El ruiseñor: un cantor políglota y burlón

SANTO DOMINGO. Un lector acucioso me pregunta si el nombre científico Mimus polyglottos, que yo atribuyo al Ruiseñor, no corresponde más bien al Sinsonte, pues él creía que el Ruiseñor sólo vive en Europa.
El lector tiene en parte razón, pero sucede que a veces la gente designa dos animales con el mismo nombre. Eso pasó con el "Ruiseñor" nuestro, así llamado por Colón, porque su canto le recordó al de Europa, y así lo llaman en las demás Antillas (Nightingale, en Jamaica; Rossignol en Haití), con la excepción de Cuba, donde sobrevivió la voz taína Sinsonte, que significa muchas voces, pues los indios sabían que imita el canto de otras aves.
El origen parece ser la voz indígena Sensontle, con la que designan en Centro América a un ave del mismo género (Mimus gilvus). En Estados Unidos, por la misma razón, le llaman Mockingbird (pájaro burlador). En la década de los sesenta se estrenó la película "To kill a Mockingbird", basada en la novela de Nelle H. Lee, que se tradujo al español como "Matar un Ruiseñor".
De modo que el nombre Ruiseñor o Nightingale lo aplican en América a un ave muy distinta. Lo exclusivo de Europa es el ave (Luscinia megarhynchos), no el nombre (Nightingale), que significa "galán nocturno", ya que sólo canta de noche. Por eso Julieta, que ansiaba una noche perpetua de amor con Romeo, lo confundió con la alondra (Alauda arvensis), que es un cantor matinal.
El ruiseñor europeo es mucho más pequeño, canta de noche y carece de la capacidad de imitar del nuestro. Además, el nativo es capaz de imitar al europeo, como se comprobó en un incidente ocurrido en un zoológico de Florida que tenía dos parejas del ruiseñor europeo, a las que cuidaba con justificado celo. Una mañana, el cuidador a cargo del aviario se dio tremendo susto cuando llegó al zoológico y los oyó cantando afuera. Pensó que se habían escapado, lo que sin lugar a dudas le costaría el puesto. Cuando fue a ver como se habían fugado, descubrió, para sorpresa suya, que las aves permanecían en sus jaulas.
El canto que provenía de los montes cercanos era producido por el ruiseñor americano, que en unos pocos días ya había aprendido a imitarlo a la perfección.
Mimus polyglottos no sólo imita el canto de otras aves sino que es capaz de imitar muchos otros sonidos. En ocasiones, sobre todo en noches de luna llena, también puede volverse cantor nocturno. La pregunta obligada es ¿Por qué imita el canto de otras aves? ¿Qué ventaja le aporta a la especie esta peculiar conducta? Cuándo trabajaba como voluntario en el National Zoo de Washington, un ornitólogo del Smithonian que realizaba una investigación sobre esta especie, me dijo que al parecer se trata de una conducta adaptativa vinculada a la selección de pareja: las hembras escogen a los machos que tienen un repertorio más variado. Es difícil no ceder a la tentación antropomórfica de que las hembras de esta especie, como las de la nuestra, prefieren a los machos más locuaces.
Una confusión similar surge con el nombre de la Jutía. Don Mariano Lebrón, un príncipe de las letras, se indignó cuando vio que la Real Academia llama jutía a un roedor cubano. Cuba tiene roedores endémicos y nosotros también. Pero en ambos países los llaman Jutías, aunque son animales diferentes. Lo exclusivo de cada isla es el animal, no el nombre. Para evitar estas confusiones fue que se crearon los nombres científicos, que son universales.
Es un viejo problema discutido por los griegos hace 26 siglos y que los lingüistas modernos han reinventado: ¿Son las palabras un reflejo natural de los objetos que designan, de la misma manera que el humo lo es del fuego? Es evidente que no. guerrero.simon@gmail.com
El lector tiene en parte razón, pero sucede que a veces la gente designa dos animales con el mismo nombre. Eso pasó con el "Ruiseñor" nuestro, así llamado por Colón, porque su canto le recordó al de Europa, y así lo llaman en las demás Antillas (Nightingale, en Jamaica; Rossignol en Haití), con la excepción de Cuba, donde sobrevivió la voz taína Sinsonte, que significa muchas voces, pues los indios sabían que imita el canto de otras aves.
El origen parece ser la voz indígena Sensontle, con la que designan en Centro América a un ave del mismo género (Mimus gilvus). En Estados Unidos, por la misma razón, le llaman Mockingbird (pájaro burlador). En la década de los sesenta se estrenó la película "To kill a Mockingbird", basada en la novela de Nelle H. Lee, que se tradujo al español como "Matar un Ruiseñor".
De modo que el nombre Ruiseñor o Nightingale lo aplican en América a un ave muy distinta. Lo exclusivo de Europa es el ave (Luscinia megarhynchos), no el nombre (Nightingale), que significa "galán nocturno", ya que sólo canta de noche. Por eso Julieta, que ansiaba una noche perpetua de amor con Romeo, lo confundió con la alondra (Alauda arvensis), que es un cantor matinal.
El ruiseñor europeo es mucho más pequeño, canta de noche y carece de la capacidad de imitar del nuestro. Además, el nativo es capaz de imitar al europeo, como se comprobó en un incidente ocurrido en un zoológico de Florida que tenía dos parejas del ruiseñor europeo, a las que cuidaba con justificado celo. Una mañana, el cuidador a cargo del aviario se dio tremendo susto cuando llegó al zoológico y los oyó cantando afuera. Pensó que se habían escapado, lo que sin lugar a dudas le costaría el puesto. Cuando fue a ver como se habían fugado, descubrió, para sorpresa suya, que las aves permanecían en sus jaulas.
El canto que provenía de los montes cercanos era producido por el ruiseñor americano, que en unos pocos días ya había aprendido a imitarlo a la perfección.
Mimus polyglottos no sólo imita el canto de otras aves sino que es capaz de imitar muchos otros sonidos. En ocasiones, sobre todo en noches de luna llena, también puede volverse cantor nocturno. La pregunta obligada es ¿Por qué imita el canto de otras aves? ¿Qué ventaja le aporta a la especie esta peculiar conducta? Cuándo trabajaba como voluntario en el National Zoo de Washington, un ornitólogo del Smithonian que realizaba una investigación sobre esta especie, me dijo que al parecer se trata de una conducta adaptativa vinculada a la selección de pareja: las hembras escogen a los machos que tienen un repertorio más variado. Es difícil no ceder a la tentación antropomórfica de que las hembras de esta especie, como las de la nuestra, prefieren a los machos más locuaces.
Una confusión similar surge con el nombre de la Jutía. Don Mariano Lebrón, un príncipe de las letras, se indignó cuando vio que la Real Academia llama jutía a un roedor cubano. Cuba tiene roedores endémicos y nosotros también. Pero en ambos países los llaman Jutías, aunque son animales diferentes. Lo exclusivo de cada isla es el animal, no el nombre. Para evitar estas confusiones fue que se crearon los nombres científicos, que son universales.
Es un viejo problema discutido por los griegos hace 26 siglos y que los lingüistas modernos han reinventado: ¿Son las palabras un reflejo natural de los objetos que designan, de la misma manera que el humo lo es del fuego? Es evidente que no. guerrero.simon@gmail.com
Simón Guerrero
Simón Guerrero