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Una Bienal atípica para el arte criollo

Controversias entre los temas establecidos y los que pugnan por lograr un espacio natural

SANTO DOMINGO. Algo bueno está pasando en las artes dominicanas. La XXIV Bienal de Artes Visuales que acaba de ser inaugurada el día menos propicio para eso (debió dejarse para este jueves, por ejemplo); provoca contrapuntos, controversias y confianza en que -al fin- las cosas están cambiando (valgan los gerundios) en un mundo que parecía demasiado apegado a lo clásico-aceptado-conservador.

El Gran Premio de la Bienal fue concedido a una instalación de Charo Oquet -decisión que ha despertado opiniones encontradas-, estructurada a partir de elementos de desecho y que habla de un interés social a favor de la naturaleza, pero esto dicho de un modo nada panfletario.

De las 200 obras presentadas al concurso, 129 fueron seleccionadas, lo cual habla de la buena salud de las artes visuales en el país, a pesar de que se ha señalado la ausencia de la escultura como género, y sí se han multiplicado las instalaciones, los video-artes, las nuevas tendencias.

Este aire de controversias y polémicas es una señal sin dudas interesante para las artes plásticas, por aquel viejo adagio del río que suena por las piedras. Claro que hay que recordar con los rusos que lo nuevo no es más que lo viejo que ha sido bien olvidado.

Entre los temas que más polvareda han levantado están el salto hacia una desnudez que busca desprejuiciar el cuerpo humano y tanta moralina, en un mundo en el que a diario el cuerpo humano se ve mucho más vulnerado a través de la violencia cotidiana que ha saltado a los medios. Orlando Barría levanta la voz de su lente con una denuncia artística de la violencia contra la mujer, uno de los retos más importantes de la sociedad dominicana.

Pero como si todo eso fuera poco, está el tema gay y lésbico, que por primera vez se hace presente como conjunto en piezas aceptadas en la Bienal, bajo firmas de Marié Jiménez, Moisés Pellerano y que intentan exponer el tema en un mundo en que ya existe el matrimonio de personas del mismo sexo.

En fin, una Bienal de las Artes Visuales que mejor resumida difícil encontrarla que en las palabras de la directora del Museo de Arte Moderno, sede del evento, María Elena Ditrén, convencida de que las obras son: "testimonio de su época: donde, en nuestro caso, el mestizaje, la huella de la historia, la defensa y protección del patrimonio, la crítica y el cuestionamiento ante la realidad político-social de nuestro país, las migraciones, el sistema carcelario, el sexo, la violencia de género la urbanidad, lo cotidiano, lo religioso y lo lúdico."