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Un día con Freddy Ginebra

Freddy no tiene nada de duende. Un duende es irreal, personaje imaginario, y los hay con muy malas intenciones. Freddy es real, hace un trabajo real en un mundo real. Eso es mucho más difícil que ser

Llegó muy temprano. Aunque parezca mentira, este hombre de dimensión internacional lucía nervioso, casi asustado, incluso parecía sostenerse en su esposa, Miri, a quien cedió el volante del auto "porque me matan los nervios". Atribulado desde el día anterior por la distinción de que sería objeto en INTEC, pasó la noche en vela. Tras extraviarse en el campus universitario ("¡es que ha crecido tanto!"), por fin llegó a la Sala Profesor Julio Ravelo de la Fuente, de la Biblioteca del Instituto Tecnológico de Santo Domingo, para entonces, ya repleta de estudiantes de diversos colegios. Al verlos se acrecentaron sus miedos: "El corazón se me salía por la boca; pensé que me iban a notar los temblores". Aunque poca veces son tan merecidos, Freddy Ginebra teme a este tipo de homenajes "porque me sensibilizan demasiado".

El desconocimiento de lo que allí ocurriría, aumentaba sus pesares. El hormigueo dominaba sus fibras más íntimas y, como un niño, disimulaba su espanto con una leve sonrisa. Apenas era la 9:00 de la mañana y el programa anunciaba la clausura para las 6:10 de la tarde. ¿Qué ocurriría todo ese tiempo? Se preguntaba, ajeno a todo lo que los escolares lograron escudriñar en 10 meses de investigación, amparados en una especie de código de silencio.

Nadie, ni siquiera los más íntimos revelaron nunca que fueron abordados por los adolescentes, a quienes suministraron datos y hasta las fotos "que hace años tenía escondidas". Sólo en el momento indicado a lo largo del día, supo que durante casi un año, en torno a su figura y su obra, tejían exposiciones de fotografías, montaban obras de teatro, hacían biografías, grababan testimonios y hasta un documental para "desnudarlo" en público. Es que después de aquella oración: "Nació en 1944, en la calle Sánchez de la Zona Colonial de Santo Domingo", con que la representante del colegio Santa Teresita (el mismo donde Freddy cursó estudios de preescolar) inició su intervención sobre la "Vida del autor", fue poco lo que ese día quedó sin revelar sobre el publicista y Casa de Teatro, su obra maestra.

La comitiva del Santa Teresita, integrada por Any Reyes, Laura Sánchez, Zoelet Tejada y Lissette Carrasco, reveló al auditorio detalles del Freddy Ginebra niño que realizó estudios primario y secundario en el Colegio Dominicano de La Salle y, cursando el octavo curso, se atrevió a escribir en su álbum de recuerdos: "También soy escritor, aunque malo, pero escritor". Acababa de producir su primer ensayo.

EL ADOLESCENTE

Revelaron también al adolescente que se involucró en el mundo del teatro, que a los 17 años se hizo bachiller y recibió la propuesta de ingresar como profesor del quinto nivel del colegio donde estudiaba. Un paso que cambió su vida.

Al mismo tiempo, se involucró en la televisión, llegando a producir y conducir programas como Pantalla 10, En primera fila, Tic, tac, toc, Dígalo como pueda, y Gente, a través de los cuales continuó su afán por impulsar y proyectar a la gente joven. Cinco años después de emprender ese camino, el hermano Arturo lo invita nuevamente a ser maestro de La Salle, esta vez lo esperaban los estudiantes de segundo de bachillerato. Grande fue su sorpresa cuando se encontró con los mismos alumnos que tuvo en quinto curso, ahora jóvenes con conciencia e inquietudes diferentes.

En la juventud llegó a pensar que tenía vocación religiosa, pero su amor por Miri fue más fuerte.

Cuando le tocó escoger carrera, se matriculó en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde se hizo abogado con el único propósito de complacer a sus padres. Entonces, partió a Nueva York, donde estudió Periodismo y Televisión. A su regreso, en 1974, fundó Casa de Teatro, donde usando como estandarte la frase: "La cultura somos todos", ha desarrollado un trabajo incansable e inspirador en un espacio creado para los jóvenes carentes de recursos económicos, pero deseosos de involucrarse en el mundo del teatro.

"Es un excelente promotor de la cultura dominicana, publicista, relacionador público y maravilloso contador de anécdotas, sus críticas a la sociedad son objetivas e inspiran a las personas a que las cosas tienen que cambiar y pueden cambiar. Su mayor cualidad es su gran capacidad de amar; su mayor triunfo, haber criado, junto al amor de toda la vida, a sus dos hijos, José Arístides y Freddy Antonio, quienes a su vez, le han dado tres nietos: Juan Pablo, Ana Marina y Elena", dice la alumna, mientras Freddy Ginebra, sentado en primera fila escucha absorto.

