Entre dos revoluciones, Glexis Novoa en la Bienal de La Habana
Novoa ha expuesto su obra en museos y galerías de México, Austria, Brasil, España y E.E.U.U.
LA HABANA, Cuba.- Sumergido en un edificio en ruinas, el pintor cubano Glexis Novoa adelanta los dibujos que exhibirá en la Bienal de La Habana, con los que pretende hacer reflexionar sobre el "pasado" y la "revolución que viene" con el deshielo entre Cuba y Estados Unidos.
El proyecto de Novoa, que lleva el sugerente título de "El vacío", incluye 15 pequeños dibujos de grafito de estatuas, monumentos y estructuras arquitectónicas reales, antiguas o modernas, que son íconos de "la estética del poder", y que a veces yuxtapone con elementos de su imaginario construyendo paisajes híbridos de exquisita factura.
Entre esos dibujos, pintados sobre un fondo blanco en las columnas del edificio que convirtió en improvisada galería -el inmueble comenzó a ser reconstruido hace años, pero no pasó de la primera planta-, están una "estatua derribada" de Lenin, el padre de la revolución rusa, y otra del fundador del régimen comunista norcoreano Kim Il Sung.
Otra de las obras, que realiza con unas gafas especiales con aumento, reproduce la Torre de Tatlín, un proyecto que el pintor y escultor ruso Vladimir Tatlín diseñó en la década de 1920 como monumento a la Internacional Comunista, que nunca llegó a construirse.
"Todo ese discurso induce a una reflexión (...) sobre qué pasa con todo ese pasado que nosotros tenemos dentro, con el que hemos crecido (...) y qué hacemos con todo eso ahora", declara a la AFP Novoa, uno de los 200 artistas de 43 países que participarán en la Bienal de La Habana, del 22 de mayo al 22 de junio.
Una revolución "nada romántica"
En este proyecto "manejo el pasado mezclado con una idea futurista que tiene que ver con una utopía, pero al mismo tiempo estoy hablando del presente", explica el artista de 50 años, quien vive desde hace dos décadas en Miami.
Con su Lenin derribado, por ejemplo, desea llamar la atención sobre la "revolución" que sobrevendrá en la isla tras la decisión de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro de iniciar un diálogo directo para restablecer las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, rotas en 1961.
"Una revolución que viene, que no tiene nada de romántica, que tiene mucho de objetividad y mucho de individualidad", dice Novoa, uno de los representantes más destacados del arte cubano de los años 1980, marcado por una gran renovación conceptual y estética, pero también por una fuerte censura oficial.
El pintor, que ha expuesto su obra en museos y galerías de México, Austria, Brasil, Finlandia, España y Estados Unidos, está consciente de que con esa revolución "se va a ganar y se va a perder".
"Vamos a perder tranquilidad, vamos perder muchas cosas que existen hoy en día, porque el control que existe hoy en día se va a perder también", dice.
"Pero yo pienso que lo que vamos a ganar es algo de lo que la gente está muy deseosa hace muchos años, y son esas libertades individuales que las personas necesitan", agrega.
Hasta una pista de hielo
Forzado por la censura, Novoa se marchó a México en 1992 y luego se estableció en Miami (Estados Unidos), y no regresó a trabajar a la isla hasta el año pasado.
"Sin resentimientos", como afirma, aceptó participar en "Detrás del muro", un proyecto colateral a la Bienal, que convierte al popular Malecón de la capital cubana en una gigantesca galería de arte.
En "Detrás del muro" participarán, además, 50 artistas, de Alemania, Cuba, Colombia, España, México, Estados Unidos, según su coordinador Juan Delgado.
Entre esas propuestas destaca la del artista irlandés-estadounidense Duke Riley, que instalará bajo el sol tropical de La Habana una pista de patinaje sobre hielo, con el apoyo de la Galería Magna de Nueva York, explica Delgado.
Del Museo del Bronx, de Nueva York, llegará la exposición "Ruido Salvaje", con obras de 54 artistas y considerada como uno "de los sucesos culturales" de la Bienal, que incluirá 120 proyectos individuales y 101 en siete propuestas colectivas.
