Paisaje sirvió a Picasso para fortalecer su oficio

Barcelona, España. La historiadora del arte Claustre Rafart, que acaba de escribir un libro sobre "Los paisajes de la Barcelona de Picasso", sostiene que el paisaje sirvió al artista malagueño para "fortalecer el oficio de pintor y dibujante".

Publicado en catalán, castellano e inglés, "Los paisajes de la Barcelona de Picasso" nace de un proyecto más pequeño, "un encargo de un artículo sobre la relación de Picasso con una ciudad", explica a Efe la autora, que se centró en esa urbe del nordeste de España.

Picasso llega a Barcelona en 1895, a punto de cumplir catorce años, y se queda hasta 1904, momento en el que se instala en París.

En ese período de su vida artística, el pintor, recuerda Rafart, crea una serie de paisajes de su "Barcelona iniciática".

Relacionar Barcelona con la mirada de Picasso es un "lujo", comenta la historiadora, pues "se trata de la mirada de un joven emigrante andaluz que descubre una ciudad puntera en su momento, dinámica y estimuladora para su creatividad".

Esa mirada del pasado, añade, "te permite ver como ha evolucionado la ciudad y comprobar que algunos de los motivos retratados por Picasso perduran, otros han cambiado y otros han desaparecido con la evolución de la propia ciudad".

Sin ser un gran paisajista, Picasso cultivó el paisaje en su infancia y juventud "para fortalecer el oficio de pintor y dibujante".

Rafart analiza la etapa previa a Barcelona, en su Málaga natal, "donde hace sus primeros pasos, con dos cuadros "de marcada infantilismo dada su edad: "El pequeño picador" y "El puerto de Málaga", realizados entre 1889 y 1890.

Pero en A Coruña (norte de España), a partir de 1893, "se produce un cambio sustancial a causa del dominio progresivo de los diferentes recursos técnicos y de la perfección del trazo", que le lleva a "cultivar dos tendencias bien marcadas, la académica y la libre, que son el distintivo de sus períodos de formación".