"DECIDÍ NO MORIR"

Concluida la historia de su vida, toma la palabra Angel Reyes, otro estudiante del Santa Teresita, para interpretar la canción "¡Vive!". Para muchos, fue una sorpresa saber que ese tema, popularizado por Milly Quezada, lo compuso hace ocho años para Freddy Ginebra, –entonces aquejado de cáncer–, su amigo José Antonio Rodríguez.

El origen de la pieza, no pudo ser más ocurrente. "Un día, después que me descubrieron el cáncer, llamé a José Antonio y le dije: Me voy a morir y no voy a tener ninguna canción. Como ya no tenía nada que perder añadí: hazme algo, pero que sea ahora, para disfrutarlo en los meses que me quedan".

Sensibilizado como estaba el auditorio, las letras de la canción nunca se escucharon con más sentido: "A ti que te levantas temprano/ te miras al espejo y te mueres de risa/A ti viejo sostén de ilusiones/ palabra sin acento/camino de dos días. A ti que hay mil razones que te hacen feliz/ A ti que para amar siempre has dicho que sí/ A ti que eres bueno de los buenos/ es la mano que se extiende y llega al cielo".

En la siguiente estrofa, el compositor ordena vivir al amigo abatido por el cáncer cuando dice: ¡Vive! Que la vida te sonríe/ que te da los buenos días aunque llueva o se te caiga el mundo encima. ¡Vive! Que la vida es una sola/ aunque guarde bajo llave los papeles que aseguren tu parcela allá en la gloria.

El resto de la canción es igualmente capaz de resucitar a un muerto. Sin embargo, cuando un día José Antonio lo llamó para cantarle lo que le había compuesto, Freddy, que ya había sido operado, lo escuchó emocionado y luego dijo: "creo que vas a tener que vendérsela a otro, porque yo no me pienso morir ahora".

LA CASA

De pronto, el escenario se transforma. Toca el turno al Colegio Babeque Secundaria. La delegación hace las veces de duende. La integran Gabriela Pérez, Melissa Modesto, Anabelle Liz, Karina Cairo, José Horacio Rodríguez y Norman Herrero. Con grandes orejas y todo, montan un teatro revelando la incipiente capacidad histriónica del grupo. Uno de los estudiantes hace de Freddy y el resto actúa de acuerdo a lo que demanda el libreto de su vida. Son los años 70. Discurren los primero 12 años del gobierno de Joaquín Balaguer. A todo pulmón el actor presenta "Siete días con el pueblo", escenario que marcó un hito en Latinoamérica, cuando la nueva canción estremeció a la sociedad del momento. Vítores, aplausos, consignas matizan sus palabras, transportando al público a esos días inciertos recreados acertadamente por jóvenes que nacieron mucho después de ese represivo período de la historia reciente. Tiempos en los que muchas veces, Freddy recibió llamadas de los exponentes del momento que le decían: "ayúdanos a salir que estamos presos".

Con la mirada fija en el escenario, Freddy se estremecía en su asiento de primera fila. Cuando no reía, lloraba sin que nadie lo advirtiera, aprovechando la gripe que le afectaba para sonar la nariz, mientras raudo y disimuladamente secaba las lágrimas que delataban sus emociones.

El teatro, siguió siendo la base con que este grupo difundió su investigación sobre la Historia de Casa de Teatro. Los papeles se intercambian. Los jóvenes escenifican ahora el momento en que Freddy Ginebra "descubre" en la Ciudad Colonial la casa en venta que necesitaba para materializar su sueño, que era a la vez el sueño de los artistas noveles y sin recursos.

Enamorado a primera vista de la casa colonial y sin un chele, toca la puerta y pide que se la muestran. Sin importarle su ruinosa condición, visualiza en cada espacio su futuro uso, se apasiona y se decide a comprarla… sin saber ni siquiera cuánto cuesta. ¡30 mil pesos! Una fortuna para la época. El salario que quizá acumule en toda su vida, piensa. Pero decidido y sin saber cómo, decide que esa casa sería suya, para abrirla de par en par a toda manifestación de cultura pese a la amenaza de recibir el sello de "comunista, ateo y disociador". Acudió al banco por el primer préstamo de su vida y le pidieron garantía. "¡Si tuviera garantía compraría la casa sin acudir al banco!".

No se venció ante lo imposible: "Esa casa tiene que ser mía", sentenció. Y fue tarde tras tarde a contemplarla desde su frente.

"Hice maratones, pedí limosna, hice desayunos, cogí un préstamo a una asociación a cuenta de la casa y estuve 20 años pagándolo. ¡Eran todos los cuartos del mundo! Al fin de cuentas, remodelamos la casa, la limpiamos y pusimos un teatro que cuando llovía se paraba la obra, la gente salía a guarecerse y cuando la lluvia paraba, la obra seguía donde había quedado y se hacían conciertos y de todo", dice durante su actuación el joven actor del Babeque que personifica a Freddy.

Así, sustentado en la fe, y como confirmación de que "nada es imposible", nació hace 30 años Casa de Teatro, el legado de Freddy, donde se han forjado infinidad de talentos que hoy gozan de prestigio local e internacional y que ha servido de plataforma para proyectar y propiciar nuestra cultura.

