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La Paradoja de Rogers aplicada a la medicina

Un acertijo. El caso de un político que emigró de un partido a otro, reduciendo la inteligencia promedio de ambas organizaciones

SANTO DOMINGO. Como decíamos ayer, la paradoja de Will Rogers ha sido resucitada por un equipo de investigadores médicos (Feinstein y col.) para descubrir posibles distorsiones estadísticas que se producen al evaluar la media de supervivencia en ciertas enfermedades. Resulta que los pacientes con enfermedades degenerativas son asignados, frecuentemente, a diferentes categorías según la evaluación hecha por los médicos sobre el grado de avance de la enfermedad en una fecha determinada. Por ejemplo, un paciente en la fase inicial de una enfermedad se ubica en el Estadio I de la misma, una categoría buena, estadio en el cual no era posible, debido a la deficiencia de las técnicas de diagnóstico, saber cuales pacientes probablemente morirían de la enfermedad.

Los pacientes con enfermedades más avanzadas, eran enviados a alguna de las dos categorías "malas", Estadio II y Estadio III. Como era de suponer, los pacientes asignados al Estadio I vivían más tiempo que aquellos de los Estadios II y III, independientemente del tratamiento que se les aplicara, pues la enfermedad de los pacientes ubicados en las categorías malas se encontraba en un estado más avanzado, y era de esperar que murieran primero.

Sin embargo, debido a los increíbles avances en las técnicas de diagnósticos logrados en los últimos años, muchos de los pacientes que antes eran asignados al Estadio I, pero que eventualmente desarrollarían enfermedades mortales, ahora podían ser enviados directamente a los Estadios II y III desde el principio. Un ejemplo ilustrativo de esto es el cáncer de pulmón. Pacientes en una fase temprana de esta enfermedad, que antes eran asignados al Estadio I, ahora son rutinariamente detectados gracias a las nuevas técnicas de diagnóstico y asignados a categorías "malas" (Estadios II y III).

Pero como estos pacientes están en una fase temprana de la enfermedad y no presentan síntomas, su expectativa de vida, al emigrar del Estadio I a los Estadios II Y III, sería mayor que la de los pacientes que ya presentaban síntomas cuando fueron asignados a esos estadios. Esta migración aumentaría la vida promedio de los pacientes en los estadios avanzados de cáncer de pulmón, aunque el tratamiento que se les aplicó no surtiera ningún efecto. Desde luego, como al Estadio I le han sacado los pacientes de algo riesgo, el promedio de vida de los pacientes restantes en ese estadio aumentaría también, aunque no se aplicara ningún tratamiento.

Esta sorprendente aplicación médica de la paradoja de Will Rogers se puede resumir como sigue: debido al enorme avance de las técnicas de diagnóstico, los pacientes con cáncer de pulmón que todavía no presentaban síntomas emigraban de los estadios bajos a los altos aumentando de ese modo el promedio de supervivencia en ambos estadios, tanto en el bueno como en los malos, sin afectar en modo alguno la supervivencia total de dichos pacientes. En semejante situación, resulta tentador atribuir la prolongación aparente de la vida de los pacientes al tratamiento médico utilizado, aunque este fuera totalmente ineficaz.

De todo esto podemos sacar una gran enseñanza: la explicación de un fenómeno no surge siempre entre los científicos ni en el ambiente académico, sino que puede aflorar en los comentarios irónicos de un cronista popular. Dejo de tarea a mis lectores más avezados y ociosos el siguiente acertijo: el caso de un político dominicano que emigró de un partido a otro, reduciendo la inteligencia promedio de ambas organizaciones.

guerrero.simon@gmail.com