La Bienal también acogerá el proyecto "Between, Inside, Outside" (entremedio, adentro, afuera) que, según los organizadores, pondrá a dialogar a jóvenes creadores de la isla con artistas cubano-americanos.
El proyecto de Novoa, que lleva el sugerente título de "El vacío", incluye 15 pequeños dibujos de grafito de estatuas, monumentos y estructuras arquitectónicas reales, antiguas o modernas, que son íconos de "la estética del poder", y que a veces yuxtapone con elementos de su imaginario construyendo paisajes híbridos de exquisita factura.
Entre esos dibujos, pintados sobre un fondo blanco en las columnas del edificio que convirtió en improvisada galería -el inmueble comenzó a ser reconstruido hace años, pero no pasó de la primera planta-, están una "estatua derribada" de Lenin, el padre de la revolución rusa, y otra del fundador del régimen comunista norcoreano Kim Il Sung.
Otra de las obras, que realiza con unas gafas especiales con aumento, reproduce la Torre de Tatlín, un proyecto que el pintor y escultor ruso Vladimir Tatlín diseñó en la década de 1920 como monumento a la Internacional Comunista, que nunca llegó a construirse.
"Todo ese discurso induce a una reflexión (...) sobre qué pasa con todo ese pasado que nosotros tenemos dentro, con el que hemos crecido (...) y qué hacemos con todo eso ahora", declara a la AFP Novoa, uno de los 200 artistas de 43 países que participarán en la Bienal de La Habana, del 22 de mayo al 22 de junio.
Una revolución "nada romántica"
En este proyecto "manejo el pasado mezclado con una idea futurista que tiene que ver con una utopía, pero al mismo tiempo estoy hablando del presente", explica el artista de 50 años, quien vive desde hace dos décadas en Miami.
Con su Lenin derribado, por ejemplo, desea llamar la atención sobre la "revolución" que sobrevendrá en la isla tras la decisión de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro de iniciar un diálogo directo para restablecer las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, rotas en 1961.
"Una revolución que viene, que no tiene nada de romántica, que tiene mucho de objetividad y mucho de individualidad", dice Novoa, uno de los representantes más destacados del arte cubano de los años 1980, marcado por una gran renovación conceptual y estética, pero también por una fuerte censura oficial.
El pintor, que ha expuesto su obra en museos y galerías de México, Austria, Brasil, Finlandia, España y Estados Unidos, está consciente de que con esa revolución "se va a ganar y se va a perder".
"Vamos a perder tranquilidad, vamos perder muchas cosas que existen hoy en día, porque el control que existe hoy en día se va a perder también", dice.
"Pero yo pienso que lo que vamos a ganar es algo de lo que la gente está muy deseosa hace muchos años, y son esas libertades individuales que las personas necesitan", agrega.
Hasta una pista de hielo
Forzado por la censura, Novoa se marchó a México en 1992 y luego se estableció en Miami (Estados Unidos), y no regresó a trabajar a la isla hasta el año pasado.
"Sin resentimientos", como afirma, aceptó participar en "Detrás del muro", un proyecto colateral a la Bienal, que convierte al popular Malecón de la capital cubana en una gigantesca galería de arte.
En "Detrás del muro" participarán, además, 50 artistas, de Alemania, Cuba, Colombia, España, México, Estados Unidos, según su coordinador Juan Delgado.
Entre esas propuestas destaca la del artista irlandés-estadounidense Duke Riley, que instalará bajo el sol tropical de La Habana una pista de patinaje sobre hielo, con el apoyo de la Galería Magna de Nueva York, explica Delgado.
Del Museo del Bronx, de Nueva York, llegará la exposición "Ruido Salvaje", con obras de 54 artistas y considerada como uno "de los sucesos culturales" de la Bienal, que incluirá 120 proyectos individuales y 101 en siete propuestas colectivas.
La Bienal también acogerá el proyecto "Between, Inside, Outside" (entremedio, adentro, afuera) que, según los organizadores, pondrá a dialogar a jóvenes creadores de la isla con artistas cubano-americanos.