EL DUENDE

Al Colegio Lux Mundi le correspondió también hacer una investigación sobre la Historia de Casa de Teatro y la expuso a través de una exposición fotográfica, denominada "La Casa del Duende", que el homenajeado admiró una y otra vez, sin dejar de balbucear elogios sobre la calidad de la muestra y sorpresa por frases que inteligentemente los jóvenes extrajeron de una entrevista que le hicieron y colocaron, formando un ideario, al pie de cada fotografía.

Así, las imágenes de los diversos ambientes de Casa de Teatro tomadas por los alumnos María Giudicelli Schetborgh, Elisa García Rosario, Amalia Valdez Herrera, José Juan Sol, Luis Carlos Sarabia, estában calzadas por citas textuales en las que Freddy Ginebra dice, entre otras cosas: "Me falta tiempo, hay tanto por hacer; Cuando muera descansaré, la vida no se hizo para descansar; Quiero ser un granito de arena colocado en la historia; La pasión es motor de mi existencia; Señor aumenta mi fe, sin fe no puedo vivir; Una sonrisa llena de amabilidad y unos ojos que dejan ver el alma, hacen de Casa de Teatro, un verdadero hogar".

Como complemento, una presentación en PowerPoint, permitió al público apreciar la muestra enriquecida con versos de José Martí musicalizados por Pablo Milanés.

A todo esto, apenas transcurre una tercera parte del programa y del tiempo establecido. A las delegaciones de los colegios New Horizons, Centro Educativo Cela y Aurora Tavárez Belliard, les corresponde exponer el resultado de sus investigaciones sobre Casa de Teatro y la literatura, Casa de Teatro y el cine y Casa de Teatro, la música y la danza, respectivamente.

Cada presentación refuerza el papel de Casa de Teatro como plataforma de despegue para una gran cantidad de nuestros artistas más emblemáticos, en todas las áreas que allí conviven.

Siguió un receso de tres horas que dio paso la actuación del Teatro Proyección de Intec, que escenificó el relato escrito para su nieta Ana Marina, "Nunca me gustaron las muñecas", del libro de Freddy, Antes de que pierda la memoria, presente en el auditorio, así como la intervención de Camilo Venegas, quien calificó al autor como "alguien que ha sabido ser dominicano de una manera increíble".

Continuó con un recital a cargo de artistas amigos que también rindieron homenaje y manifestaron la admiración que le profesan. Said Carbonell, Pavel Núñez y, cuando ya se había dado por terminada la actividad y el público disperso brindaba con vino y bocadillos, Maridalia Hernández y Claudio Cohén, a toda prisa y retrasados, llegaron para cantar las canciones que gustan a Freddy Ginebra y que, de una forma u otra, relatan también la grandeza de su vida.

Freddy, desbordado de emociones, antes de despedirse nos dice que ese había sido uno de los días más maravilloso de su vida. Le alegró ver a tanto jóvenes investigando y conociendo Casa de Teatro, para él "un escenario donde se congrega la gente más linda del país, y yo tengo la dicha de estar cerca de ellos. Imagínate: cuando tengo un día muy difícil voy a esa casa y me encuentro con un maravilloso duende que llega diciéndome:

"¿Tú has visto el color de esa pintura y esa raya, Freddy? Y yo miro la raya. Y él prosigue: ¿Tú no ves esa difusión? Yo comienzo verla. ¿Y esa nariz, no te dice nada? Digo, ¿la nariz? ¿No te dice nada?, pregunta como respuesta. ¿Qué te dice a ti?, pregunto de nuevo. ¿Tú no ves algo?, insiste. Se produce un diálogo maravilloso y yo descubro que el mundo de ese tipo es realmente claro y definido, que todo lo demás es disparate. Por cosas como esa es que La Casa me llena. Yo creo que para ser feliz, además de un nieto, todo el mundo debería hacer una Casa de Teatro".

Un día con el autor

El programa "Un día con el autor y su obra", es una propuesta del área de Humanidades que responde a la filosofía y misión de la Universidad Intec, orientadas hacia la búsqueda del desarrollo cultural y la promoción de la formación integral de los y las dominicanas.

Nació de la necesidad de contribuir al fortalecimiento de la cultura dominicana a través del reconocimiento y promoción de las acciones y valores más enaltecedores, encarnados por destacadas personalidades del quehacer intelectual, artístico, científico, tecnológico y empresarial del país.

La actividad se dirige en particular a la juventud, por eso el protagonismo de estudiantes de diferentes colegios, en los que se pretende germinen las acciones y valores positivos que se promueven.

A Freddy Ginebra le tocó la décimo primera entrega. Antes fueron reconocidos, Virgilio Díaz Grullón, Elsa Núñez, Gustavo Tavárez Espaillat, Eugenio de Jesús Marcano, Rafael Solano, Mary Pérez de Marranzini, el padre Jorge Cela, Enrique Armenteros, María Ugarte y Mariano Lebrón Saviñon.