Iba a funeraria en Manhattan cuando su abuela de 101 años mejoró del COVID-19

Lynna Paulino iba camino a una funeraria en Manhattan, para adelantar los arreglos de lugar, cuando su madre la llamó para decirle que su abuela, de 101 años de edad, estaba mejorando dentro de su cuadro clínico por el COVID-19.

La noticia fue tan impresionante para ella que tuvo que llorar. La recuperación de su abuela Maximiliana Peña continuó y este viernes 15 la familia le celebrará sus 102 años ya de vuelta en la casa.

“Mi mamá me llamó por videocámara para enseñármela a ella, que estaba sentada en la cama comiendo y hablando”, recuerda Paulino. “Ni siquiera llegué a la funeraria”.

Maximiliana nació en 1918, el año en que también asolaba la pandemia de la llamada gripe española, que dejó un estimado de al menos 50 millones de muertos en el mundo.

La anciana es oriunda del poblado Martín García, del municipio Guayubín, provincia Montecristi. Hace 72 años que emigró a los Estados Unidos, donde le nacieron dos hijos, tres nietos y seis biznietos. Su vida laboral la agotó cuidando a personas de avanzada edad.

Ahora su hija es quien la cuida en Manhattan y procura aligerar su vida ante el alzheimer que padece. Sus parientes pensaban que no superaría el COVID-19, que le fue diagnosticado cuando la llevaron al hospital aquejada de neumonía.

Maximiliana además padece de diabetes, colesterol e hipertensión. Su nieta recuerda que fue en febrero cuando comenzó a sentirse mal y duró unos cinco días sin comer. En el hospital determinaron que tenía neumonía en el pulmón derecho. La trataron, se recuperó y retornó a su casa.

Pero el 5 de abril volvió a mostrar los mismos síntomas. No comía, se quedaba sin habla y apenas se comunicaba con los ojos y las manos.

Su nieta narra que la llevaron al hospital nuevamente, donde los estudios pertinentes determinaron que tenía neumonía en los dos pulmones y resultó positiva al COVID-19.

La trataron con medicamentos que permitieron que mejorara. El 15 de abril fue transferida a un asilo para ancianos donde siguieron con su cuidado, alejada de su familia, que no podía visitarla por precaución ya que seguía siendo positiva al COVID-19.

“Era bien difícil la estadía de ella en el asilo porque todas las personas tenían máscaras, tenían una vestimenta de pies a cabeza. Ella no conocía a nadie, era difícil para ella sentirse cómoda, sentirse que estaba en confianza”, describe Paulino.

La situación afectaba emocionalmente a su abuela, quien desarrolló cuadros depresivos, al sentirse que la habían abandonado, relata su nieta.

No estaba comiendo y a los enfermeros se les hacía difícil lograr que no se retirara el tubo o la máscara del oxígeno ni la canalización por donde le pasaban suero.

“Yo lo que hacía era que hablaba por videocámara con ella cada dos días para calmarla y dejarle saber que la estaban cuidando porque ella tenía el virus, y que no podía irse para su casa”, cuenta Paulino. Esas conversaciones la calmaban.

El pasado domingo llamaron a la familia para informarle que la prueba final de Maximiliana había resultado negativa al COVID-19, y ayer la señora pudo retornar a su casa.

“Ella reconoció a mi mamá y reconoció a mi hermano, y se sintió bastante cómoda”, dice Paulino. “Cuando llegó a la casa se bebió su primera taza de café después de más 30 días sin beber café”.

Sus parientes más cercanos se han hecho la prueba del COVID-19 y han salido negativas. Ahora se preparan para celebrar los 102 cumpleaños de Maximiliana.

“Claro está, con mascarilla y con guantes puestos, lo vamos a celebrar, pero eso no se puede dejar en alto porque es una bendición que ella sobrevivió a una neumonía, sobrevivió a un virus a la edad que tiene”, dice Paulino con satisfacción.

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Mariela Mejía

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Editora de Economía y docente de periodismo. Se ha especializado en periodismo de investigación, multimedia y de datos.