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“Me rompieron de niña”: la dura historia de vida de Bárbara Mori, protagonista de ‘Rubí’

La actriz habló del lado oculto de la fama, plagado de abandonos, tristezas y soledad.

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“Me rompieron de niña”: la dura historia de vida de Bárbara Mori, protagonista de ‘Rubí’
Bárbara Mori en su personaje de Rubí.

Para muchos, la vida de los artistas está lleno de lujos, alegrías y muchas satisfacciones. Y es cierto, en la mayoría de los casos, pero al mismo tiempo, esa burbuja puede ser un camuflaje de tristezas y muchas cicatrices interiores.

Para llegar a ser reconocidos, algunos pasaron calamidades propias de cualquier guion que hayan asumido. Un caso que describe perfectamente lo expuesto anteriormente es la historia de Bárbara Mori, la actriz uruguaya, naturalizada mexicana que en 2004 encarnó a Rubí, un de los personajes más recordados de la pantalla chica latina.

Ella abrió su corazón y habló de la tristeza que sentía y lo vacía que estaba, a pesar de estar en la cúspide de su carrera como actriz.

“La mayoría de gente no me conoce, algunos conocen la imagen detrás del nombre Bárbara Mori, pero no me conocen a mí. Gran parte de mi vida estuve tratando de pertenecer, de encontrar un lugar en el mundo que me permitiera salir de la realidad que me acompañó toda mi infancia. Una realidad oscura, triste, alejada del amor. Entonces, buscaba un lugar seguro”, fue una de las primeras cosas que mencionó la celebridad.

En el video habló además de los sacrificios que tuvo que hacer para huir de la casa de su papá, donde era violentada y reveló que su madre la abandonó."Ese anhelo de irse lo cumplió a los 17 años, tras laborar como mesera, repartidora de volantes en semáforos, bailarina en un antro, ‘bartender’ y secretaria, donde finalmente empezó su camino en el modelaje y la actuación", reveló la actriz.

Ahí, [en el trabajo de secretaria en una agencia,] mi físico me ayudó a entrar al mundo del modelaje, pero al principio no fue nada fácil. Y hasta que logré hacer mis primeros comerciales, como extra, y descubrí con tristeza que las agencias se ‘jineteaban’ el dinero, así que había veces que pagaba mi renta o comía”, recordó la celebridad, y más adelante revivió los 10 años que hizo telenovelas sin parar:

“En medio de todos esos proyectos, luchaba por encontrarme. No era muy consciente del porqué de mi enojo contra la vida y mi necesidad de demostrar a los demás y a mí que tenía algún valor. Al crecer rodeada de golpes y abusos psicológicos, se generó en mí la creencia de que yo no era lo suficientemente buena en nada, como para haber merecido el amor de mis padres. Y creía que no merecía el buen trato de nadie, ni siquiera de mí. Iba por la vida generándome situaciones destructivas con las decisiones que iba tomado”.

Aun así, se siguió refugiando en su carrera y “después de interpretar los mismo personajes sumisos, como protagonista”, renunció a ese estancamiento y fue cuando a su vida llegó ‘Rubí’, el personaje de la novela que lleva el mismo nombre y que, al principio rechazó porque la productora quería una exclusividad de seis años y ella no la aceptó. Luego, la llevó al estrellato en 2004.

Fue tal el éxito de su protagónico que luego le ofrecieron esta vida y la otra para que siguiera trabajando en el mismo medio, pero la actriz todavía no se sentía plena con ella misma ni estaba feliz.

“’Rubí’ fue el proyecto más importante del momento, me trajo una proyección internacional que nunca imaginé. Era poseedora de esas tres cosas que, según la sociedad, te llevan a la felicidad: era famosa, exitosa, y me pagaban muy bien“, relató, y continuó:

“Sin embargo, yo llegaba a mi camerino, cerraba la puerta, me miraba al espejo y me ponía a llorar: me sentía sola, vacía, triste. Lo cual me llevó a tener una profundísima reflexión: ni todo el dinero, ni toda la fama, ni todo el éxito, jamás nos van a llevar a la felicidad si por dentro estamos rotos. A mí me rompieron de niña, mi padre con su adicción y violencia, y mi madre con su abandono”.

La tristeza de ese momento fue lo que, finalmente, la llevó a entender que para ser feliz debía revisar su interior y cambiar “patrones, conductas y creencias impuestas por padres, amigos y la sociedad”, que no le permitían avanzar. En ese proceso, le sirvió la meditación, el yoga, la lectura —que antes “odiaba porque mi papá cuando no sabía decirle lo que había leído me reventaba la cara contra la pared”, rememoró—, la creación de una fundación para ayudar a cumplir sueños de niños que están muriendo y otros cambios hechos “desde el corazón”.

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