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Libros.

Artes en Santo Domingo Revista especializada en arte caribeño

Número: 16, año 4, julio septiembre 2005

Directora: María del Carmen Ossaye

El número está dedicado a las artes plásticas en la vecina isla de Puerto Rico. Abre con un trabajo titulado "Domingo Izquierdo, el lirismo del cambio", en el que se habla acerca de la evolución del maestro en una nota más biográfica que de análisis de sus aportes. Judith Nieves Lacomba firma un artículo también en la misma cuerda, biográfico, titulado "Los espacios creativos de Carlos Osorio". "José Antonio Torres Martino, artista de artistas", escrito por Margarita Fernández Zabala, refrenda la impronta dejada por este creador en importantes edificios públicos de Puerto Rico, a través de murales, caseínas y, claro, a través de sus lienzos, donde lo ideológico no ahoga lo artístico. La obra escultórica de Heriberto Nieves es analizada por José Antonio Pérez Ruiz; este es tal vez el más analítico y profundo de los textos incluidos en este número, donde el crítico opina, valora, aporta su punto de vista, alumbra sobre la obra de quien está considerado como uno de los artistas de la vanguardia puertorriqueña. El número incluye otros textos como "El impulso figurativo: obras de la colección de arte UBS"; "El artista interrumpido: trabajos selectos de María de Mater O’Neill. Del pos al después"; y Haydee Venegas rubrica "El egregio verano de 2005", el cual, según la autora pasará a la historia cultural puertorriqueña como el más glorioso por los éxitos logrados por las artes plásticas de ese país a nivel nacional e internacional. Maneja con propiedad una tesis suya que denomina "de las 3T’s", una tesis que bien valdría la pena aplicar en las artes contemporáneas dominicanas: técnica, temática y tesis. La experiencia del coleccionismo es enfocado en la entrevista que Maritza Álvarez le realizara a Luis Gutiérrez y Carmen Bermúdez, titulada "Una pasión a dúo", entre otros asuntos de indiscutible interés, que forman parte de la edición en cuestión. Otras secciones permanentes, como la dedicada a las publicaciones, completan este número coleccionable, como todos los de esta revista que permanece con una calidad envidiable tanto de los textos que incluye como las ilustraciones y fotografías y la impresión. Algo realmente envidiable es el hecho de contar con anuncios que tienen que ver con el espíritu de la revista.

Historia Social de Santiago de Los Caballeros 1863-1900

Autor: Edwin Espinal Hernández

Edición: propia

Cantidad de páginas: 420

La hermosa edición de este libro fue un presente del Banco Popular a todos los asistentes a la recepción ofrecida a los representantes de los medios. La ardua labor de investigación realizada por el historiador y especialista en derechos de autor Edwin Espinal arroja a la luz los vericuetos por los cuales se ha movido el desarrollo de la sociedad santiaguera. El lector puede ver, como en una retrospectiva cinematográfica el crecimiento de una ciudad que en 1863 era apenas "un conjunto poco agradable, que visto de lejos no invitaba a penetrar en su interior" y donde el único edificio que sobresalía por encima de las casa chatas era la cárcel. Se refiere Espinal a todos los factores que influyeron en el desarrollo de la pujante ciudad que es hoy, caracterizada sobre todo por el sentido de pertenencia de sus habitantes, por una cultura local de fuertes ataduras regionales y de indiscutible vocación internacional. Y es que quizás eso esté dado por la naturaleza de los emigrantes que aportaron su granito de arena en la conformación de la sociedad santiaguera, desde los "turcos" (como les llamaban a sirios, palestinos y libaneses), hasta los italianos, españoles, cubanos y puertorriqueños. Apunta Edwin Espinal, de pasada, las visitas realizadas a la ciudad por José Martí y el apoyo económico recibido por el cubano para liberar a su patria, así como de las visitas realizadas por este y el Generalísimo Máximo Gómez cuando se encontraban en la organización de la segunda guerra de independencia que se iniciara en 1895. Espinal se apoya en el diario del propio José Martí, con esa manera de describir tan suya, en la que va descubriendo detalles de tradiciones ya olvidadas o desaparecidas, como la de la tarasca. El libro habla de circos que visitaron la ciudad, de magos, fotógrafos y hasta gente de paso con innovaciones tecnológicas. Pero habla también de la evolución de la educación en la ciudad hasta principios del siglo XX y el desarrollo de los medios de comunicación. Aborda Espinal asimismo los medios de transporte, desde el caballo y la bicicleta hasta los caminos vecinales, el ferrocarril –donde un único tren diario con 31 vagones de carga no bastaban, ¡qué tiempos aquellos!- y todo el sistema vial y hasta la historia del cuerpo de bomberos. Este es un libro que debería estudiar todo santiaguero que se respete, y toda persona interesada en indagar cómo eran los tiempos fundacionales de una de las ciudades emblemáticas de República Dominicana.