"El ciego tiene derecho a amar", dice Leandro Díaz
El compositor es el autor del famoso vallenato a Matilde Lina y "La reina coronada"

COLOMBIA. "Este paseo es de Leandro Díaz,/ este paseo es de Leandro Díaz,/ pero parece de Emilianito,/ tiene los versos muy chiquiticos/ y bajiticos de melodía…" cantó ciego y enamorado como un perro de Matilde Lina, el hoy octogenario autor del popular vallenato que internacionalizara Carlos Vives.
"…Tiene una nota muy recogida,/ que no parece hecho mío./ Y era que estaba en el río,/ pensando en Matilde Lina", cuenta el bardo para quien Matilde Lina "era la más sobresaliente de las muchachas. Quise ser su amigo, pero no me 'atencionó'. Me decía que no era el hombre para ella. Y un día dije: Esta mujer se cree que es una diosa". Y agrega: "Ella me despreciaba porque era ciego y pobre". Las declaraciones del poeta ciego se encuentran en una entrevista realizada en la casa de uno de sus seis hijos en Valledupar, donde fue entrevistado para el periódico colombiano El Tiempo.
"Este sentimiento se hizo más grande,/ que palpitaba mi corazón,/ el bello canto de los turpiales,/ me acompañaba esta canción,/ canción del alma, canción querida,/ que para mí fue sublime/ Al recordarte Matilde/ sentí temor por mi vida". Dice Díaz que yendo hacia El Plan, donde vivía Matilde Lina, había que tomar derriscos y en una de ésas, en una curva, el chofer que lo llevaba, no calculó bien, y llevó el bus al borde del abismo. "Un día voy a caer en este abismo por andar tras de Matilde", se dijo, y de ahí le salió el verso: "Al recordarte, Matilde/ sentí temor por mi vida".
Y luego una de las estrofas con dos versos al final entre los más hermosos de la canción popular latinoamericana: "Si ven que un hombre llega a la Jagua/ coge camino y se va pa' el Plan/ está pendiente que en la sabana/ vive una hembra muy popular/ es elegante todos la admiran/ y en su tierra tiene fama/ Cuando Matilde camina/ hasta sonríe la sabana".
He llorado mis canciones cantándolas
Leandro Díaz es uno de los compositores más venerados por el público colombiano. Nacido en el caserío de Lagunilla de la Sierra, creció en una finca, intentó ser clarividente para llamar la atención de los demás y rehuir de la soledad, pero Dios le dio un don mejor, el de la música: cantar y componer. Lo descubrió a los 17 años. Supo que tenía éxito cuando los choferes dejaron de cobrarle el pasaje. "Yo canté mucho en los buses", dijo en una entrevista televisada hace algún tiempo. Le cantaba al chofer y a la gente, por eso me conocieron mucha gente".
Sus padres se habían mudado al Tocaima en el Cesar y un amigo le regaló una dulzaina que aprendió a tocar. "Yo toqué muy bien ese aparatico pequeño. Toqué bailes y cuando vino el mambo de Pérez Prado, yo los tocaba".
"En la canción a veces me pongo triste oyendo mi propia historia. Y en esa historia que voy cantando, cuando quiero consternar a la gente, he llorado mis canciones cantándolas, y eso ha sido un arma que he tenido, como la que tenía José Alfredo Jiménez", declaró en una entrevista televisada por el canal RCC.
Como si fuera poco, Josefa Guerra, a quien dedicara otro de sus más conocidos temas "La diosa coronada", que internacionalizara también Carlos Vives, está molesta con él, porque, según ella "para él la canción será muy bonita, para mí no le doy importancia" y más de medio siglo después de haber sido creada, afirma: "¿Sabe por qué no le agradezco? Porque él ha hecho plata, le han paga'o,… y yo no he ganado nada".
El ciego no tiene derecho a mirar
"Paso a contar lo siguiente/ Conozco diosa y rey querido/ Ese nombre de diosa es de gente/ Que tenga su grado distinguido/ Que viva el mismo movimiento/ Y que tenga el mismo pensamiento/ Que viva alegre en la sabana/ Ya tiene su diosa coronada/ Que canta el pobre Leandro Díaz/ Triste por la serranía", canta su famoso vallenato "La diosa coronada" que tiene hasta versiones sinfónicas. Saque el lector su conclusión.
Mucho ha amado Leandro Díaz, que no es tan manso como lo pintan.
Actualmente, desde hace unos 30 años, está casado con Nelis Soto, quien le dice "el maestro". Antes tuvo seis hijos -entre ellos el conocido vallenatero Ivo Díaz- con Elena Clementina Ramos, a quien conoció a inicios de los años 50.
Dice que no se ablanda ni con leña del Brasil, "el amor es tan sensible que se sabe entender. El ciego no tiene derecho a mirar, pero sí puede amar. Yo me sentía con un corazón grande, teniendo un amor inmenso, que podía querer. Y aprendí a amar la vida, a respetar a la Humanidad, a dignificar a mis amigos y eso me fue dando la oportunidad. Tengo seis hijos y una cantidad de nietos. No pueden decir que el ciego no tiene derecho a amar". Aún hoy canta a los amigos: y cuando Leandro Díaz canta, hasta sonríe la sabana. ¡Ave María Purísima!
Alfonso Quiñones
Alfonso Quiñones