Ayer refugiados, hoy voluntarios contra el coronavirus en Portugal
Carlos García
Lisboa, 23 mar (EFE).- Major Tesfay, eritreo, Fidélis Usman, nigeriano. Los dos son refugiados, acogidos en el centro portugués de Fundão. Hoy, junto con otra veintena de jóvenes, devuelven la solidaridad al pueblo luso confeccionando mascarillas que repartirán gratis para luchar contra el coronavirus.
Cortan las telas de algodón en el antiguo seminario de Fundão (región Centro) , mientras que una docena de mujeres que estos días se encuentran en aislamiento social, se encargan de coserlas.
'Es el desafío contra la situación de calamidad por el coronavirus', afirma a Efe Virgina Batista, coordinadora de este proyecto solidario, auspiciado por el ayuntamiento local.
En tan sólo dos días han logrado confeccionar 500 máscaras, todas a base de tela 100 % algodón, adquirida a una empresa de Fundão que la tenía en stock.
El objetivo es ayudar a la población a protegerse contra la pandemia del coronavirus, apunta Batista.
Todos los refugiados que están tutelados en Fundão, donde son formados y orientados para alcanzar independencia social y económica, 'acogieron la idea de muy buen grado', ya que es una forma de devolver a la sociedad lusa la buena acogida que han tenido.
'No son mascarillas quirúrgicas', aclara Virginia Batista, son máscaras de protección para la gente que tiene que salir por obligación al supermercado o la farmacia.
Entre las ventajas, 'que son reutilizables y que, además, se pueden lavar a 60 grados'.
De esta manera, asegura, no se agotan las máscaras que usan los profesionales de la medicina y la población se puede proteger mucho mejor.
Una vez confeccionadas, los voluntarios comenzarán la fase de distribución gratuita.
La iniciativa cuenta con el apoyo tanto del Centro de Refugiados como del Proyecto Matriz, ambos auspiciados por el ayuntamiento de Fundao, en el que trabajan para la integración social y laboral de las personas en exclusión social.
Lejos queda la denuncia de un grupo de empresarios chinos afincados en Lisboa que, a primeros de febrero, lamentaban que habían tenido que pagar diez veces más por mascarillas en farmacias portuguesas para enviarlas a China, donde ya escaseaban.
Ahora, cuando China comienza a salir de la crisis provocada por la pandemia, el alcalde de Braga (norte de Portugal), anuncia que su homólogo de Shenyang, ciudad con la que tienen lazos de amistad, le avanzó que enviarán en breve 10.000 mascarillas quirúrgicas y 500 equipos médicos de protección individual (EPI).
Además, el ayuntamiento de Shenyang se ofreció a Braga para compartir experiencias relativas al combate del coronavirus y a la gestión de situaciones de crisis ante la pandemia.
Desde Macao, antigua colonia portuguesa, numerosas personas están enviando a sus familiares portugueses paquetes con mascarillas, agotadas en las farmacias lusas.
En Barcelos (norte), una empresa del sector textil, Sonx, ha modificado toda su línea de producción y sus 250 empleados se dedicarán a fabricar máscaras y batas para surtir a los hospitales.
Su departamento de nanotecnología se centrará en la producción de geles desinfectantes, que también escasean.
Los gestos solidarios se repiten en Portugal. Como el de Vítor Magalhães, presidente del equipo de fútbol del Moreirense, que ha donado a un hospital diez respiradores para enfermos graves de coronavirus, o el de Francisco Geraldes, centrocampista del Sporting de Portugal, que se ofreció a hacer la compra a personas que no puedan salir de su casa.EFE

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