donde el piano constituía el centro de atención.

En su época de magnificencia, decoraban los pisos bellas alfombras importadas y los salones lucían pulidos muebles de manera preciosa, lámparas de cristalería asiática y otros ornamentos usados en las residencias solariegas de antaño.

Planes fallidos

Según se publicó en el 2015, la mansión en ruinas sería restaurada, promesa que hizo José Antonio Rodríguez, el entonces ministro de Cultura.

“El ministro de Turismo, Francisco Javier García, ofreció aportar los recursos para restaurar la majestuosa joya arquitectónica, traída desmantelada desde París en 1895, y edificada con la pericia del maestro constructor Roderick Arthur, que armó decenas de casas victorianas en Puerto Plata, cuando este puerto y el de Montecristi eran los dos de mayor movimiento de carga del país al finalizar el siglo XIX e inicios del XX”, escribió el periodista Ubi Rivas.

Pese al anuncio nada se hizo para restaurar la casona. Y en la actualidad Neris Rosario Gómez, presidenta del Cluster Turístico de Montecristi, le solicita al ministro de Turismo, Francisco Javier García, que encamine gestiones para restaurar la villa, pues es un patrimonio de gran valor, que a su juicio puede formar parte de la oferta turística de la provincia.

Por motu proprio, la custodia del inmueble la ejerce el Cluster Turístico, que incluso hace algunas reuniones en un salón del primer piso del inmueble, también usado en ocasiones por otras entidades, contó Rosario Gómez.

Debido al abandono en que ha permanecido, la casona ha sido saqueada en diversas oportunidades y ha piezas de madera preciosa y elementos decorativos originales.

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Neris Rosario Gómez, presidenta del Cluster Turístico de Montecristi. (EMILIA PEREYRA/DL)
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