Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Edición RD
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Salones de belleza
Salones de belleza

Discriminación en peluquerías combina prejuicios e ignorancia

Expandir imagen
Discriminación en peluquerías combina prejuicios e ignorancia
Un estilista trata el cabello de una modelo durante la presentación de la colección de Tom Ford en la Semana de la Moda de Nueva York el 6 de febrero del 2019. A menudo los institutos de belleza se concentran en el manejo de instrumentos y sustancias químicas y no en el tratamiento de cabellos con mucha textura como los de los afroamericanos.

Varias veces se negaron a atenderla en peluquerías caras porque su cabello rizado era difícil de tratar. Kanessa Alexander decidió entonces abrir su propia peluquería en un barrio mayormente blanco de Boston, con cuatro peluqueras afroamericanas capaces de manejar todo tipo de cabello.

“Existíamos (en ese barrio) pero no estábamos representadas”, dijo la cosmetóloga afroamericana acerca de su decisión de abrir hace cinco años el salón de belleza Perfect 10 en West Roxbury, no muy lejos de donde pasó su infancia. “Muchos salones de belleza lo único que ven en nosotras es una persona de raza negra” con cabello rebelde.

Alexander y más de una docena de personas del sector dice que esos prejuicios abundan en salones de belleza mayormente blancos y los atribuyen a que los empleados no saben cómo tratar cabellos rizados, con bucles o ensortijados.

La falta de experiencia, o de interés, se acentúa cuando se trata de cabello al natural, una creciente tendencia entre las mujeres afroamericanas que quieren celebrar su identidad personal y la cultura negra.

“No aprendieron a manejar el cabello de los afroamericanos. Se les enseñó que es un cabello difícil”, dijo Alexander. “A nadie que venga aquí se le va a decir que tiene un cabello difícil”.

A unos 40 kilómetros (25 millas) del salón de Alexander, en el barrio mayormente blanco de Westborough, Massachusetts, Damalyn Matthews ha librado esa batalla. Matthews, quien es blanca e indígena, tiene tres hijos con su marido, quien es afroamericano. Hace poco mandó a sus dos hijos mayores, de siete y cinco años, al salón donde va ella, Supercuts, con su sobrina de 21 años, quien es blanca.

Una peluquera blanca se quejó de que al hacer la cita, se debía aclarar la raza del cliente. “No cortamos el cabello de personas de raza negra aquí”, le dijeron, según Matthews. Pero no se les negó el servicio y el salón despidió a la peluquera y ofreció una disculpa.

Estas historias no son inusuales, desde negativas a tratar el cabello hasta tratamientos mal hechos y cortes a cargo de personas que no saben cómo tratar ese tipo de cabello pero lo hacen renuentemente, temerosas de las consecuencias de una negativa, por vergüenza o por sentirse culpables.

Algunas escuelas de cosmetología incluyen profesores con experiencia en una variedad de cabellos, pero varios estudiantes dijeron que rara vez se habla de los cabellos con mucha textura. Tampoco se usan casi maniquís que no sean blancos.

Kayla Naclerio, de 23 años, de Albuquerque, Nuevo México, cursa estudios en un instituto de belleza cerca de su casa y está a punto de graduarse.

“No enseñan casi a manejar cabellos de otras etnias” que no sea la blanca, dijo Naclerio, quien es blanca. “Me gustaría aprender a manejar el cabello negro. No entiendo por qué no se enseña eso”.

Naclerio consiguió su propio maniquí negro para complementar su educación.

La atención a personas afroamericanas es un negocio lucrativo en Estados Unidos. En el 2018 generó 2.510 millones de dólares, ya que los consumidores negros están volcándose a productos diseñados específicamente para ellos. Las mujeres de raza negra gastan nueve veces lo que gasta el consumidor común en productos de belleza dirigidos a ellas, según Nielsen.

Kari Williams, de Los Ángeles, integra la Junta de Peluquerías y Cosmetología de California, que concede licencias para ejercer. Dice que la mayoría de los institutos de belleza se enfocan en la seguridad y salubridad del salón, y en el uso de instrumentos a base de calor y de sustancias químicas para alisar, teñir, hacer permanentes y otros tratamientos.

“Cuando una persona recibe 1.100 horas de entrenamiento, a la hora de tratar el cabello de los afroamericanos, lo único que aprenden es como destruirlo”, sostuvo.

En Fort Lauderdale, Florida, Britany Bain, de 30 años, se graduó en el 2014 en el Aveda Institute South Florida, parte de la cadena de centros de belleza de Aveda, considerada una de las mejores de Estados Unidos.

“La educación en torno a cabellos con mucha textura fue nula, cero”, dijo Bain, quien es afroamericana. “Cuando se hablaba de cabellos con mucha textura, solo se decía cómo alisarlo. Yo provenía del mundo del cabello natural. Y llegó un momento en el que les decía, ‘no, hay que usar esto o ¿puedo traer aquello?’”.

Kevin Molin, vicepresidente de Aveda, dijo que la empresa difundió material educativo enfocado en el tratamiento de cabellos enrulados y con bucles en el 2012 y que seguirá ampliándolo el mes que viene “para crear una experiencia inclusiva en Aveda”.

Estudiantes de las Paul Mitchell Schools, otra firma importante en el mundo de la cosmetología, expresan quejas parecidas. Esas escuelas, operadas mayormente por personas independientes, anunciaron hace poco iniciativas para que el tratamiento “de todo tipo de cabellos sea parte de la instrucción básica, no algo especializado”.

Un representante de Paul Mitchell, John Mosley, un barbero afroamericano de Dallas, dijo que la empresa “está haciendo rápidos ajustes para ofrecer instrucción sobre más” tipos de cabellos.

TEMAS -

Noticias y servicios que extienden el alcance global de la cobertura basada en hechos