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El Julián Chiví y la Madam Sagá: un amor imposible

Santo domingo. Es ya una tradición en los fabulistas latinoamericanos inventar romances entre aves que pertenecen a diferentes especies. Una canción que canta Juan Luis Guerra, pero que creo no es de su autoría, narra una historia de amor entre un Julián Chiví y una Madam Sagá.

Pero resulta que ese idilio carece de verosimilitud taxonómica, ya que el Julián Chiví pertenece a una especie (Vireo altiloquo) y la Mme Sagá a otra (Ploceus cucullatus). Ni siquiera se encuentran en el mismo continente, ya que el primero es americano y la segunda es oriunda de África, aunque fue introducida en nuestra isla hace más de un siglo. Además, no coinciden en el género e incluso pertenecen a familias diferentes. La incompatibilidad cromosomática hace imposible el engendro. Por otra parte, el Julián Chiví mide unos 5 cm y la Mme Sagá es tres veces más grande (18 cm).

La conducta reproductiva de los Mme Sagás es muy interesante. Los machos hacen los nidos en un mismo árbol, y tratan de atraer a las hembras colgados bocabajo de los nidos mientras emiten su canto estridente y mueven ostentosamente las alas. Esto es una constante en los machos de la mayoría de los vertebrados: en época de cortejo pierden el sentido del ridículo. Cuando un macho atrae a una hembra, ella entra al nido, inspecciona nadie sabe qué y lo acepta o lo rechaza. A veces incluso lo desata y lo tira. Llevo a mis estudiantes de conducta animal a una colonia ubicada en la José Contreras con Alma Máter y he notado que a los varones no le hace tanta gracia como a las hembras este comportamiento. Luego de copular con una hembra, el macho se dedica a construir otro nido y a cortejar otra hembra. Exactamente lo contrario de lo que hace el Gallito de Agua.

Esta confusión es más gramatical que zoológica. En estos apareamientos melódicos, hace de macho la especie cuyo nombre es un sustantivo masculino. La hembra es siempre aquella designada por un sustantivo femenino. La distorsión surge por confundir género gramatical con sexo biológico.

La canción de Juan Luis tiene antecedentes. Un viejo corrido mexicano relata la historia de un Gorrioncillo que libera a una Calandria que le hizo una propuesta irresistible: "si usted puede salvarme con usted yo me voy". La Calandria, que prefirió mentir a prostituirse, una vez liberada, no sólo se negó a cumplir la palabra empeñada, sino que alegó no conocer al gorrioncillo ni recordar el incidente liberador. El "pobre gorrioncillo", frustrado por haber fracasado en su intento de obtener favores sexuales a cambio de sus servicios libertarios, termina preso en la misma jaula que ocupaba la calandria, en circunstancias confusas nunca aclaradas en el corrido.