La hija natural
SANTO DOMINGO. De acuerdo a las últimas tendencias en la historiografía latinoamericana, la verdadera identidad de los pueblos se encuentra en el campo.
Las tradiciones surgidas de lo rural serían las que permiten el nexo entre territorio y nación. Esto ha cobrado especial relevancia en el actual mundo globalizado, en el cual los grandes grupos de población viven en urbes donde se hace más difusa la identidad cultural. No es raro entonces que las expresiones artísticas acudan al campo en busca de respuestas acerca del origen. En el caso del cine dominicano es evidente tal intención, que se expresa con claridad en películas como Perico Ripiao, Andrea, La maldición del Padre Cardona, Lotoman y ahora en este filme que indaga mediante su protagonista en la complejidad de las relaciones afectivas de la Quisqueya campesina y pobre.
Una joven sin familia
María es una adolescente que vive con su madre en un apartado asentamiento rural. No sabe quién es su padre; a su madre no le gusta hablar de ello. Un accidente de tránsito le deja huérfana y decide buscar a Joaquín, su padre. Lo encuentra ya anciano en otro alejado paraje, viviendo junto a Polo Montif, un fiel sirviente haitiano. A regañadientes Joaquín la acepta en su casa, donde extraños sucesos ocurren por las noches, atribuidos a las difuntas que fueron sus amantes: Joaquín tiene un "fucú". Pero María es una joven con carácter que enfrenta con decisión a su padre y a los fantasmas que le rodean. La vida de ambos cambia ya que el entorno les es hostil, sin embargo, María encontrará el amor y un futuro posible atravesado por un pasado que raya en el tabú.
Guión y realización
El núcleo narrativo que se desarrolla con cuatro personajes principales está bien estructurado, no obstante, a nuestro juicio el guión incorpora personajes de segundo y tercer orden que en nada hacen avanzar la trama, más bien la complican. Técnicamente hablando, el filme tiene cosas positivas, pero la puesta en escena se realizó con actores de diferente calibre. La veteranía de Victor Checo y el aporte de Gastner Legerme son de un nivel muy distinto al resto. El papel protagónico le queda un tanto grande a la joven actriz Julieta Rodríguez, que sin duda tiene talento, pero le faltaron las tablas necesarias para generar aquella dinámica solo posible entre actores con experiencia.
Una escena extraordinaria
Hay películas de las cuales solo recordamos una escena, generalmente porque en ella se consigue un impacto que va más allá del propio filme y a veces de las propias intenciones del realizador. En este caso, destaca una escena onírica, María tiene una pesadilla en la cual ve a su padre y a su fallecida madre en una plantación de caña. Hay en este fragmento, de no más de 30 segundos, más cine que en la mayoría de las películas dominicanas hasta ahora filmadas. Esta escena bien justifica a todo el resto del filme.
El cine no existe en teoría y el guión es solo un instrumento efímero que muere cuando se rueda lo escrito; es un arte que requiere de una praxis concreta. No hay otra manera de hacer buen cine que haciendo películas, la cuales pueden resultar excelentes, las menos, o regulares, la mayoría. Bien entonces por el cine dominicano que sigue produciendo pese a las dificultades y que suma ahora entre sus filas a otra directora.
Recomendable para los incondicionales de la producción nacional, para las jóvenes que sueñan con dirigir y para los nostálgicos del maestro Luis Buñuel, para quien introducir un sueño en una película era casi obligatorio.
Ficha Técnica
La hija natural.
República Dominicana/Puerto Rico, 2011. 90 min.
Dirección y guión:
Leticia Tonos
Música: Miguel Hiraldo
Fotografía: Sonnel Velázquez
Intérpretes: Julieta Rodríguez
Victor Checo
Frank Perozo
Kalent Zaiz
Gastner Legerme
Héctor Sierra
Andres "Velcro" Ramos
Dionis Rufino
Las tradiciones surgidas de lo rural serían las que permiten el nexo entre territorio y nación. Esto ha cobrado especial relevancia en el actual mundo globalizado, en el cual los grandes grupos de población viven en urbes donde se hace más difusa la identidad cultural. No es raro entonces que las expresiones artísticas acudan al campo en busca de respuestas acerca del origen. En el caso del cine dominicano es evidente tal intención, que se expresa con claridad en películas como Perico Ripiao, Andrea, La maldición del Padre Cardona, Lotoman y ahora en este filme que indaga mediante su protagonista en la complejidad de las relaciones afectivas de la Quisqueya campesina y pobre.
Una joven sin familia
María es una adolescente que vive con su madre en un apartado asentamiento rural. No sabe quién es su padre; a su madre no le gusta hablar de ello. Un accidente de tránsito le deja huérfana y decide buscar a Joaquín, su padre. Lo encuentra ya anciano en otro alejado paraje, viviendo junto a Polo Montif, un fiel sirviente haitiano. A regañadientes Joaquín la acepta en su casa, donde extraños sucesos ocurren por las noches, atribuidos a las difuntas que fueron sus amantes: Joaquín tiene un "fucú". Pero María es una joven con carácter que enfrenta con decisión a su padre y a los fantasmas que le rodean. La vida de ambos cambia ya que el entorno les es hostil, sin embargo, María encontrará el amor y un futuro posible atravesado por un pasado que raya en el tabú.
Guión y realización
El núcleo narrativo que se desarrolla con cuatro personajes principales está bien estructurado, no obstante, a nuestro juicio el guión incorpora personajes de segundo y tercer orden que en nada hacen avanzar la trama, más bien la complican. Técnicamente hablando, el filme tiene cosas positivas, pero la puesta en escena se realizó con actores de diferente calibre. La veteranía de Victor Checo y el aporte de Gastner Legerme son de un nivel muy distinto al resto. El papel protagónico le queda un tanto grande a la joven actriz Julieta Rodríguez, que sin duda tiene talento, pero le faltaron las tablas necesarias para generar aquella dinámica solo posible entre actores con experiencia.
Una escena extraordinaria
Hay películas de las cuales solo recordamos una escena, generalmente porque en ella se consigue un impacto que va más allá del propio filme y a veces de las propias intenciones del realizador. En este caso, destaca una escena onírica, María tiene una pesadilla en la cual ve a su padre y a su fallecida madre en una plantación de caña. Hay en este fragmento, de no más de 30 segundos, más cine que en la mayoría de las películas dominicanas hasta ahora filmadas. Esta escena bien justifica a todo el resto del filme.
El cine no existe en teoría y el guión es solo un instrumento efímero que muere cuando se rueda lo escrito; es un arte que requiere de una praxis concreta. No hay otra manera de hacer buen cine que haciendo películas, la cuales pueden resultar excelentes, las menos, o regulares, la mayoría. Bien entonces por el cine dominicano que sigue produciendo pese a las dificultades y que suma ahora entre sus filas a otra directora.
Recomendable para los incondicionales de la producción nacional, para las jóvenes que sueñan con dirigir y para los nostálgicos del maestro Luis Buñuel, para quien introducir un sueño en una película era casi obligatorio.
Ficha Técnica
La hija natural.
República Dominicana/Puerto Rico, 2011. 90 min.
Dirección y guión:
Leticia Tonos
Música: Miguel Hiraldo
Fotografía: Sonnel Velázquez
Intérpretes: Julieta Rodríguez
Victor Checo
Frank Perozo
Kalent Zaiz
Gastner Legerme
Héctor Sierra
Andres "Velcro" Ramos
Dionis Rufino