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Álvaro Vargas Llosa

"El político tiene que vender el futuro"

¿Ha sido perseguido? Toda mi vida, contesta Álvaro Vargas LLosa. Cuando se le plantea si merece la pena seguir escribiendo, lo tiene claro: "Sin duda, hasta el último día". Ese es Álvaro Vargas Llosa, un creador de opinión, un investigador innato que mezcla su curiosidad de periodista con su formación de historiador y logra, casi siempre, que los que tienen el poder hablen de él.

Historiador, periodista y escritor, Álvaro Vargas Llosa crea pequeñas revoluciones con sus libros y grandes respuestas con sus artículos. Dicen de él que lo que piensa, lo escribe, una de las mejores maneras de crear opinión.

Estuvo en nuestro país para presentar su última obra "Rumbo a la libertad" donde el hijo de Mario Vargas Llosa analiza las razones que mantienen a Latinoamérica en un constante estado de pobreza. Compartió alguna de sus teorías con mujer única.

EL PERIODISTA QUE HACE HISTORIA

¿El historiador tiene el deber de hablar del pasado para que no se olvide o de predecir el futuro para evitar errores?

Las dos cosas. Un filósofo alemán decía que los historiadores son profetas al revés. A mí en realidad me gusta más el pasado que el futuro, creo que por eso no soy político, porque el político tiene que vender el futuro. Sin embargo, es verdad que cuando uno lee el pasado y quiere saber los porqués, en el fondo está la idea de evitar volver a repetir esos errores. Por eso las dos cosas son ciertas.

Un historiador, un periodista o un escritor, ¿pierden la capacidad de crítica cuando se meten a políticos o a hacer política?

Puede ocurrir eso. A mí me pasó una cosa muy interesante, hice política muy joven y descubrí que me resultaba imposible dejar de ser periodista. Había en mí alguien que estaba tomando nota, digamos que secretamente, de todo lo que iba ocurriendo y eso en política es muy ineficaz porque la política es adversaria del periodismo. El periodista tiene que descubrir una verdad que como político tratas de ocultar, y si tienes un periodista dentro de ti que está revelando lo que tienes que ocultar eres un político muy ineficaz. El resultado fue mi primer libro, "Diablo en campaña", una crónica de la campaña electoral de mi padre en 1990 donde no ejercí de periodista sino de político, pero me di cuenta que había vivido toda la campaña siendo infiel a la política con el periodista. Ganó el cronista, el observador… Un político, si quiere ser eficaz, tiene que matar el instinto del cronista porque si no, va a desdoblarse en dos y entonces habrá alguien que estará constantemente observando aquello que no debes mostrar si quieres ser eficaz.

Y si el periodista se convierte en político pierde un poco de credibilidad...

Por supuesto, el periodista, aunque suene un poco solemne, tiene que ser en cierta forma el contrapeso del poder, y si forma parte del otro lado pasa a ser juez y parte, entonces pierde la objetividad. Aunque tampoco creo que haya una ley en este aspecto, si uno quiere pasar esa barrera que la pase, si lo hace de forma transparente y dejando claro que lo está haciendo, que la gente juzgue. Aunque cuando das ese paso pierdes neutralidad, de eso no hay duda.

EL CAMINO A LA LIBERTAD

El libro que ha venido a presentar, "Rumbo a la libertad", razona por qué las reformas neoliberales no han sacado a Latinoamérica de la pobreza. ¿Por qué?

Porque hemos perpetuado el mismo sistema que teníamos desde la época de la colonia, aquel en el que para poder crear riqueza uno tiene que estar cerca del poder, y si no es así las oportunidades son muy pocas porque la ley discrimina. Hay una gran concentración del poder económico y del político, por eso la gente que quiere producir y participar del mercado no puede hacerlo. No hay movilidad social, la gente tiene poco acceso al capital, a la propiedad y no se crean verdaderas economías de mercado. Ahora, ésto ocurre bajo gobiernos de izquierda, de derecha y de centro.

Es importante entender que por debajo de los cambios, convulsiones, revoluciones y contrarrevoluciones hemos mantenido un sistema muy estable. Un sistema que hay que cambiar si no queremos seguir con una gran parte de la población en la pobreza y con esos caudillos populistas que salen a armar revoluciones. Tienen un auditorio muy disponible, porque en un sistema donde la mayor parte de la gente siente discriminación va a tender a prestar oídos a un mensaje de corte populista.

¿Cómo se consigue entonces evitar que pocos lo tengan todo y muchos no tengan nada?

