El alacrán azul contra el cangrejo
El veneno de una especie de alacrán cubano se utiliza en la lucha contra el cáncer
Alfonso Quiñones
SANTO DOMINGO. Sus amigos le llamaban El Mecánico. Pero sus pacientes le dicen Doctor. Realmente era mecánico de una base de submarinos soviéticos, nieto de una esclava, que le pasó, desde que era niño, los secretos de las hierbas y los animales. Mulato, delgado, con una leve chivita en la barbilla, andaba con botas de campo y bata blanca.
El Mecánico se veía joven, ágil, y aunque aparentaba unos 55 años, en realidad tenía muchos más. Se decía que lo habían jubilado de la Marina de Guerra para que se dedicara solo a eso. En Ojo de Agua No. 1 le habían armado una finca con laboratorio y personal para que pudiese dar rienda suelta a sus conocimientos. En el laboratorio habían computadoras y tubos de ensayo, y muestras de raíces, hierbas, palos, alacranes y aletas de tiburón, entre otras.
El Mecánico prefería que el paciente no hubiese sido tratado con quimioterapia. Y deseaba que sus medicamentos fuesen aplicados justamente por los orificios de las cirugías.
"Tengo más de cien pacientes rescatados del otro lado", dijo un día a este redactor. "Algunos que estaban en etapa terminal hoy desandan La Habana en bicicleta, y la gente no sabe que fueron pacientes que los médicos habían prácticamente desechado", agregó.
Nuevas pruebas
Un reportaje publicado por Enrique de la Osa da cuenta que se trata de una especie endémica de Cuba que se ha localizado en abundantes grupos en las zonas de Hanabanilla, en el macizo de Guamuhaya y Hatillo, cercano a Santa Clara, de donde se extraen ejemplares para los Laboratorios Biofarmacéuticos (Labiofam), del Ministerio de la Agricultura.
"Solo México y China cuentan con escorpiones que tengan toxinas similares a las de la especie cubana, con propiedades terapéuticas para algunas enfermedades, por sus cualidades analgésicas, antiinflamatorias y antitumorales", dice el reportaje publicado en Cubadebate.
Entre los miles de personas tratadas con el veneno del alacrán azul se encuentra Niurys Monzón, de 28 años, quien se atiende con el biólogo Misael Bordier, de Guantánamo, y se considera la prueba viviente de que funciona, aunque en el sistema de Salud hay muchos que miran esos tratamientos con reservas. "Tenía 11 años de edad cuando fui diagnosticada y empecé a tomar escozul cuando tenía 15", recordó. José Felipe Monzón dice que en 1992 el cáncer de páncreas de su hija había hecho metástasis a pesar de dos años de quimioterapia, radiación y tres operaciones. Los médicos la habían desahuciado. En su desesperación acudió al biólogo. Los resultados, según Bordier, fueron impactantes. Niurys fue su primera paciente humana. Ella y su padre quedaron tan agradecidos que comenzaron a criar alacranes -hoy tienen tres mil- y guiados por Bordier empezaron a distribuir el veneno gratuitamente desde su casa. Dos veces por semana distribuyen cientos de botellas con una poción hecha de agua destilada mezclada con unas gotas de veneno del alacrán azul.
La gente acude de toda Cuba e incluso del extranjero en busca de este tratamiento novedoso para el cáncer.
"Los médicos le daban un mes a mi padre para vivir y dijeron que no se podía hacer nada porque tenía nueve tumores. Ahora se le ha prolongado la vida siete meses", aseguró Radel Cortez, hijo de un paciente.
El único problema, dicen los Monzón, es que simplemente no hay suficientes alacranes para cumplir con la demanda. En poco más de una década, más de 60.000 cubanos han utilizado el escozul para combatir su cáncer. Según su experiencia, un 80% de los pacientes muestra una marcada mejoría en la calidad y duración de sus vidas, y de éstos, entre 25 y 30% ven desaparecer totalmente sus tumores.
El Mecánico se veía joven, ágil, y aunque aparentaba unos 55 años, en realidad tenía muchos más. Se decía que lo habían jubilado de la Marina de Guerra para que se dedicara solo a eso. En Ojo de Agua No. 1 le habían armado una finca con laboratorio y personal para que pudiese dar rienda suelta a sus conocimientos. En el laboratorio habían computadoras y tubos de ensayo, y muestras de raíces, hierbas, palos, alacranes y aletas de tiburón, entre otras.
El Mecánico prefería que el paciente no hubiese sido tratado con quimioterapia. Y deseaba que sus medicamentos fuesen aplicados justamente por los orificios de las cirugías.
"Tengo más de cien pacientes rescatados del otro lado", dijo un día a este redactor. "Algunos que estaban en etapa terminal hoy desandan La Habana en bicicleta, y la gente no sabe que fueron pacientes que los médicos habían prácticamente desechado", agregó.
Nuevas pruebas
Un reportaje publicado por Enrique de la Osa da cuenta que se trata de una especie endémica de Cuba que se ha localizado en abundantes grupos en las zonas de Hanabanilla, en el macizo de Guamuhaya y Hatillo, cercano a Santa Clara, de donde se extraen ejemplares para los Laboratorios Biofarmacéuticos (Labiofam), del Ministerio de la Agricultura.
"Solo México y China cuentan con escorpiones que tengan toxinas similares a las de la especie cubana, con propiedades terapéuticas para algunas enfermedades, por sus cualidades analgésicas, antiinflamatorias y antitumorales", dice el reportaje publicado en Cubadebate.
Entre los miles de personas tratadas con el veneno del alacrán azul se encuentra Niurys Monzón, de 28 años, quien se atiende con el biólogo Misael Bordier, de Guantánamo, y se considera la prueba viviente de que funciona, aunque en el sistema de Salud hay muchos que miran esos tratamientos con reservas. "Tenía 11 años de edad cuando fui diagnosticada y empecé a tomar escozul cuando tenía 15", recordó. José Felipe Monzón dice que en 1992 el cáncer de páncreas de su hija había hecho metástasis a pesar de dos años de quimioterapia, radiación y tres operaciones. Los médicos la habían desahuciado. En su desesperación acudió al biólogo. Los resultados, según Bordier, fueron impactantes. Niurys fue su primera paciente humana. Ella y su padre quedaron tan agradecidos que comenzaron a criar alacranes -hoy tienen tres mil- y guiados por Bordier empezaron a distribuir el veneno gratuitamente desde su casa. Dos veces por semana distribuyen cientos de botellas con una poción hecha de agua destilada mezclada con unas gotas de veneno del alacrán azul.
La gente acude de toda Cuba e incluso del extranjero en busca de este tratamiento novedoso para el cáncer.
"Los médicos le daban un mes a mi padre para vivir y dijeron que no se podía hacer nada porque tenía nueve tumores. Ahora se le ha prolongado la vida siete meses", aseguró Radel Cortez, hijo de un paciente.
El único problema, dicen los Monzón, es que simplemente no hay suficientes alacranes para cumplir con la demanda. En poco más de una década, más de 60.000 cubanos han utilizado el escozul para combatir su cáncer. Según su experiencia, un 80% de los pacientes muestra una marcada mejoría en la calidad y duración de sus vidas, y de éstos, entre 25 y 30% ven desaparecer totalmente sus tumores.
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