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El trompetista empírico

El músico habla sobre las virtudes del instrumento y el talento de los músicos para aprender sin escuela

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El trompetista empírico
Wilfrido Vargas con su inseparable trompeta. (FUENTE EXTERNA )

En mi entorno cultural han existido personas que han tenido una pasión sobresaliente por su profesión, gran talento y en especial, una fascinación profunda por su instrumento. En mi época, en la de Guancho Viloria, en la de “Rasputín” y en la de Fermín Cruz, entre otros, la escuela no era algo habitual, no se acudía a ella, puesto que la ley era el empirismo. Y hay que felicitar lo que hacía cada uno de esos muchachos; ellos lograban un desenvolvimiento que no tiene cómo explicarse si no es a través de una palabra: talento.

Para contextualizar mejor este escrito debo hablar de varios conceptos, como por ejemplo el de la musicología, definida como la ciencia que estudia las teorías de la música. Mientras que el empirismo, es la formación a partir de la experiencia. Dentro de la definición de empirismo se entiende que hay ausencia de un estudio formal, de academia; lo que para mí sería como otra escuela. Sin embargo, la musicología como ciencia, en su desarrollo natural ha tomado mucho tiempo en hacer los estudios pertinentes de las músicas populares latinoamericanas, por lo que en esa especie de “sálvese quien pueda” es difícil hacer una reflexión, a menos que no sea el propio músico en introspección con su instrumento, usándolo como arma para hacer justicia.

En la escuela actual de la República Dominicana confieso que no sé si exista un postgrado de trompeta con énfasis en merengue dominicano, los estudios formales generalmente se encaminan hacia la música clásica o el jazz. Ese trompetista graduado en el máximo nivel no tiene la experiencia de los trompetistas empíricos de un nivel paralelo de música tropical. Así como esos trompetistas empíricos tampoco tienen las características de un trompetista académico. Eso es obvio, porque se especializaron en géneros y ámbitos distintos y cada cual tiene lo suyo. Es por eso que encuentro razón suficiente para hacer un homenaje al trompetista empírico, al músico empírico de merengue dominicano en general.

Pero entrando en nuestro hogar de la música tropical, Sí, podrías irte a YouTube y es donde encontrarás infinidad de tutoriales que te enseñan a apreciar y acercarte a un género que es como una “religión” musical, me refiero al Son Cubano por ejemplo. Lo mismo pasaría con el Tango, el Bolero y el Merengue, entre otras músicas que han trascendido el horizonte de nuestra cultura.

Hay leyendas de trompetistas talentosos que nunca leyeron una partitura, y otros que estudiamos muy poco de trompeta en la academia. Por ejemplo, estudiamos el método más completo de trompeta llamado Arban, y eso quiere decir que no podemos hablar de analfabetismo gramatical o de empirismo total, pues comparado con la escuela formal de la trompeta, aprender del método Arban, sería como aprender a montar bicicleta, ya que es algo natural que la mayoría de los trompetistas hacen. Ilustro con ejemplos lo dicho. Es positivo el hecho de que si bien, Kilvio Fernández no puede hacer una interpretación del quilate de Wynston Marsalis, también creo en mi ser, que ni en esta vida ni en la otra, Wynston podría emular el gran solo de trompeta de Kilvio Fernández en el merengue Las Avispas, de Don Milo Vargas. Hay cosas que para expresarlas, deben hacerse desde la intimidad del corazón y la experiencia de un género.

Es delicado profundo y peligroso. Sería un lujo para la cultura musical, que existiera suficiente literatura y artículos hermosos, tocando el misterio del talento en su estado puro, y no formado en la academia. La redada que sale del corazón, no de la escuela, para luego confluir con ese conocimiento complementario que ofrece la herramienta invaluable de la escuela. Trabajos serios, pero tan delicados, que no puedes abordar sin tomarte la molestia de la consulta, de la libertad que yace en la música indígena y el coqueteo o galanteo que pueda darse con la música plenamente académica. Sería un sueño hecho realidad poder afianzar esas alianzas entre la escuela y lo empírico, respaldado por el talento. Sé que tendríamos una ganancia importante; puesto que ambos constituyen un universo poderoso, invaluable y casi que incontrovertible. Nos acercaremos más a garantizar la pureza para el alma y hasta para la apertura del tercer factor de la ecuación, abriendo puertas a códigos que hoy acaparan los medios que difunden una música en parte banal, y con falta de criterio sólido que la sustente como arte y ciencia a la vez.

Ya es hora de que termine esa conducta un tanto parsimoniosa, pasiva que ha mantenido la escuela. La cual se ha tornado trivial, árida y tardía de investigación en nuestras músicas populares. De esta manera podría expandirse, ampliarse y divulgar ese conocimiento, la verdad, lo irrefutable y mantenernos en el umbral de la filosofía, para poder soñar con la potabilidad de la música ancestral en la academia y la música de los códigos actuales, donde se tendría un músico con una formación con más visión y apropiación de las culturas de nuestro entorno.

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