"That's the way I like it" o visita a una noche de los 80
Repleto, el teatro La Fiesta, bailó el jueves

SANTO DOMINGO. Harry Wayne Casey se retiró del escenario satisfecho con sus 57 años, y su barriga de exfumador ("¿Qué diablos me pasó, dejé de fumar y engordé?"), mientras sonaban los últimos acordes de "Please don't go". KC & the Sunshine Band, con sus 35 años sobre los escenarios se convirtió la noche del jueves en el teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, en la llave de la máquina del tiempo.
Teletransportados a los años 70 y 80, un público que iba de los 50 y tanto a los 20 y tantos, bailó con entusiasmo adolescente "That's the way I like it", entre erizamientos de cuando se bailaba con pantalones campana y camisas ajustadas al cuerpo. Esos dos temas fueron la ñapa y eran los más esperados.
"Shake your body party"; "Boogies shoes"; "Yes, I'm ready"; "Let's just kiss and say good bye"; "I'm your's boogie man", "Keep it coming love", y "Give it up" demostraron que 35 años no pasan por gusto, porque a pesar de la barriguita, los pasillos un tanto ridículos y los arreglos de aquellos tiempos, con empatía absoluta incluida, hay que decir que la agrupación puede vanagloriarse de contar con buenos instrumentistas, como el batería, con ese solo electrizante que regaló en el Intro de la banda y la calidad de los guitarristas en dispersar polvo de recuerdos sobre las cabezas de los presentes.
Pedro García es un malandro de nostalgias, un prestidigitador que sabe cómo echar a andar la melancolía de los años idos y hacerlo con fiesta verdadera, de ésa que corre por las venas y nos convierte en aquellos jevitos de las primeras novias.
Mucho ritmo con reminicencias del reggae, esos metales como un sello de agua de hace tres décadas y unas bailarinas que daban cadera desaforadas, fueron un divertimento necesario, porque de allí casi todo el mundo salió un poco más joven, con el secreto resplandor de un brillo regresando a los ojos, como cuando iba a fiestas de quince y se bailaba "That's the way I like it".
Alfonso Quiñones
Alfonso Quiñones