Cuquín Victoria, personajes a medida

El 2007 será el año de Cuquín Victoria. Treinta y cinco años haciendo reír sin abusar del doble sentido, caer en la vulgaridad o cruzar la fina línea de la ridiculización tiene su mérito y merece celebrarlo. Y mucho más un humorista popular, querido y respetado que, durante años, ha practicado el noble arte de despertar las mejores carcajadas del público dominicano. Cuquín arranca una sonrisa con sólo mirarlo. Él lo sabe y ha sabido sacar provecho de la situación con una filosofía de vida que le ha dado resultado: canalizando y resolviendo las situaciones desagradables con una sonrisa.
Sus esperpentos sobre la vida cotidiana y caricaturas de personajes famosos y anónimos siguen formando parte del humor diario de los dominicanos. ¿Quién no recuerda al vecino más necio, Vicente el imprudente, las geniales imitaciones de Balaguer o las chifladas fórmulas del científico loco? Cuquín siempre ha tenido una virtud: conseguir extraer un momento, un invento, un gesto, un "sketch" genial de la calle con un gran arte.
Pero si hay que dar las gracias por esa carcajada que nos provoca cada vez que actúa, no queda más remedio que referirnos a otros dos magos del humor de este país, Milton Peláez y Freddy Beras Goico. A ellos se debe que el tímido y callado César Augusto aparcara de vez en cuando su profesión original (que sigue compaginando con el humor), la ingeniería, para participar en el programa radial "Show de la noticia", donde nace su primer personaje, Chochueca. A partir de entonces, Cuquín ha sido figura estelar de los mejores programas de la televisión dominicana: Show del mediodía, Nosotros a las ocho, La alegría del país, Tres por tres, Punto final, Con Cuquín... y mantiene en buena forma su trayectoria artística implicándose en proyectos de diversa índole que le permiten cambiar de registro, como ha sido el caso del teatro o el cine.
Él, que se inicio en el humor cuando el arco iris era en blanco y negro, que no se concibe sin la compañía de Freddy y Boruga, que odia el reggeaton y adora a Benny Goodman, que gusta de una fría al mediodía y no puede con el tránsito de este país... no ha dejado de hacernos reír y sigue llenando nuestras vidas con sus ocurrencias gracias a un humor para ver, reír y pensar. El más inteligente.
Sus esperpentos sobre la vida cotidiana y caricaturas de personajes famosos y anónimos siguen formando parte del humor diario de los dominicanos. ¿Quién no recuerda al vecino más necio, Vicente el imprudente, las geniales imitaciones de Balaguer o las chifladas fórmulas del científico loco? Cuquín siempre ha tenido una virtud: conseguir extraer un momento, un invento, un gesto, un "sketch" genial de la calle con un gran arte.
Pero si hay que dar las gracias por esa carcajada que nos provoca cada vez que actúa, no queda más remedio que referirnos a otros dos magos del humor de este país, Milton Peláez y Freddy Beras Goico. A ellos se debe que el tímido y callado César Augusto aparcara de vez en cuando su profesión original (que sigue compaginando con el humor), la ingeniería, para participar en el programa radial "Show de la noticia", donde nace su primer personaje, Chochueca. A partir de entonces, Cuquín ha sido figura estelar de los mejores programas de la televisión dominicana: Show del mediodía, Nosotros a las ocho, La alegría del país, Tres por tres, Punto final, Con Cuquín... y mantiene en buena forma su trayectoria artística implicándose en proyectos de diversa índole que le permiten cambiar de registro, como ha sido el caso del teatro o el cine.
Él, que se inicio en el humor cuando el arco iris era en blanco y negro, que no se concibe sin la compañía de Freddy y Boruga, que odia el reggeaton y adora a Benny Goodman, que gusta de una fría al mediodía y no puede con el tránsito de este país... no ha dejado de hacernos reír y sigue llenando nuestras vidas con sus ocurrencias gracias a un humor para ver, reír y pensar. El más inteligente.
Diario Libre
Diario Libre