Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
revista

Soledad Álvarez

"A través de los sentidos llegas a la esencia del ser"

Expandir imagen
Soledad Álvarez
Poeta y ensayista, Soledad Álvarez es una de las voces más altas de la poesía dominicana. Autora de Vuelo posible (1994) y de Las estaciones íntimas (2006) ha publicado también los libros de ensayos La magna patria de Pedro Henríquez Ureña: una interpretación de su americanismo (1980) y Complicidades, entre otros.

Dicen que la poesía es una enfermedad incurable. ¿Cuándo descubrió en Ud. ese padecer?

Ese padecer viene de muy lejos. Yo no tengo muy buena memoria, mis recuerdos más lejanos están vinculados con la poesía, porque mi madre siempre me cantaba y me decía poemas. Aquí en Santo Domingo, hasta hace poco, cuando la sociedad comenzó a "modernizarse", las muchachas tenían sus álbums de poesía que se dedicaban las amigas y había toda una dinámica familiar con la poesía. Parece que mi madre era una gran lectora de poesía, como toda joven y señora de entonces, y recuerdo que decía poemas de Darío y otros poetas. He mencionado otras veces que leía la revista Billiken (una publicación argentina que circulaba en América Latina) dedicada a los niños, ilustrada, donde leí El Príncipe Enano, leí a Martí, Darío, Lorca y creo que llegué hasta a coleccionarla. Luego en la adolescencia todo lo bueno y lo malo que se lee en esa época.

Ha publicado solamente dos libros de poesía, aunque seguramente ha escrito muchos poemas…

He publicado dos libros, pero comencé a publicar poesía cuando tenía 15 años. Mi primer texto fue un cuento publicado en las páginas literarias del suplemento cultural que dirigía Doña María Ugarte en El Caribe y editaba Manuel Valdepérez. A partir de ahí comencé a publicar casi todos los sábados. Esta vida de publicaciones se inició en el "sesentayalgo" y se extendió hasta que me fui a Cuba.

Ese es un momento importante en su formación literaria. ¿Fueron casi cinco años?

Exactamente, si bien ya yo tenía un camino recorrido en la literatura dominicana. Tanto así –me he quedado eternamente agradecida a Don Juan Bosch-, que cuando me fui a estudiar me entregó una carta para Haydeé Santamaría, quien dirigía Casa de las Américas.

Entró Ud. por la puerta grande…

Esa fue la entrada, gracias a la generosidad de Don Juan, un intelectual que siempre apoyó mucho a los jóvenes. Logicamente le llevé esa carta a Haydeé, y ella de la manera abierta y con la generosidad que la caracterizó, me abrió las puertas de Casa de las Américas. Y paralelamente, mientras estudiaba Filología en la Universidad de La Habana, trabajaba en el Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas, que dirigía Trinidad Pérez, una amiga a quien quiero entrañablemente. Llegué con la formación que teníamos los autores de la Generación del 60. La literatura de compromiso, los clásicos, la literatura europea, aunque precaria. Pero realmente mi contacto con la literatura latinoamericana más cercana tuvo que ver con Casa de las Américas, donde tuve la dicha de conocer a todos los escritores que pasaban por ahí.

¿En qué época fue eso?

Del 75 al 80, una época muy interesante, porque además Haydeé siempre defendía la libertad del creador y la apertura de la Casa a todos los creadores y a toda América Latina. Tenía personas como Mario Benedetti, Alfredo Gravina, Iverna, llegaba Roberto Matta, Cisneros… era un contacto muy enriquecedor y además estaba la Biblioteca que es riquísima y tenía todos los libros a mi alcance.

¿Y qué figuras la marcaron en la poesía? Porque su poesía tiene que ver con el coloquialismo y el intimismo. Está a medio camino de las dos cosas…

Un momento muy importante para mí fue conocer a Ernesto Cardenal. Justamente había llegado a un Premio Casa de las Américas y apenas cinco días después entraron los sandinistas a Managua. También conocía a Juan Gelman, que marcó toda una generación. Y tuve el honor de ser jurado en el Premio Rulfo hace cuatro o cinco años, cuando se le otorgó a Juan Gelman. Estaba la antipoesía, Nicanor Parra en su momento más alto, al mismo tiempo estaba Lynh, estaba Cisneros. Y al mismo tiempo comenzaba a escribir una persona que trabajaba a mi lado, y fui de las primeras personas que pudo leerlo, que se llamaba Raúl Hernández Novás. Ya en Raúl había unas búsquedas un poco más interiorizadas, de una experiencia más radical, más intensa. Y ciertamente pienso que ya en el 82 y 83 se comienza a abandonar ese camino o a renovarlo, a hacer no esa división tan terrible que le hizo daño a la literatura latinoamericana; me refiero a esa división entre realismo, subjetivismo, poesía comprometida, poesía pura, entre materialistas e idealistas… Yo pienso que fueron divisiones que en nada enriquecieron la literatura y ya están superadas.

¿Cómo ha abordado el género de ensayo?

Junto a la poesía ha sido para mí el género más apasionante y lo disfruto mucho porque permite en sociedades como la nuestra la interpretación. ¡Y hay tanto que analizar! Ese ahondar en las cosas, para a partir de ese ahondamiento ponerlas a volar y hacer volar la imaginación a partir de las ideas, me parece que es una tarea de urgencia que tenemos los intelectuales dominicanos.

Poesía erótica

¿Cómo una mujer con sus posibilidades poéticas logra romper esquemas y proponer un discurso abierto, intimista, pero propone un erotismo desenfadado?

La poesía es una apertura absoluta de la experiencia humana. Una expresión donde el poeta es el gran hacedor. Donde no existen estancos, espacios, que la poesía no pueda tocar. Y sí, estoy convencida de que la poesía es una búsqueda de lo sagrado a partir de lo concreto, de lo real, el erotismo es uno esos espacios fundamentales y si no el erotismo, los sentidos, porque es a través de ellos que llegas a la esencia del ser. Entonces no lo veo como un tabú, ni como una contravención de normas.

¿Y qué piensan los demás de eso, entre ellos su esposo?

Mi esposo es un intelectual, de una cultura amplísima, y como intelectual y pensador lo que hace es apoyarme.