Duda, un apadrinado de Kaczynski que suavizó las aristas de su mentor
Varsovia, 26 jun (EFE).- El ultraconservador Andrzjei Duda aspira a su reelección como presidente de Polonia, cinco años después de llegar al cargo apadrinado por el líder de Ley y Justicia (PiS), Jaroslaw Kaczynski, aunque sin la virulencia verbal de su mentor.
De 48 años, jurista de profesión y, desde que asumió la presidencia, desvinculado formalmente de su militancia política, Duda es la apuesta de Kaczynski para avanzar en unas polémicas reformas de las que Bruselas recela.
Llegó a su puesto casi como un desconocido para sus compatriotas, pero sustentado en sus fuertes vínculos con el expresidente Lech Kazcynski, muerto en la catástrofe aérea de Smolensk y también con su hermano gemelo y ahora hombre fuerte de Polonia, Jaroslaw.
Formó parte del círculo estrecho del fallecido jefe del Estado, al que suele referirse como su 'maestro'. La tragedia del avión presidencial, con 96 muertos, dejó a la elite política polaca diezmada y llevó a Duda, cinco años después, a la jefatura.
Es discípulo fiel de todo lo que significan los Kaczynski, el apellido que ha ejercido su dominio sobre la política de ese socio de la Unión Europea (UE) y la OTAN desde hace casi veinte años.
Fue subsecretario de Estado de Justicia, vicesecretario del gabinete de Lech Kaczynski, hasta la muerte de éste, diputado nacional y de ahí pasó a eurodiputado. Había luchado, sin éxito, por la alcaldía de su ciudad natal, Cracovia.
Pese a su teórico poco gancho ante el elector se convirtió en candidato del PiS a la presidencia. Sus promesas de mejoras sociales a las familias y su fidelidad a los estrictos principios católicos le dieron la victoria en 2015 frente al entonces presidente Bronislaw Komorowski, apoyado por la liberal Plataforma Cívica.
Le ayudó en su cometido el descontento social entre la población hacia las líneas europeístas de su rival. Polonia comenzaba a ver como una extraña a Bruselas y al entonces presidente del Consejo Europeo, el liberal polaco Donald Tusk.
Cinco años después, su campaña por la reelección parecía que iba a ser un tranquilo paseo. Sus consignas son parecidas a las que defendía como aspirante: defensor de los valores de la familia cristiana y enemigo de las reivindicaciones paritarias para el colectivo LGTBI.
En la recta final hasta las urnas, los sondeos apuntan a que tal vez no está todo decidido y que puede tener que ir a segunda vuelta.
MÁS CERCA DE TRUMP QUE DE BRUSELAS
De talante calmado y rostro eternamente sonriente, Duda ha buscado en esta semana previa a la cita con las urnas el apoyo del presidente estadounidense Donald Trump, otro mandatario en busca de la reelección -en noviembre-, a quien visitó en la Casa Blanca esta semana como su más solícito socio de la Unión Europea (UE).
El esquema no es novedoso. Polonia fue el primer país europeo que visitó Trump tras llegar al poder. Ahí marcó ya las distancias respecto al resto de miembros europeos de la Alianza Atlántica que, según Washington, no aportan lo suficiente a la Defensa de la OTAN.
Duda no es Kaczynski y no abundó, más que a través de la expresión calmada de su eterna sonrisa cortés, en las acusaciones de Trump hacia los 'criminales' que no cumplen con sus compromisos en el gasto militar.
Está por ver si la cercanía al PiS y la fidelidad transatlántica serán suficientes para lograr la reelección. Duda ha tratado de guardar, cuando menos, las formas en el pulso que mantiene el PiS con Bruselas. La acritud y las aristas siguen reservadas al líder del partido.
El bloque de los descontentos con el rumbo de confrontación permanente del partido mayoritario y gubernamental ha crecido en estos últimos cinco años. EFE