De regreso a casa y con la lengua afilada

Santo Domingo. Y volví a casa, y volví bien, gracias a la intervención, en especial, de dos médicos: Sócrates Bautista y Lusiana Brince, dirigidos y asesorados por el viejito de allá arriba. Y volví bien y con las pilas puestas; no he cambiado.
En esa estancia breve de seis días en la clínica pude pensar en las cosas que hacía y sobre todo reflexionar si las estaba haciendo mal y me di cuenta de que no, que faltaba más por decir. Allí me enteré de varias cosas por medio de un gran número de amigos que me visitaron o me llamaron por teléfono, no solamente para manifestarme su apoyo y afecto, sino también en forma de solidaridad hasta económica, que agradezco mucho. Muchas veces la gente cree lo que no es de uno; que pena me da eso.
Me di cuenta de muchas cosas, me di cuenta de que en el arte hace falta decir más, reconocer lo bueno de la gente que triunfa, que logra peldaños por su esfuerzo, por haberse podido enlodar los pies y salir limpio. Y me di cuenta de algo más. Yo sabía, pero no tanto, que las mulas de dólares y de euros en aviones son increíblemente grandes, cargan desde los 50,000 dólares y en retribución les dan el 10% de esa suma. Lo hacen con todo tipo de personajes, con artistas, con diseñadores de moda, con modelos, entre otros, y si esos dineros se envía de esa forma, esto se debe a que no son producto de negocios lícitos.
Señores, la enorme cantidad de traficantes y de venta de drogas en nuestro país es incuestionable. Quizá al lado de su casa exista un punto o gente que se dedica a traficarla a muy altos niveles; esto no ocurre en los barrios pobres solamente, que aparece de vez en cuando una mansión de millonarios dentro de un mar de miseria; existe, porqué no decirlo, en los residenciales de renombre, tanto en la capital y San Francisco de Macorís, como en Santiago y otros puntos del país, mansiones de sesenta o setenta millones de pesos compradas con sudor de la sangre de las víctimas de las drogas.
Seguiré hablando de esto, gracias a Dios por la oportunidad de seguir viviendo, y estoy dispuesto a vivir con la misma valentía y rectitud con la que he vivido esto, estoy dispuesto a decir muchas cosas, ojalá me permitan publicarlas.
Porque sé muchas cosas, como quizás sabes tú que estás leyendo este artículo, porque eres una de las personas afectadas, o porque disfrutas de una excelente posición lograda a través de estos dineros, destruyendo a la juventud y a la sociedad.
Tengo familia y espero que pueda vivir en un mejor país. Un país donde las pisadas de los narcos dejen de sentirse en escalinatas de palacios, clubes sociales, teatros y de competencias musicales. Y que sepan que hay personas como "Cholo" dispuestas a decirlo.
En esa estancia breve de seis días en la clínica pude pensar en las cosas que hacía y sobre todo reflexionar si las estaba haciendo mal y me di cuenta de que no, que faltaba más por decir. Allí me enteré de varias cosas por medio de un gran número de amigos que me visitaron o me llamaron por teléfono, no solamente para manifestarme su apoyo y afecto, sino también en forma de solidaridad hasta económica, que agradezco mucho. Muchas veces la gente cree lo que no es de uno; que pena me da eso.
Me di cuenta de muchas cosas, me di cuenta de que en el arte hace falta decir más, reconocer lo bueno de la gente que triunfa, que logra peldaños por su esfuerzo, por haberse podido enlodar los pies y salir limpio. Y me di cuenta de algo más. Yo sabía, pero no tanto, que las mulas de dólares y de euros en aviones son increíblemente grandes, cargan desde los 50,000 dólares y en retribución les dan el 10% de esa suma. Lo hacen con todo tipo de personajes, con artistas, con diseñadores de moda, con modelos, entre otros, y si esos dineros se envía de esa forma, esto se debe a que no son producto de negocios lícitos.
Señores, la enorme cantidad de traficantes y de venta de drogas en nuestro país es incuestionable. Quizá al lado de su casa exista un punto o gente que se dedica a traficarla a muy altos niveles; esto no ocurre en los barrios pobres solamente, que aparece de vez en cuando una mansión de millonarios dentro de un mar de miseria; existe, porqué no decirlo, en los residenciales de renombre, tanto en la capital y San Francisco de Macorís, como en Santiago y otros puntos del país, mansiones de sesenta o setenta millones de pesos compradas con sudor de la sangre de las víctimas de las drogas.
Seguiré hablando de esto, gracias a Dios por la oportunidad de seguir viviendo, y estoy dispuesto a vivir con la misma valentía y rectitud con la que he vivido esto, estoy dispuesto a decir muchas cosas, ojalá me permitan publicarlas.
Porque sé muchas cosas, como quizás sabes tú que estás leyendo este artículo, porque eres una de las personas afectadas, o porque disfrutas de una excelente posición lograda a través de estos dineros, destruyendo a la juventud y a la sociedad.
Tengo familia y espero que pueda vivir en un mejor país. Un país donde las pisadas de los narcos dejen de sentirse en escalinatas de palacios, clubes sociales, teatros y de competencias musicales. Y que sepan que hay personas como "Cholo" dispuestas a decirlo.
Diario Libre
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