El ultimo capítulo del libro tiene una propuesta de reforma radical de todas las instituciones, y hay que cambiar las leyes. Si se ve uno por uno todos los mercados verás que de forma encubierta hay normas y leyes que protegen a alguien y perjudican a alguien, es decir, la ley no es un espacio neutral, no es un sistema en el que cabemos todos. La ley es el instrumento del privilegio, la ley deja de ser un espacio público y se vuelve una ley privada en la que yo soy el más fuerte, mando y por eso hago la ley a mi medida.

Hay que cambiar eso a través de una movilización muy fuerte de la sociedad civil, lo han hecho países de Europa central, lo está haciendo Chile, lo hicieron países europeos que eran pobres hace un par generaciones como España, lo han hecho en Irlanda, Nueva Zelanda. ¿Por qué no puede hacerlo América Latina?

Precisamente, en los últimos años se habla mucho de que los verdaderos cambios llegan a través de la sociedad civil, pero es un término que se ha quedado en algo muy abstracto...

Porque se ha vuelto un comodín que todo el mundo usa para llevar agua para su molino, la gente ya no ve la sociedad civil de la misma manera. Recuerdo que en el 2000 formé parte de una movilización en contra de la dictadura de Alberto Fujimori y todos hablábamos de la sociedad civil, era como la gran moda. La sociedad civil iba a solucionar eso, porque se organizó para derrotar a la dictadura. Sin embargo, cayó la dictadura e inmediatamente dejó de ser activa, de existir.

La sociedad civil sólo se deja notar por oposición a algo, pero difícilmente en nuestros países se deja notar en trance de construir algo. A diferencia de otros países como EE.UU. con una sociedad muy activa, o Inglaterra donde se organizan desde abajo para las actividades mas disímiles y lo hace desde la base, es decir, organizaciones populares que no tienen nada que ver con el poder. Pero nosotros no tenemos todavía esa cultura, es difícil, y vamos a tardar.

¿Influye el hecho de que existe un gran paternalismo, de que hablamos de sociedades donde se espera que sea el otro el que resuelva las cosas?

Claro, somos unas sociedades de solicitantes, tenemos una cultura receptiva y pasiva y a mí me parece que eso no permite el desarrollo. Pero al mismo tiempo también tenemos en muchas comunidades a gente tremendamente empresarial con una enorme creatividad. Y cuando esa gente emigra y va a una sociedad distinta inmediatamente se convierte en exitosa o por lo menos logra salir adelante. Lo que significa que no tenemos un problema congénito, tenemos un problema institucional. Pero el sistema que tenemos ahora no conduce a la creación de riqueza, conduce a la pasividad, a la cultura de los solicitantes y eso hace mucho daño.

¿Por qué cree que la democracia como sistema político esta fallando en Latinoamérica?

Porque creo que la democracia en nuestros países es un ritual electoral cada cuatro años y nada más, no significa estado de derecho, igualdad ante la ley o contrapeso de poderes.

La democracia auténtica es la sociedad civil activa de la que hablaba, los grandes problemas los resuelven las sociedades no los resuelven los estados. En nuestros países ocurre al revés, los grandes problemas esperamos que los resuelvan los estados y como no pueden, entonces inmediatamente reaccionamos contra la democracia. Es lo que está pasando en Perú, ahora mismo el candidato que va primero es un exmilitar muy autoritario con un discurso incendiario que recoge la ira, el despecho de la gente contra esa democracia. Y por eso nos pasamos la vida retrocediendo hasta dictaduras, golpes militares y sistemas autoritarios.

TEORÍAS

En uno de sus artículos comparaba los tratados de libre comercio con muñecas rusas. Actualmente en República Dominicana se está negociando en ese sentido con EE.UU. ¿Cuál es su posición?

Hay un caso interesante, Estonia, país Báltico que estaba bajo el comunismo hasta hace poco, y que en 1991 tomó la decisión de eliminar toda su protección arancelaria unilateralmente sin firmar ningún acuerdo con nadie. Desde entonces Estonia crece anualmente casi tres veces más de lo que crecía antes de tomar esa decisión. Se ha vuelto un país inmensamente dinámico, y es un modelo que muchos países tratan de imitar. Si todos los países hicieran eso pasaría exactamente lo mismo, el mejor TLC es aquel en el que cada país toma la decisión de no impedir a sus ciudadanos ejercer el comercio con nadie, se eliminan las barreras. Es muy difícil que lleguemos a eso porque tenemos una cultura muy enemistada con la idea de libre comercio. No es que me oponga a los TLC, los prefiero a no tener nada, pero en realidad son una escala en el objetivo final: la eliminación de las barreras a la libre circulación de bienes, capitales, ideas, personas y servicios en este hemisferio.

