Las tres B’s de esta Semana Santa
Esta Semana Santa la voy a dedicar a escuchar obras de la “Santa Trinidad” de la música: Johann Sebastián Bach, Beethoven y Johannes Brahms
Cuentan que el famoso director de orquesta alemán Hans von Bülow, acuñó la expresión “Las tres b’s”, refiriéndose a los compositores alemanes Bach, Beethoven y Brahms, como tres de los mayores compositores de la historia de la música. Una intencionada jerarquía musical. Hans von Bülow fue uno de los más importantes directores del siglo XIX, dirigió la Filarmónica de Berlín entre 1887 y 1893, además de estrenar obras de importantes compositores incluyendo óperas de Richard Wagner, quien tuvo un romance con Cosima, la esposa de von Bullow, hasta que finalmente ella abandonó al director y se casó con Wagner.
A estos tres compositores se refieren también como “La Santa Trinidad”. Una Santísima Trinidad llena de simbolismo, donde Bach representa el papel del padre de la música, Beethoven personifica el hijo y Brahms al Espíritu Santo.
Esta Semana Santa la voy a dedicar a escuchar obras de esta “Santa Trinidad” y el orden está establecido: abro con la música infinita y celestial de Johann Sebastián Bach, continuo con Beethoven y finalizo con Johannes Brahms.
Con la música de Bach, compositor cumbre del periodo barroco, inicio el Domingo de Ramos. Su obra es enorme, profunda, perfecta y además bella. Toda su música está marcada de una manera u otra, por su espíritu religioso. Al final de todas sus composiciones religiosas aparece la frase Soli Deo Gloria -Solo la gloria de Dios-, incluso en sus obras no religiosas habitualmente escribía las letras I.N.J, -en nombre de Jesús-. Bach tenia la certeza de que cada nota que escribía, celebraba la gloria de Dios. Esta creencia es la fuente de la alegría que se plantea tan a menudo en su trabajo. Mi selección inicia con las cantatas 147 (Herz und Mund), la 140 (Wachef auf, ruft uns die Stimme) y la 202 (Weitchet nur), no dejo de lado las dos Pasiones, San Mateo y San Juan, la Misa en si menor, BWV 232 y el Magnificat en re mayor BWV 243. En esta ocasión me he concentrado en las obras corales. Las cantatas de Bach en su mayoría fueron compuestas con el fin de ser parte de los servicios eclesiásticos y con variaciones y meditaciones sobre corales luteranos para días determinados.
Las noches de la Semana Mayor, seguro hasta el jueves, están dedicadas a Beethoven. ¡Qué puedo decir de Beethoven que ya no haya dicho! Es un océano por navegar y conocer, invito a escuchar de sus sinfonías la Tercera, Quinta, Séptima y Novena, los conciertos para piano No. 4 y No. 5, las Sonatas Waldstein y Appasionata, las Oberturas Egmont, Coriolano, las Leonoras, las canciones “An die ferne Geliebte” (A la lejana amada) y su ópera Fidelio. La única opera de L.v. Beethoven, es una reflexión sobre el ideal revolucionario y el poder redentor del amor verdadero. Fidelio o el amor conyugal, una ópera en dos actos. Cuenta la historia de cómo Leonora, disfrazada de un guardia de la prisión llamado “Fidelio”, arriesgándolo todo, rescata a su marido Florestán de la condena a muerte dada por razones políticas, al final triunfa el amor y la fidelidad.
Johannes Brahms, el tercero de los alemanes, en la trinidad el “Espíritu Santo”, compositor, pianista y director de orquesta del romanticismo, considerado el más clásico de los compositores de dicho periodo. Se mantuvo fiel toda su vida al clasicismo romántico y conservador. Para Brahms el pasado contenía los únicos verdaderos gigantes, la esperanza de Clara Schumann, su gran amor (esa es una larga historia), y del amor; siempre permaneció soltero. Quizás el sentido trágico de su música sea la tragedia del paso del tiempo. Por esa pérdida y anhelo en todas nuestras vidas y en estos tiempos tan patente, la música de Brahms se vuelve verdadera e indispensable.
Compuso gran variedad de obras que incluyen sinfonías, música de cámara, piezas para piano, órgano, voz y coro. Sus composiciones son, hoy en día, parte imprescindible del repertorio clásico. Me voy con su Réquiem Alemán y sus cuatro Sinfonías, las cuales están invariablemente clasificadas, junto a las de Beethoven, como de las mejores jamás escritas. Con Brahms, su Réquiem y las cuatro Sinfonías cierro esta Semana Santa.