Luisito y Anthony se botan en gran show
Santo Domingo. Son dos viejos lobos y aúllan con entusiasmo en las noches de luna llena... y hasta en las de cuarto menguante. Son Anthony Ríos y Luisito Martí con la reedición de el show de ambos que detenía el andar en los hogares dominicanos en su tiempo.
No hay que dudarlo, porque entre flor y flor, Anthony deja caer su mensaje siempre positivo, y Luisito demuestra que siguen funcionando los sketch y cuentos que actúa, una y otra vez, y que hay que renovar, como no (¡esa eterna falta de guionistas!).
El mejor momento de todos, más allá de las canciones de Anthony y de la capacidad histriónica de Luisito, es el sketch que se desarrolla en una cárcel y el preso es Martí; Anthony asume el papel de un abogado que le viene como anillo al dedo; lo hace de modo tan orgánico, que valdría la pena llevarlo al cine, por lo rico y lleno de matices; incluso en las improvisaciones de ambos, que son otro aderezo a la buena noche.
No hay que dudarlo, porque entre flor y flor, Anthony deja caer su mensaje siempre positivo, y Luisito demuestra que siguen funcionando los sketch y cuentos que actúa, una y otra vez, y que hay que renovar, como no (¡esa eterna falta de guionistas!).
El mejor momento de todos, más allá de las canciones de Anthony y de la capacidad histriónica de Luisito, es el sketch que se desarrolla en una cárcel y el preso es Martí; Anthony asume el papel de un abogado que le viene como anillo al dedo; lo hace de modo tan orgánico, que valdría la pena llevarlo al cine, por lo rico y lleno de matices; incluso en las improvisaciones de ambos, que son otro aderezo a la buena noche.
Alfonso Quiñones
Alfonso Quiñones