Pero como tenemos ese prejuicio vamos más lentamente, vamos formando la Comunidad Andina de Naciones, Mercosur, ahora queremos la Unión Sudamericana de Naciones, tenemos el Mercado Común Centroamericano, por eso hablo de las muñecas rusas. Tenemos un sistema en el que tenemos una muñeca dentro de otra y vamos enredándonos. Es mucho más sencillo que cada gobierno decida eliminar sus barreras y se instale automáticamente la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.

La India, China, se ven como las grandes potencias económicas del futuro, ¿cree que de alguna manera Latinoamérica pudiera acercarse a ellos y romper esa atadura que tiene con las potencias tradicionales?

Hay países que ya lo están haciendo, Chile ha firmado un TLC con Corea del Sur, y está negociando otro con China y con Japón. Tenemos casos como el de Brasil donde hay una importación muy fuerte que viene de China. Hay una tendencia en ese sentido y buena parte del crecimiento económico de Latinoamérica se debe a la demanda china por materias primas latinoamericanas. Está ocurriendo y es una gran cosa, no hay nada como tener una abanico diversificado de interlocutores comerciales y políticos, y no tener que depender de un solo mercado o potencia, habrá más pluralidad en el ámbito de las relaciones internacionales.

¿Qué opina de "El consenso de Washington" que describió el economista inglés John Williamson y no ha tenido el éxito esperado?

Lamentablemente ha sido insuficiente, sirvió para estabilizar nuestra moneda, sirvió para reducir nuestros déficits fiscales, para algunas privatizaciones. Pero no permitió, precisamente porque fue insuficiente, unas reformas más profundas de los problemas que hablaba anteriormente, la concentración de poder es muy grande y hay discriminaciones legales contra la participación popular en el capital y la propiedad. Por eso la gente ahora tiende a rechazar este consenso como algo muy negativo, y lo que hubiera podido hacer América Latina es complementar el consenso de Washington con una serie de reformas como las que menciono en el libro, y hubiera tenido más éxito. El consenso habla de cosas sensatas y razonables, pero no lo suficiente, era solo la punta de un iceberg, lamentablemente nos quedamos solo ahí.

LOS EMIGRANTES

Muchos latinoamericanos están emigrando a Europa donde parece que es un tema que se les está yendo de las manos…

Es una tragedia absoluta, todos los países exitosos en la tierra se hicieron sobre la base de la emigración. En el caso de EE.UU. no hay duda, pero la propia Europa, la España que hoy rechaza a los emigrantes magrebíes o latinoamericanos, es una España que exportaba españoles hacia Suiza, Alemania, Argentina… Lamentablemente el problema es que Europa se ha dormido en los laureles, se ha vuelto una sociedad básicamente estática donde hay muy pocas reformas, donde hay un bienestar que ya no es posible sostener pero que se sostiene artificialmente y eso crea desempleo, una reducción de oportunidades. Y lógicamente la gente que vive en esas condiciones teme ser desplazada cuando vienen olas de emigrantes. Y lamentablemente la emigración va a seguir existiendo porque no hay nada más natural que el instinto de querer mejorar y uno emigra hacia tierras que ofrecen oportunidades que la suya propia no ofrece.

Es un choque al que no le veo solución inmediata, los países europeos van a seguir levantando barreras contra los emigrantes, que van a seguir eludiéndolas. Yo quisiera que fueran más tolerantes con la emigración y más radicales en sus propias reformas para que no se produzca esa exclusión social de muchos europeos que es la que hace que teman que la emigración los va a desplazar.

Lo que está pasando es que se están creando guetos, los emigrantes se aíslan o los aíslan según como se vea y eso crea focos de violencia…

La emigración pudiera ser la respuesta a la baja tasa de natalidad en Europa, pero hay una mentalidad de que el emigrante viene a quitarme lo mío. Además la creación de guetos añade un problema adicional, la idea de que somos incompatibles y que tenemos que vivir en compartimentos estancos. Se crea una desconfianza del otro, ya lo hemos visto en Alemania con los turcos, en Inglaterra con algunas comunidades hindúes, es un problema que viene de mucho tiempo atrás.

En Francia, por ejemplo, esas comunidades en las afueras de París donde hay mucha protesta social, se crearon en parte porque el sistema francés es un sistema que no les permitía integrarse, les ponía todo tipo de barreras para integrarse social, cultural, incluso políticamente. Entonces los hijos de esos emigrantes que son tan franceses como cualquier francés se sienten discriminados, con toda razón y hay una violencia que nace de esa frustración. Una gran responsabilidad la tienen los gobiernos y los estados que han creado condiciones para que los

emigrantes se agrupen en guetos que no pueden y no quieren integrarse porque no se lo han permitido.